El País y la Revolución Bolivariana en Venezuela

El diario español ha abandonado el rigor periodístico en favor de una cobertura partidista de la realidad venezolana.

            Desde el triunfo de la Revolución Bolivariana en Venezuela, con la elección del Presidente Hugo Chávez en 1998 (hasta 2013) y la victoria de su sucesor Nicolás Maduro en las últimas elecciones presidenciales de abril de 2013, El País, principal diario español y líder de opinión, ha abandonado la imparcialidad en el tratamiento de la realidad de este país. Peor aún, el periódico español ha dejado el periodismo equilibrado y matizado en favor de una crítica sistemática y unidireccional del poder democráticamente electo de Caracas.

¿Una democracia?

            En una tribuna del 9 de marzo de 2014, El País expone su punto de vista y declara que “Venezuela ya no es un país democrático”.[1] Poco importa el hecho que haya habido 19 consultas populares desde 1998 y que los chavistas hayan ganado 18 de esos escrutinios en elecciones que todos los organismos internacionales, desde la Organización de Estados Americanos hasta la Unión Europea pasando por el Centro Carter, han calificado de transparentes. Mejor aún, el antiguo presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, califica el sistema electoral venezolano de “el mejor del mundo”.[2]

La libertad de prensa

            El diario madrileño deplora una “asfixia sistemática de la libertad de expresión”. Ahí también, la afirmación no resiste el análisis. Según un informe del Ministerio de Comunicación e Información de 2011, en 1998 existían en Venezuela 587 radios y televisiones de las cuales el 92,5% eran privadas y el 7,5% públicas. En la actualidad hay 938, de las cuales el 70% son privadas, el 25% comunitarias y el 5% públicas. Al contrario, la Revolución Bolivariana multiplicó el número de medios televisivos y radiofónicos y el sector privado aún domina el paisaje mediático. Lejos de ser silenciados, los medios privados aumentaron un 28,7% en 12 años.[3]

La Revolución Bolivariana, ¿un fracaso?

            Un año después de la desaparición de Hugo Chávez, que falleció de un cáncer fulgurante el 5 de marzo de 2013, El País esboza un panorama bastante oscuro de la situación venezolana mediante su corresponsal… en Miami: “Chávez legó una oportunidad perdida, una economía en quiebra que hoy se sostiene a fuerza de endeudamiento y especulación”. El diario agrega que “Durante la última década de su Gobierno, el ingreso petrolero de Venezuela fue siete veces mayor que en 1998, cuando asumió el poder”. No obstante, “la inflación y el desabastecimiento que ha sufrido cíclicamente el país durante la última década, alcanzaron picos alarmantes, especialmente entre los sectores más empobrecidos”.[4]

            A la lectura de este balance, uno concluye que la Revolución Bolivariana ha sido un fracaso. Pero, de hecho, El País oculta la realidad factual. Primero, el diario madrileño omite subrayar que si el precio del petróleo casi se ha multiplicado por 10, fue ante todo gracias a Hugo Chávez quien logró reactivar una OPEP moribunda, limitando la producción de petróleo y llevando el precio del barril de 16 dólares en 1998 a más de 100 dólares hoy día.

            Luego, el diario evoca la situación de los “sectores más empobrecidos” sin proporcionar ninguna cifra y presenta “la inflación y el desabastecimiento” como consecuencias de la política chavista. En realidad, la inflación ha caracterizado la economía  venezolana desde hace al menos 70 años y las estadísticas disponibles sobre la realidad social del país desmienten de modo implacable el punto de vista de El País. En efecto, desde 1998, cerca de 1,5 millones de venezolanos aprendieron a leer y a escribir gracias a la campaña de alfabetización denominada Misión Robinson I. En diciembre de 2005, la UNESCO decretó que se había erradicado el analfabetismo en Venezuela. El número de niños escolarizados pasó de 6 millones en 1998 a 13 millones en 2011 y la tasa de escolarización es ahora del 93,2%. La Misión Robinson II se lanzó para llevar al conjunto de la población a alcanzar el nivel secundario. Así, la tasa de escolarización en la enseñanza secundaria pasó de un 53,6% en 2000 a un 73,3% en 2011. Las Misiones Ribas y Sucre permitieron a decenas de miles de jóvenes emprender estudios universitarios. Así, el número de estudiantes pasó de 895.000 en 2000 a 2,3 millones en 2011, con la creación de nuevas universidades.[5]

