1. No hay “socialismo” en Venezuela
El 21 de junio de 2009, el ex ministro de Industrias Básicas y Minería, Víctor Álvarez, tras analizar “las cifras oficiales" del Producto Interno Bruto (PIB) venezolano, concluyó que “luego de diez años de revolución”, la economía "se ha hecho más capitalista". De hecho, el aporte del sector público cayó de 34,8% en 1998 a 29,1% en 2008, explicó el también ex presidente de la CVG y del estatal Banco de Comercio Exterior, Bancoex. (www.aporrea.org, 21.6.) El 14 de diciembre de 2010, el ex ministro constató que “al hacerse la economía venezolana más capitalista, en ese sector se recrudece también la explotación de los trabajadores. En 1998 al factor trabajo le tocaba el 39.7% del nuevo valor creado, superior al 36.2 % que le tocaba al capital. Diez años después, su participación cayó a 31.69 % mientras que la de los capitalistas subió a 49.18%”. (www.aporrea.org, 14.12.2010).
En una reciente reflexión (enero, 2011) sobre el carácter de clase del Estado venezolano, Álvarez llegó a la conclusión de que “El nueve Estado revolucionario aun no ha sido construido”; afirmación tan trascendente como las anteriores, si consideramos que una nueva civilización no puede construirse con el Estado de la civilización anterior.
2. El sexenio perdido
Esa evolución económica es “totalmente contradictorio con los objetivos que se ha planteado el Gobierno de transformar la economía capitalista en una socialista", constata el ex ministro. La pregunta, por lo tanto es: ¿A qué se debe esa “contradicción total” entre lo que planteó Hugo Chávez y lo que resultó? La respuesta se encuentra en las condiciones principales que determinaron su praxis durante el periodo en cuestión, 2004-10.
El polígono de planeación socialista del Presidente estaba determinado por las siguientes variables: 1. La correlación de fuerzas con la debilitada derecha proporcionaba al Presidente el suficiente poder objetivo, para iniciar la construcción de la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI; 2. Existía ya un paradigma científico de una economía postcapitalista del Siglo XXI que Chávez conocía y que estaba a su alcance; 3. Este paradigma permitía la elaboración de una estrategia sistemática de transición ---es decir, no de trial and error--- al Socialismo del Siglo XXI; 4. El Presidente carecía de un equipo político con vocación o hegemonía postcapitalista.
3. La contradicción se aclara
Si las condiciones objetivas para la construcción de las instituciones económicas antisistémicas existían durante el prolongado cenit del poder del Presidente (2004-2010), si la historia le proporcionó el poder político y el conocimiento científico necesarios, ¿por qué Hugo Chávez no los aprovechó para el proyecto declarado, sino que realizó una política del ancien regime, del capitalismo, tal como ilustran las estadísticas? Hay solo dos respuestas posibles: o no había voluntad, o no había capacidad subjetiva real para la transformación socialista. El hecho es, que desaprovechó la oportunidad histórica, sustituyendo la transición científica a la nueva civilización por un conglomerado de consignas de la retórica cristiana, de la ética y de Bolívar, ejecutadas improvisadamente dentro del keynesianismo y la superestructura burguesa. Cambió el plato de oro de la Primera Revolución del Socialismo del Siglo XXI por un plato de lentejas de reformas.
4. No habrá socialismo en Venezuela
¿Habrá alguna posibilidad de que este sexenio perdido para el Socialismo del Siglo XXI se recupere en los años venideros? No hay razones para tal supuesto, pese al discurso presidencial de la “radicalización”. El Presidente sigue en el 2011 sin estrategia y equipo socialista, pero en peores condiciones objetivas internas y externas para transitar hacia el Socialismo del Siglo XXI. Y, si en su cenit de poder (2004-2010) no realizó las transformaciones socialistas tantas veces proclamadas, menos lo hará ante las elecciones del 2012, que solo puede ganar desplazándose hacia el centro político. Usará el “socialismo” como táctica discursiva, para asustar en determinadas coyunturas a la burguesía y activar a las masas y la burocracia chavista, como en la escenificación de la Ley Habilitante; pero, su línea estratégica seguirá siendo el desarrollismo burgués.
