Hay ideas,
planteamientos y hasta proyectos que no tienen eco, asidero y mucho
menos acogida, sino en su tiempo justo de maduración; cuando están
dadas las condiciones objetivas y subjetivas, de acuerdo al método
marxista, el que reivindicamos como método para la acción cotidiana.
Así
podemos encontrar múltiples intentos de trascender los límites que
nos imponen las estructuras y las superestructuras, como andamiaje políticos-sociales
e ideológicos. No dejemos de mirar los ejemplos de Simón Rodríguez,
J.C Mariátegui y tantos otros visionarios de nuestra historia.
Lo que
intento reflejar en este primer intento de contextualizar la línea
de trabajo y postura política sostenida en tantos escenarios, tiene
que ver con lo planteado por el comandante Chávez en lo que consideró
el nuevo segundo mapa estratégico y que definió como las líneas
de acción política.
El 24
de agosto de 2007 (por cierto día de mi cumpleaños), escribí
en Aporrea.org, un artículo que lo llamé “La Educación Política
en los Nuevos Tiempos”, en el traté de mostrar las dos caras
de la cultura política; la del punto fijismo y la nueva cultura en
el marco de los valores socialistas. De ese planteamiento voy a retomar
su esencia.
En la
democracia del punto fijismo, que dominó en toda la IV República,
la sociedad era regida por parámetros de la democracia representativa
y consideran al igual que los griegos, que hay más idiotas que ciudadanos:
diseñan políticas, impulsan acciones específicas, promueven candidatos
o ellos mismos se promueven y son candidatos, y la gran mayoría de
la población, en el mejor de los casos, acude a votar los días de
elección. Esta cultura de cabalgar sobre los lomos de los silenciados
en su trabajo político- social, sigue casi intacta. Chávez los vientos
que derribaron los viejos molinos siguen soplando.
La minoría
política, o hacedores de oficios de la politiquería, al publicitarse
asimismo como representación de la voluntad del pueblo, de manera activa
mantiene alejada a la gente de los escenarios de toma de decisiones
y de discusión política, no le perdonan a un pueblo que además de
elegirlos, discuta, cuestione y decida sobre asuntos relacionados con
el poder que ellos entienden solo de su competencia.
Si esto
es así, aunque va cambiando, casi imperceptiblemente producto de la
práctica de cimarronear de nosotros, pueblo cimarrón, que continuamos
por las laderas de las cumbres y los encumbrados de ayer y de hoy; debemos
entonces empujar para que en el marco de la nueva cultura política
participativa, se haga indispensable eliminar la distinción entre
dirigentes, militantes, simpatizantes y amigos, de tal manera
que no siga ocurriendo como lo ha consagrado la experiencia de la partidocracia.
Desde
hace algún tiempo, aunque con muchos obstáculos por parte de grupos
de mucho poder, se ha venido planteando en el seno de órganos politizados
y organizaciones populares, que la vieja manera de hacer política en
Venezuela, centrada en el modelo de democracia representativa, confronta
una crisis de legitimación y que se fue agudizando con la puesta en
marcha de la explosión del poder comunal a través del quinto motor
de la revolución y que paulatinamente ha venido tomando cuerpo con
los consejos comunales y las comunas en construcción; aun con todas
las dificultades que ellas presenten en su tránsito por esta historia
reciente. Es ese combate que se sucede entre lo que no termina de morir
y lo que está emergiendo.
En esa
tensión se agudizan también las contradicciones entre las distintas
fracciones, corrientes y grupos que están en el poder buscando apoderarse
de las palancas gubernamentales y mantener cuotas de poder y privilegios;
a estas expresiones de la dinámica política, se les denomina “derecha
endógena, izquierda light” o simplemente los gato pardianos.
Aunque en un debate no muy reciente alguien me increpaba, diciendo que
la derecha endógena era una invención para desprestigiar el liderazgo
emergente o consecuente de algunos líderes que despuntaban o se mantenían
en el tiempo. Aun mantengo mis reservas con esto. Para muestra hay suficientes
ejemplos: Pablo Medina, Ismael García, Henry Falcón y otros visibles
o poco visibles, por su misma condición camaleónica.
Ahora
bien, como el hecho político en sí mismo es un acto inherente
al ser humano, es decir el ser humano por naturaleza es un ser político,
proveer a la población de una buena educación política e ideológica,
juega un papel de primer orden; no sólo se trata de convencer a la
gente para que crea en las propuestas, debe existir, además del mensaje
una actitud ética, moral y militante, que se comprometa con las propuestas
y el sentir de la gente, más sobremanera cuando estamos hablando de
transformaciones y vuelco hacia otra realidad distinta, reflejada en
el marco del socialismo del siglo XXl. Nuevo Socialismo que implica
la discusión sobre la propiedad privada, poder popular, proceso constituyente
y democracia. Toda esta discusión va desde la ética socialista hasta
el alcance de la plena felicidad, pasando por la redefinición de nuestro
actual modelo económico, el reordenamiento territorial, las políticas
internacionales soberanas, que implican una nueva institucionalidad,
hasta la organización política revolucionaria en la que militaremos.
Igualmente ese sujeto político , que hemos dicho somos todos y todas,
debe saber definir, identificar y caracterizar al enemigo y sus aliados
en todos los espacios y las responsabilidades que éste tiene en lo
interno y externo donde opera; para poder identificarlo y caracterizarlo
como enemigo ideológico, necesariamente se requiere de una mínima
formación política e ideológica, para poder combatirlo e impedir
su avance y posicionamiento tanto en las estructuras del estado, así
como en los espacios territoriales.
La conciencia
revolucionaria está íntimamente relacionada con un alto grado
de compromiso individual y colectivo, así como una alta disposición
para entender los cambios y propulsarlos, pero además debe poseer un
factor de convicción adicional; el componente ideológico que es la
expresión política más alta de compromiso revolucionario. Una de
las principales tareas que nos impone la realidad actual en el camino
de la profundización y consolidación del proceso revolucionario es
el conocimiento a través de la lectura y el estudio constante y colectivo,
tanto de los discursos del comandante, los grandes teóricos universales
y nacionales, así como las producciones no sistematizadas de los
creadores el pueblo; para poder ir blindando nuestra práctica con las
herramientas teóricas, que le den más fortaleza a nuestra revolución.
La revolución solo se sostendrá, si trabajamos por elevar los niveles de conciencia revolucionaria de nuestro pueblo. Nadie defiende lo que no ha internalizado como su creación, como la brújula que orienta su proyecto de vida, y eso se va logrando cuando todos los espacios los convirtamos en escuela de formación política e ideológica, tanto en las organizaciones donde emerge el poder popular, más aún en las instituciones del estado.
baredu25@hotmail.com
¡¡¡SIN TEORÍA
REVOLUCIONARIA, NO HAY PRÁCTICA REVOLUCIONARIA!!!
¡¡¡PASAR DE LA VIEJA CULTURA POLÍTICA A LA NUEVA CULTURA SOCIALISTA!!!