            Con respecto a la salud, se creó el Sistema Nacional Público para garantizar el acceso gratuito a la atención médica a todos los venezolanos. Entre 2005 y 2012 se crearon 7.873 centros médicos en Venezuela. El número de médicos pasó de 20 por 100.000 habitantes en 1999 a 80 por 100.000 en 2010, o sea un aumento del 300%. La Misión Barrio Adentro I permitió realizar 534 millones de consultas médicas. Cerca de 17 millones de personas pudieron ser atendidas, mientras que en 1998 menos de 3 millones de personas tenían acceso regular a la sanidad. Se salvaron 1,7 millones de vidas entre 2003 y 2011. La tasa de mortalidad infantil pasó de un 19,1 por mil en 1999 a un 10 por mil en 2012, o sea una reducción de un 49%. La esperanza de vida pasó de 72,2 años en 1999 a 74,3 años en 2011. Gracias a la Operación Milagro, lanzada en 2004, 1,5 millones de venezolanos víctimas de cataratas u otras enfermedades oculares, recobraron la vista.[6]

            De 1999 a 2011, la tasa de pobreza pasó de un 42,8% a un 26,5% La tasa de desnutrición infantil se redujo un 40% desde 1999. Y la tasa de extrema pobreza de un 16,6% en 1999 a un 7% en 2011. Cinco millones de niños reciben ahora alimentación gratuita a través del Programa de Alimentación Escolar. Eran 250.000 en 1999. La tasa de desnutrición pasó de un 21% en 1998 a menos del 3% en 2012. Según la FAO, Venezuela es el país de América Latina y del Caribe más avanzado en la erradicación del hambre.[7]

            En la clasificación del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Venezuela pasó del puesto 83 en el año 2000 (0,656) al puesto 73 en 2011 (0,735) y entró en la categoría de las naciones con el IDH elevado. El coeficiente GINI, que permite calcular la desigualdad en un país, pasó de 0,46 en 1999 a 0,39 en 2011. Según el PNUD, Venezuela ostenta el coeficiente GINI más bajo de América Latina, es el país de la región donde hay menos desigualdad.[8]

            En 1999, el 82% de la población tenía acceso al agua potable. Ahora es un 95%. Antes de 1999, sólo 387.000 ancianos recibían una pensión. Ahora son 2,1 millones. Durante la presidencia de Chávez, los gastos sociales aumentaron un 60,6%. Desde 1999, se construyeron 700.000 viviendas en Venezuela. La tasa de desempleo pasó de un 15,2% en 1998 a un 6,4% en 2012, con la creación de más de 4 millones de empleos.[9]

            Desde 1999, el Gobierno entregó más de un millón de hectáreas de tierras a los pueblos aborígenes del país. La reforma agraria permitió a decenas de miles de agricultores ser dueños de sus  tierras. En total se distribuyeron más de 3 millones de hectáreas. En 1999, Venezuela producía el 51% de los alimentos que consumía. En 2012, la producción es de un 71%, mientras que el consumo de alimentos aumentó en un 81% desde 1999. Si el consumo de 2012 fuera similar al de 1999, Venezuela produciría el 140% de los alimentos consumidos a nivel nacional. Desde 1999, la tasa de calorías que consumen los venezolanos aumentó un 50% gracias a la Misión Alimentación que creó una cadena de distribución de 22.000 almacenes de alimentos (MERCAL, Casas de Alimentación, Red PDVAL), donde se subvencionan los productos a la altura de un 30%. El consumo de carne aumentó un 75% desde 1999.[10]

            El salario mínimo pasó de 100 bolívares (16 dólares) en 1998 a 2.047,52 bolívares (330 dólares) en 2012, o sea, un aumento de más del 2.000%. Se trata de uno de los salarios mínimos más elevados de América Latina. En 1999, el 65% de la población activa cobraba el salario mínimo. En 2012 sólo el 21,1% de los trabajadores dispone de este nivel salarial. Los adultos de cierta edad que nunca trabajaron disponen de un ingreso de protección equivalente al 60% del salario mínimo. Las mujeres desprotegidas, así como las personas discapacitadas, reciben una ayuda equivalente al 80% del salario mínimo. El horario laboral se redujo a 6 horas diarias y a 36 horas semanales sin disminución del salario. El PIB por habitante pasó de 4.100 dólares en 1999 a 10.810 dólares en 2011.[11]

            Lejos de la imagen apocalíptica que presenta El País, la Revolución Bolivariana es un innegable éxito social. Así, según el informe anual World Happiness de 2012, Venezuela es el segundo país más feliz de América Latina, detrás de Costa Rica, y el decimonoveno a nivel mundial, delante de Alemania o España.[12]

            El caso del diario El País ilustra la incapacidad de los medios occidentales –la mayoría se encuentran en manos de conglomerados económicos y financieros – a representar de modo imparcial y equilibrado la Revolución Bolivariana. Hay una razón para ello: el proceso de transformación social iniciado en 1999 estremeció el orden y las estructuras establecidas, puso en tela de juicio el poder de los dominantes y propone una alternativa social en la que –a pesar de todos sus defectos, imperfecciones y contradicciones que conviene no minimizar– el poder del dinero no reina como dueño y los recursos se destinan a la mayoría de los ciudadanos y no a una minoría.

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba. Les médias face au défi de l’impartialité, Paris, Editions Estrella, 2013, con un prólogo de Eduardo Galeano.

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Salim Lamrani

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

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