5. Chávez sin estrategia, ni equipo para el Socialismo 21
Chávez no tiene un plan de cambio estratégico socialista ni organizaciones de vanguardia. En tales condiciones la reelección del Presidente se convierte en el centro de la agenda política ---no la transición hacia una sociedad postcapitalista--- y los cambios se realizan tanteando por “ensayo y error”.
Las seis “líneas estratégicas” para los dos años venideros, “cruciales para la Revolución Bolivariana” (H. Ch.), reflejan esa verdad. Definen la “esencia de la batalla” como “la transición de la cultura política capitalista a la militancia socialista“ ---una frase idealista y vacía que recicla la gastada quimera del „hombre nuevo“--- dentro de una mezcolanza de deseos, apelaciones, idealismos y redundancias, que nada tienen que ver con un programa serio de transición hacia una sociedad postcapitalista sin clases.
Las “seis líneas” son, como las Comunas, la Quinta Internacional Socialista, los seis motores, los tres R y los tres R al cuadrado, intentos de construir una línea de evolución de un fenómeno que el Presidente llama “socialismo cristiano y bolivariano”. En la estadística trazamos una línea de tendencia en una nube de datos empíricos mediante técnicas matemáticas. Pero, no hay línea de evolución socialista en el “Socialismo del Siglo XXI venezolano”. La única que existe es la del desarrollismo burgués, mencionada por Víctor Álvarez. Lo demás es una nube de palabras, reminiscente de la “evolución democrática del socialismo” soviético (Perestroika) de Gorbachov.
Congruente con esta situación es el hecho de que en el gabinete del Presidente no haya revolucionarios comunistas. Sería redundante. Si no se pretende realizar una transición socialista, ¿para qué tener cuadros socialistas en el poder?
6. La izquierda - sin alternativa frente a Hugo Chávez
La Izquierda en Venezuela nunca ha pedido explicaciones al Presidente sobre la contradicción entre su discurso socialista y su praxis, esencialmente, porque no existe Izquierda en Venezuela que se atreva a interpelar al Presidente. Peor, tampoco tiene un proyecto viable de Socialismo del Siglo XXI. Pese al dramático abandono de la economía estatizada en Cuba y la introducción de mecanismos de la economía de mercado, pese a la devastadora crítica de Rosa Luxemburgo a las cooperativas y las severas limitaciones y fracasos históricos de la cogestión obrera, la Izquierda venezolana no pide más que la generalización de las erráticas estatizaciones y cogestiones obreras, que el gobierno realiza.
La razón de esa anacrónica actitud es evidente. Todo proyecto científico-real del Socalismo del Siglo XXI significa la ruptura política con el Presidente. Y ninguno de los cuatro políticos que encabezan la Izquierda en Venezuela, está dispuesto a pagar este precio. Mientras persista tal situación, la alquimia dominará en la escena de izquierda venezolana; pero, por supuesto, como pálido reflejo de la hegemonía presidencial.
7. ¿Qué hacer?
¿Significa lo anterior que aquellos que quieren el Socialismos del Siglo XXI deben romper con Hugo Chávez? De ninguna manera. En primer lugar, su política del Estado de Bienestar, de la integración latinoamericano y del antiimperialismo, es necesaria y progresista. En segundo lugar, cualquier gobierno que lo reemplace ---al igual que en Bolivia, Ecuador, Brasil, Paraguay, Cuba y Argentina--- será peor para la gente y la Patria.
La lección política de la última década de la Patria Grande es obvia. Si los pueblos quieren salir del capitalismo y entrar al Socialismo del Siglo XXI, tienen que conquistarlo ellos mismos. Sus gobiernos y Estados están en otro proyecto histórico.