Acudimos al encuentro con el maestro Patterson, un holguinero de excelente verbo, y muy cauto, dadas las circunstancias. “Compañera”, me dijo, “Estamos prontos a desarrollar la nueva edición del Festival “Todo el Mundo Canta” y he venido a cursar la invitación a un artista venezolano. Estamos buscando opciones y mis compañeros me dicen que usted puede aconsejarnos”. No vacilé ni un segundo: Gualberto Ibarreto, dije, y prometí llevarle rápidamente un disco antes de que tomaran decisión, pues también se habló de otras voces.
El maestro Patterson quedó encantado con la voz de Gualberto y pidió conocerlo para invitarlo personalmente. Así fue, y a la vuelta de muy pocas semanas ‘el pichón’ estaba embarcando hacia la ciudad de La Habana. Le fue muy bien, y sus actuaciones, vistas a través de la televisión, todavía son recordadas según constaté en posteriores visitas a la hermana isla.
No se trataba de que conociera a Gualberto Ibarreto personalmente, ni que fuera mi amigo, porque en ese entonces no lo era. Se trataba de que si se hablaba de voces, la de Gualberto descollaba como contenedora de la venezolanía. Pasa igual con Francisco Pacheco, con Reinaldo Armas, con los 4 muchachones de Serenata Guayanesa, con Lilia Vera, Cecilia Todd, Hernán Marín, con el Carota, y con mis queridos Jesús Ávila y Perucho Aguirre, por citar a algunos.
Luego, con los años, pasó algo similar. Estaba Aristóbulo Istúriz de Alcalde de Caracas y era Tulio Hernández el presidente de Fundarte. Y una tarde con Tulio le hablé de la posibilidad de hacer un evento público para dar a conocer en plan grande y musical el hermoso ritual de la Cruz de mayo contando con cultores y músicos de todo el país y centrando el evento en un homenaje a Gualberto Ibarreto por los primeros 20 años de estar obsequiándonos su voz. Y Tulio dijo que sí. Busqué el apoyo solidario y de trabajo empeñoso de Helena Salcedo y nos echamos encima la producción del homenaje a Gualberto. Y así puse a mi hijo a diseñar la escenografía mientras un maravilloso piquete o grupo en Fundarte ponía el alma para sacar aquello y mis vecinos en La Guaira se ocupaban de hacer el programa de mano y unos recuerditos alusivos al evento. Estructuramos el guión, buscamos las voces del recordado Adolfo Martínez Alcalá, Gustavo Rodríguez y Porfirio Torres entre otros para grabar los textos que saldrían en determinadas partes del evento. La también recordada Rosalía Romero nos ayudó con materiales para complementar el escenario y logramos que por primera vez en su vida Guaco se presentara haciendo solo danzas zulianas, y convocamos entre otros a Anselmo López, María Rodríguez, Lilia, José Montecano (por él, y por su hermano Alí), Cecilia, Adelis Freitez con “Carota,Ñema y Tajá”, Luís Mariano Rivera, (el jueves se cumplieron 104 años de su natalicio), Hernán Marín, Serenata Guayanesa, Los niños decimistas de Caracas, y a una gran cantidad de instrumentistas. Todos con honorarios mínimos dada la causa, y con una disposición inolvidable. Las tertulias que se dieron en los camerinos del Poliedro y en el hotel Las Taparitas son un tesoro histórico. Algunos canales de televisión grabaron parte de ese evento que comenzó a las 4 de la tarde (planificado así para que fueran los niños y las niñas) y que culminó a las 10 de la noche. Mi inolvidable Haydée Briceño se fajó para transmitirlo completo a través de Radio Nacional de Venezuela, donde laboraba. Era mayo de 1995. (Lo que hemos podido recabar en imagen y audio lo pondremos hoy en www.lailatina.com.ve).
Hicimos a la Cruz de mayo y a Gualberto Ibarreto el acto que él se merecía, por muchas razones. Y como desde el primer día, el afecto por Gualberto Ibarreto se mantiene intacto. Y no creemos exagerar si decimos que ese afecto sigue siendo bonito y nacional, y ha soportado la diatriba política sabiendo que todo el mundo tiene derecho a disentir, pero que también todos tenemos derecho a reconocer nuestros valores, estén donde estén siempre que no hayan traicionado a la Patria. Y no es el caso.
No podremos olvidar la vez que Gualberto tocó la puerta de la casa (allá, en Vargas) para mostrarnos orgulloso el diploma que certificaba sus esfuerzos sostenidos por dejar la ruina etílica. Tampoco olvidamos el llanto de ‘el pichón’ cuando volvió a cantar ante todos, superada esa enfermedad, en los 25 años de Serenata Guayanesa, en el Teresa Carreño. Ni su encuentro en Caracas con El jíbaro Andrés Jiménez, ni su canto bajo la lluvia en Ciudad Bolívar o en el propio patio de la Asamblea Nacional hace pocos años, 4, si mal no recuerdo.
Luego apareció la mezquindad de personeros oficiales que gracias a Dios ya no cumplen función alguna en ninguna parte, y con ella esa cierta condena al ostracismo hacia muchos de nuestros cultores, que siempre fueron de izquierda (siguen siéndolo) cuando la derecha gobernó. El desconocimiento, la poca memoria, la vista corta, el no ser reguetoneros o no ser amigos de Abreu, además de la brutal alienación que todavía campea comenzaron a marcar el compás del silencio. Al hueco silencioso fueron enviados nuestros símbolos musicales genuinos, y entre ellos Gualberto.
Gualberto está enfermo, y además de eso, como todos nuestros músicos, tiene que echarse a trabajar porque seguimos sin seguridad social para ellos. Así están también María Rodríguez, Jesús Ávila, Zobeida la muñequera, Adilia Castillo y muchos más. Algunos han sido declarados Patrimonio, pero no basta, porque no alcanza a la salud ni a otros detalles.
Ya sabemos que la enfermedad no pide carnet político para cebarse en alguien. Benito Irady, quien vio a Gualberto desarrollar sus capacidades musicales y nunca tuvo prejuicios para tender la mano al amigo cuando fallaba, me contó que esta semana que entra (el viernes concretamente) el gobernador de Barinas, Adán Chávez, hará un homenaje regional a Gualberto Ibarreto. Y provoca salir en caravana a acompañarlo. Luego, el 8 de septiembre esa exquisitez que es C4 Trío lo acompañará en Corp Banca en Caracas. Los dos escenarios se abarrotarán, estoy segura. ¿Se dan cuenta? Todos reconocemos nuestro afecto por quien, con su voz, y desde sus comienzos, ha apuntalado un camino propio en la manera de ejercer amor a lo nuestro a través del canto. ¿Cómo no se lo vamos a agradecer? “Vamos, gente mi tierra…”
lilrodriguez@cantv.net