Hace un par de semanas, en entrevista
publicada en este mismo diario, Diosdado Cabello declaraba que "en una
revolución madura… no debería haber elecciones internas porque éstas son
un método burgués". A estas alturas, muy poco importa el declarante.
Más que de personas, figuras o "estrellas de mediana magnitud", se trata
de hábitos. ¿Revolución madura? Esta revolución se pudre si nos
habituamos al silencio.
En lo particular, me asaltan dudas,
inquietudes. Me gustaría plantear algunas preguntas. En primer lugar,
quisiera saber si el atronador silencio a propósito de tal declaración
debe interpretarse como una expresión de consenso en torno a la idea. Es
decir, por si no nos hemos entendido: un integrante de la dirección
nacional del partido disparó que las elecciones internas son un método
burgués y, hasta donde sé, nadie salió a desmentirlo.
En segundo
lugar, ¿resulta, entonces, que una revolución va madurando en la medida
en que prescinde de la democracia interna? ¿Qué cabe decir de aquellos
que opinan en sentido contrario: que la revolución se fortalece en la
medida en que predomina, se profundiza y consolida la democracia
interna? ¿Se les calificará de inmaduros o, más apropiado aún, de
pequeño-burgueses? ¿Se les descalificará o habrá lugar para el debate de
ideas?
Más aún, si es cierto que las elecciones internas son un
método burgués, ¿por qué los estatutos del partido contemplan la
posibilidad de emplear el método de "elección directa, universal y
secreta"? Dicho de otra forma: si se trata, realmente, de un partido
socialista, ¿por qué dejar abierta la posibilidad, "de acuerdo a las
condiciones políticas", de adoptar procedimientos electorales que
supondrían la "traición" de nuestros principios? ¡Camaradas: nuestros
estatutos están contaminados con el germen de la ideología burguesa!
Habiendo
constatado esta peligrosa concesión a la ideología burguesa, oculta
tras la seductora máscara del derecho liberal al sufragio universal,
habría que preguntarse: ¿quién habrá colado, acaso subrepticiamente,
semejante mancha ominosa en nuestros estatutos? ¿Cómo es posible que
nadie lo notara antes? ¿Acaso estamos todos ciegos? ¿Cómo es posible que
nadie elevara su voz de protesta? ¿Acaso estamos todos mudos? ¡Elección
directa, universal y secreta! ¿Acaso la nuestra es una revolución
burguesa?
Al responsable de semejante falta, habrá que señalarlo
públicamente como inmaduro y pequeño-burgués, que no es descalificar,
sino llamar a las cosas por su nombre. Tendrá que ser procesado por el
tribunal disciplinario, hasta que demuestre que ha saldado cuentas con
su conciencia. Mientras tanto, camaradas, que prosiga el debate de
ideas. Eso sí, sin olvidar la más importante de ellas: una revolución no
se construye con métodos burgueses.