¡Qué tal, camaradas! Aun con los errores, aún cuando, tal vez, se debe hacer hincapié en otros campos, para nada hay que bajar la guardia, mental, activa y espiritualmente en favor de nuestra Revolución.
Voy a expresar algo incómodo, en especial para los que consideran que se debe actuar con mucha fuerza contra todas las fuerzas opositoras. En lo personal soy de los que agarra tremenda arrechera cuando observo que la oposición nos está ganando la guerra mediática, la de cuarta generación.
Con esa injusticia es cuando desearía aplastar a los escuálidos mayores así como cuando el “viejero decrépito” llena de venas sus cuellos y desorbita sus ojos expresándose contra nuestro Líder, pero me avergüenza cuando observo situaciones súper estúpidas, inconcebibles, como el asunto de la pérdida de los alimentos.
Por esa mi condición de no aceptar las injusticias de ninguna parte, es que no estoy totalmente a favor con muchas medidas que manifiestan odio vehemente de nuestro lado. Entiendo y comparto las expropiaciones para reducir el latifundismo. Por el contrario, pienso que ha transcurrido mucho tiempo permitiendo que grupos de terratenientes se mantuvieran –y se mantengan– posesionados de las mejores tierras. Las más potencialmente productivas.
Opino, si me lo permiten y entienden, que estas medidas deben llevar una motivación ejemplarizante e ir acompañadas de unas efectivas y dinámicas políticas agropecuarias. No expropiar por expropiar. Y que esa política, programa agropecuario incluya la explotación socialista, por lo menos en su planificación, de tanto territorio del Estado apto para el desarrollo. Y que lo veamos, lo cuantifiquemos mensualmente.
En estos días me enteré, telefónicamente, de la expropiación de una gran extensión de terreno (250 Hs) por el INTI. El caso, según, es que sin información previa los obligaron a salir de una hectárea donde tienen una empresa procesadora de arenas para los filtros que se emplean en las plantas de agua para su potabilización. Inclusive le suministraban a una empresa Uruguaya que rehabilita varias plantas.
Igualmente, de la expropiación en otra zona de varios galpones con empresas funcionando. Inclusive la de un miembro del PSUV, a quien se le informó (un militar) que debía desalojar. Éste le manifestó que requería de cierto tiempo para reubicar sus equipos; sin embargo le dijeron que tenía que ser casi de inmediato. El compatriota sacó sus credenciales políticas y nada. Entonces, según, manifestó que, entonces, se amarraría a las rejas.
De cualquier manera, por ser un activista del partido, movió sus contactos y le dieron un tiempito. Esos terrenos y los galpones, expresó, por estar fuera de zonas urbanas no pueden tener un uso para viviendas, por ejemplo.
Por eso pienso que se está actuando aceleradamente cuando se pudiese analizar mejor, estimo, repito, cómo actuar y en función de cuál urgencia necesaria. Se aprecia como una voracidad expropiatoria “co mu nis ta”, y no es lo que genera mayor tranquilidad en un País donde existe una gran desinformación política, no hay conciencia colectiva y que podemos hacer cambios, importantes cambios, de una manera menos traumática.
Repito, estoy totalmente de acuerdo con los cambios revolucionarios, pero considero que debemos hacerlos proporcionalmente a los planes nacionales y sus etapas. Sin generar miedos. Ojo. Aunque estemos montados en un capitalismo salvaje tratando de domarlo y apenas iniciando el difícil sendero al Socialismo del siglo XXI pisando el estercolero de la IV.
Menos cuando estamos demostrando ineficiencia en muchas áreas, ni pensar en algunos espacios provinciales donde la ineficiencia es mayor que en la IV. Y donde el reto, inclusive hacia las elecciones del 26S, como lo hemos sugerido en otros artículos, es demostrarle a las colectividades –en pro o en contra- que cualquier manera de gobierno revolucionario es mejor que cualquiera de tinte escuálido.
Por eso, para mí:
Revolución es crear una nueva conciencia social de una manera permanente y con la formación ideológica requerida, que no es más, en principio, que cambiar poco a poco para ir saliendo del esquema de consumismo. Es enseñar a ser solidarios.
Revolución, y esto dirigido a los miembros de gobiernos estadales y municipales, es empoderar al pueblo. Es más, siempre ha sido la punta de lanza del proceso, y puyando el Presidente-Líder cada vez que puede, pero nuestros “dirigentes” se hacen los locos, los pendejos. Por ello se tienen que hacer leyes para que acaten los lineamientos políticos, con todo y que las leyes generan discusiones y alteran la tranquilidad pública. Se ven como atropellamientos inconstitucionales.
Tan fácil que hubiese sido poner en marcha el otorgamiento de poderes populares sin tantas leyes. Pero pesan más los atractivos del poder que arrastramos desde la IV y… sus negocitos.
Revolución es mayor participación, técnica y profesional, en apoyo a las comunidades.
Revolución es atacar con seriedad una planificación nacional (ministerio, gobernaciones, alcaldías y comunidades) para resolver gradualmente el problema de la vivienda hacia los hábitats armónicos. Por supuesto que incluye el desarrollo de ciudades agropecuarias, política de ciudades de fronteras y otras para contribuir, con atractivos planificados, a la desconcentración de la franja costera y, por supuesto, a la marginalidad y los cordones de ranchos y sus circunstancias de vida adversa.
Revolución es evitar la improvisación, es planificar con conceptos revolucionarios y de futuros.
Revolución es humanizar las ciudades, mejorar la vida colectiva. Es dotarla de sanitarios públicos, de paradas adecuadas. Es hacer paisajismos. Y todo con apoyo de los miembros de las comunidades.
Revolución es, por lo anterior, generar contrataciones masivas de mano de obra, a través de un cooperativismo reforzado, no como ahora que lo están dejando morir.
Revolución es generar planes de transporte masivo interno que se interconecten con un agresivo plan ferroviario y con ello eliminar el concepto capitalista de tener que comprar “carros”. Un buen sistema de transporte no requiere de inversiones en vehículos ni de su costoso mantenimiento que ahoga a los propietarios de medianos y bajos recursos. Mientras, planificar estacionamientos.
Revolución es acabar con los huecos, es bachear sin tener que invertir grande sumas en asfaltados, o sea, rebajar las comisioncitas de los grandes contratos.
Revolución es entender que el manejo de los desechos sólidos no es un problema sino un negocio para las comunidades, y un problema menos para los gobiernos locales. Y de menos costos.
Revolución es, dentro de la formación integral del venezolano, capacitación a los trabajadores del poder ejecutivo con conciencia de servidores públicos. Combatir la impuntualidad, reducir la ineficiencia y mejorar la atención al público.
Revolución es cuidar profundamente a nuestros niños(as), adolescentes y jóvenes con agresivos programas que combatan el consumo de las drogas.
Revolución es mejorar, de una vez por todas, los problemas en el sector salud. No bastan los esfuerzos que se hacen, debemos ser mucho más agresivos, eficientes.
Revolución es crear definitivamente, con fuerza, las contralorías sociales.
Revolución es, en fin, Revolución. La lista sería larga, pero espero se entienda el espíritu critico de este artículo, escrito, como siempre, con el alma y la mente.
edopasev@hotmail.com