La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa (tanto oficial como liberal), que ve en el marxismo, algo así como una “secta nefasta” y no puede esperarse otra aptitud, pues en una sociedad erigida sobre la lucha de clases, no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo o de otro, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar una ciencia imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del capital (Vladimir Ilich Lenin. Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo. Marzo, 1913)
En el capítulo III de esta serie artículos, se ofreció, que en la IV entrega se examinaría a) Los planteamientos comunistas o socialistas de Platón y Sócrates b) las diversas modalidades de socialismo que existieron en Europa en los siglos XVIII y XIX, sin embargo, hemos cambiado de opinión en cuanto a la secuencia temática, por lo que se consideró oportuno, antes de continuar, exponer algunas ideas que nos ayuden a explicarnos el porque es necesario estudiar el Manifiesto Marx-Engels, bajo la propuesta nuestra, de que este dividió a la historia del mundo en un “Antes y un después” de su publicación, lo que nos obliga a examinar los acontecimientos mundiales y nacionales sobre la base de las raíces históricas, así como de las consecuencias del mensaje de los citados revolucionarios.
Habido conocimiento y conciencia, que la mayoría de los historiadores acostumbran asignarle determinada periodicidad a la historia del mundo y que cada quien desde diversos ángulos, jerarquiza los momentos de esta, para lo cual la fraccionan, atendiendo a lo que consideran como los períodos emblemáticos en que las grandes teorías sociales o científicas se han producido, así como los hechos relevantes que han marcado importantes segmentos del transcurrir de los tiempos.
Parece ser que lo que hasta ahora ha predominado, es la cuantificación temporal, en vez de la calidad transformadora de la sociedad o en todo caso, se ha buscado minimizar el gran impacto que ha significado en el mundo la aparición y consecuencias del Manifiesto.
La propuesta a exponer, no intenta dejar en minusvalía a otras apreciaciones que desde diversas ópticas, los estudiosos de la historia han planteado. A este respecto es bien sabido que la interpretación de los acontecimientos políticos, generalmente se corresponden con la concepción ideológica que tenga el investigador o el profano. Así por ejemplo, el fraccionamiento de la historia en períodos como la edad antigua, media, moderna y contemporánea, se corresponde con una visión cronológica del mundo, la que por cierto, puede o no contener internamente una clasificación aproximada a lo ideológico o la dinámica geopolítica.
Desde nuestro punto de vista, un planteamiento que pudiese ser novedoso, sería ver la historia dividida en dos grandes bloques: el primero engloba centenares de eventos y planteamientos ideológicos que parten desde varios siglos antes de la era cristiana (filósofos de la antigua Grecia etc.), pasando por la edad media, las revolución francesa e inglesa, la guerra de independencia en el continente Americano y culminando en la primera mitad del siglo XIX, es decir, a muy poco tiempo de redactarse y publicarse el Manifiesto de Marx-Engels.
Del otro lado, se encuentra el período histórico que se “formaliza” con la publicación del citado Manifiesto, y que abre un infinito espacio temporal, que contiene los diversos eventos ideológicos, económicos, históricos, políticos, diplomáticos, militares y sociales que directa o indirectamente han sido influidos por el mensaje de Marx-Engels y sus seguidores, entre los cuales se encuentran R. Luxemburgo, V. I. Lenín, J. Stalin, Trosky, Mao Zedong, Fidel Castro y otro centenar de luchadores; pensamiento que difiere profundamente de las ideologías que de manera casi absoluta prevalecieron hasta mediados del siglo XIX.
Inspirado en el Manifiesto, el máximo líder chino, Mao Zedong, decía:
A nosotros nos incumbe organizar al pueblo. En cuanto a los reaccionarios chinos, es nuestra obligación organizar al pueblo para derribarlos. Con todo lo reaccionario ocurre igual: si no lo golpeas no cae. Esto es como barrer el suelo: por regla general, donde no llega la escoba, el polvo no desaparece solo (Mao Zedong La situación de nuestra política después de nuestra victoria en la guerra contra el Japón. Obras Escogidas, t. IV, 13.08.1945)
En “el antes” nos encontramos fundamentalmente con planteamientos esclavistas, feudales, monárquicos, burgueses y socialistas liberales, todos los cuales, en mayor o menor grado justificaban o justifican todavía la necesaria división de la sociedad en clases, la propiedad privada de los medios de producción, el predominio de élites pensantes sobre el resto de la población, la explotación del trabajador por los dueños del capital o de las tierras, la creencia o convicción, que el intelecto y la fuerza de trabajo debe necesariamente producir riqueza para beneficio de una minoría que se la apropia de una manera totalmente desigual y donde todo lo que converja a reducir las ganancias desproporcionadas de los propietarios de los medios de producción, es visto como una política contraria a la inversión y al “desarrollo nacional” (léase al desarrollo del capital).
En esta primera etapa o era, las clases dirigentes, consideran prioritaria la colaboración de clases, pero siempre sujeta al predominio dictatorial o “democrático” de las clases ricas sobre la clase trabajadora (desde esclavos hasta obreros), es decir, desde los viejos imperios, pasando por la revolución francesa y sus derivaciones burguesas, la humanidad ha estado dirigida por la ideología del dinero, del capital, de la explotación y la exclusión social. Es cierto que hay diferencias significativas entre épocas donde el politeísmo o el monoteísmo sirvió de brújula en muchas de las acciones de los monarcas e inclusive republicanos, pero en ningún momento hubo una investigación profunda sobre las causas que generaban las desigualdades y con ellas las injusticias sociales.
