Desde nuestra militancia en el PRV en Mérida, hemos tenido un profundo afecto en lo personal por los camaradas que luego se agruparon en Un grano de maíz, lo que no obsta, aplicando lo de irreverencia en la discusión y disciplina en la ejecución, para exponer aquellos puntos de sus análisis que no nos convencen o que nos parecen que le hacen un flaquísimo favor a la revolución.
Tres problemas observamos en los últimos escritos del camarada Aponte: idealismo, maniqueísmo y ausencia de dialéctica. En el reciente Qué es el socialismo, concluye que el socialismo está en los libros, lo que nos remitió al Marx de La ideología alemana: “no se trata de entender el mundo, se trata de transformarlo”. No; las ideas sobre el socialismo pueden estar en los libros, pero el socialismo está en la realidad concreta, en las relaciones y maneras de producir de una sociedad determinada. Hay que bajar de las abstracciones, de generalizaciones que no dicen nada y proponer soluciones reales a problemas reales, evidenciando la relación orgánica del intelectual con los problemas de las mayorías oprimidas y marginadas.
Para Un grano de maíz, el capitalismo mundial y nacional parecen conformar un bloque homogéneo, sin fisuras, sin contradicciones internas, opuesto a un socialismo ideal, también sin matices, en una visión en alto contraste, reflejo de una realidad inexistente en la sociedad, en la política o en la vida. Cualquier jugada política de parte del gobierno con un sector de la burguesía, es para Aponte caer en claudicaciones, sin que se analice exhaustivamente la coyuntura, las correlaciones de fuerzas internas y externas, las de los enemigos, las de nuestros aliados y las de los enemigos de nuestros enemigos. Las reflexiones guiadas por el maniqueísmo, no son precisamente brillantinas.
La cita de Fidel sobre que el deber del revolucionario es HACER la revolución no compagina con solo PENSAR o IMAGINAR o COMENTAR la revolución. En estos 14 años, en un proceso dialéctico de ensayo y error, se ha logrado diseñar el Programa de la Patria, que es una excelente guía para la acción, aunque es ineludible que su ejecución requiera ajustes para adecuarlo mejor con las realidades que se manejan. Así se aplica la dialéctica materialista para TRANSFORMAR la realidad, que es la tarea del revolucionario. La creación cuantitativamente mayoritaria de empresas de propiedad social, que den sustento a la organización comunitaria como expresión del poder popular, es la base fundamental de la nueva sociedad, sin obviar otras formas de propiedad porque lo relevante en el momento es el incremento de la producción. Nuestro socialismo es bastante sui generis, paradójico, pues es con la siembra de parte de la renta petrolera en proyectos productivos (de una renta en la que incluso asimilamos plusvalía internacional) como se va dando sustrato a la organización de las comunidades para la gestión de la vida cotidiana, para liberarnos y, con nuestra liberación, abrir brechas para la redención humana.
Un grano de maíz, por todo lo que significa, no puede perderse en una esterilidad estratosférica, en disquisiciones sobre una falsificación de la Política, sobre si no es maquillaje pero sí es maquillaje ¿?, cuando nadamos en falsificaciones de las falsificaciones, que es más arrecho. Este grano de maíz debe aterrizar, sembrarse en el barro de las luchas cotidianas y germinar en una hermosa y fuerte planta de maíz socialista, clasista, obrerista.