En un comunicado
a propósito de la instalación de la nueva Asamblea Nacional, los
compañeros de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora advierten
sobre la necesidad de que la lucha política no se restrinja "a un ring
de boxeo 'parlamentarista'". Llamado de atención que me parece aún más
oportuno, luego de presenciar los primeros escarceos parlamentarios.
Sin duda, el principal desafío a corto plazo que enfrenta la representación chavista en la Asamblea, consiste en superar la lógica de las "dos minorías",
según la cual tanto el chavismo oficial como la clase política
opositora libran una pelea irracional y fraticida por cuotas de poder,
al margen de los intereses, las aspiraciones y la voluntad de la mayoría
del pueblo venezolano.
Si se analizaran con cabeza fría las
intervenciones de los diputados de oposición, así como las declaraciones
de algunos otros representantes del antichavismo una vez concluida la
sesión, podría concluirse que su táctica discursiva, salvo algunos
desvaríos retóricos, apuntan claramente en esa dirección, reclamando la
vocería de los "problemas concretos" de la sociedad venezolana, y
acusando a sus adversarios de preferir la “confrontación política” antes
que reconocer la necesidad de "diálogo" y la recién estrenada
"pluralidad" en el Parlamento.
Contrario a la lectura que es
común en el chavismo oficial, la oposición (o al menos una parte
considerable de sus diputados) no ha llegado a la Asamblea Nacional a
"sabotear", sino a sacar el mayor provecho político de ese escenario,
con miras a las elecciones presidenciales de 2012. El antichavismo
intentará utilizar el Parlamento como caja de resonancia de su
táctica de repolarización, que persigue ganarse el apoyo de parte de la
base social del chavismo, radicalizando la táctica discursiva de
desgaste que viene empleando desde 2007 (abandono del discurso
confrontacional, crítica de la gestión de gobierno, reapropiación del
discurso chavista, etc.) y recuperando el discurso sobre la
"despolarización".
El Chávez "repolitizado" que se lanzó a la calle dispuesto a ser interpelado por el pueblo; el Chávez "cable" entre el pueblo y el Estado, para latiguear al Estado, para interpelarlo;
el látigo-Chávez que volvió a ubicarse en el único lugar desde el cual
es concebible una revolución: por "fuera" del Estado, no sólo reclamando
y recuperando el legítimo derecho a cuestionar radicalmente al Estado
burgués esclerosado y corrompido, sino reivindicando esta crítica como
una obligación; el Chávez que rectifica y suspende el aumento del IVA,
ya mostró los límites de esta táctica discursiva opositora. Ahora, que
el pueblo legisle.
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