¿Cuál es el contenido esencial que plantea el Manifiesto que permite afirmar que es a partir de este que se inicia una nueva era de la historia?
Marx-Engels, investigan con profundidad sobre las causas que originan la acumulación de capital en pocas manos, lo que trae como consecuencia:
La creciente pobreza de los trabajadores como consecuencia de la explotación de que son víctimas por los dueños de los medios e instrumentos de producción.
Que la sociedad está dividida en clases, donde son irreconciliables la de los trabajadores y la de los capitalistas, ya que estos últimos no están dispuestos a perder los inmensos privilegios que tienen tanto en el campo económico como en el social y político.
Que el poder económico trae como consecuencia la posesión del poder político, motivo por el cual los capitalistas y terratenientes no solo se apropian de los resultados del trabajo ajeno, sino que establecen leyes y normas para controlar el poder político-militar en función de sus intereses.
El valor de las mercancías producidas, es medido por los capitalistas en función del mercado de estas, mientras que lo correcto sería considerar que ese valor sea una consecuencia del trabajo socialmente necesario para producir cada mercancía.
La unidad o coincidencia de los capitalistas en sus métodos de explotación, los hace cada día más fuertes, mientras que la poca unión entre los obreros los hacía débiles ante sus patronos, situación que iba en detrimento de sus beneficios sociales.
En consecuencia, el Manifiesto propone que los trabajadores:
Se organicen y unan en sus propósitos por conquistar un mejor bienestar de vida.
Se dispongan a tomar el poder, bajo la premisa de la existencia de una lucha de clases irreconciliable, donde necesariamente se debe instaurar la dictadura del proletariado, es decir, expropiar a los dueños del capital y poner sus bienes al servicio de la colectividad, usando para ello el aparato del Estado, hasta tanto se den mejores condiciones para llegar a una sociedad sin clases, es decir, donde no hayan explotados ni explotadores, bajo la siguiente secuencia: capitalismo-socialismo-comunismo.
Los hombres han sido siempre en política, víctimas necias del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo, mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, solo hay un remedio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, educar y organizar para la lucha los elementos que puedan –y por su situación social, deban-formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y formar lo nuevo (V. I. Lenin. Las tres fuentes´....Ob.Cit.)
Como se ha podido observar, estos planteamientos, basados en el materialismo histórico y el materialismo dialéctico, nunca en el resto de la historia de la humanidad, se habían hecho de manera tan radical, como en el Manifiesto. No cabe duda que es una declaratoria abierta para que las clases populares, encabezadas por los obreros unidos se liberen del yugo del capital y de los gobiernos cómplices a éste. Por primera vez, se plantea una sistemática y clara propuesta para establecer una alianza de clases de largo alcance entre los obreros, buena parte de los sectores populares y sus mentores intelectuales, todo lo cual debería conducir al derrocamiento de la oligarquía e instaurar en el poder a los trabajadores.
“Toda doctrina de un socialismo que no sea de clase y de una política que no sea de clase se acredita como un simple absurdo” (V.I. Lenin. Vicisitudes históricas de la doctrina de C. Marx, marzo 1813).
En “el después”, es decir, a partir del Manifiesto, nos encontramos, con múltiples acontecimientos, algunos pertenecientes a la época en que todavía sus autores vivían. De la edad temprana, tenemos la creación de la I Internacional (1864-1872 y la llama de la Comuna de París (1871). A partir de la derrota de la Comuna, los movimientos sociales inspirados en el Manifiesto, continúan organizándose en casi toda Europa, siendo que adquieren su mejor momento en Rusia a principios del siglo XX, donde bajo la dirección de V.I. Lenin, se logra derrocar el zarismo e instalar un gobierno de alto contenido marxista, que condujo a lo que se le denominó la Revolución Rusa (1917) y que más adelante dio origen a la creación de URSS.
Acercándose a las proximidades del nacimiento del Manifiesto, V.I. Lenin expresó “El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía Alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés” (Las tres fuentes…Ob. Cit.).
Después de la citada revolución, en el mundo se han dado innumerables acontecimientos trascendentes, impulsados por el Manifiesto, entre los cuales se encuentran las Revoluciones China, Cubana, Vietnamita y otros movimientos de contenido socialista, tanto en países africanos, asiáticos y latinoamericanos.
En síntesis, lo que se ha querido significar en este capítulo, es que el Manifiesto está mucho más allá de un decorativo papel político, sino que a partir de su contenido y del impulso dado originalmente por Marx.Engels, se convirtió en una extraordinaria palanca para mover los acontecimientos en el mundo entero, razón por la cual, vale examinar con la debida profundidad las principales concepciones filosóficas y políticas, así como los acontecimientos de esta índole que han tenido lugar antes y después del Manifiesto. Buscar la explicación de las ideas y la conducta de la gente antes y después, no es un simple ejercicio intelectual, sino una necesidad insoslayable e impostergable.
En consecuencia, en la próxima entrega, conversaremos sobre algunas evidencias de la existencia de ideas socialistas y comunistas en la edad temprana de la humanidad. Mientras tanto, la consigna sigue vigente: ¡Trabajadores de todos los países, uníos!
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