No se entiende cómo luego de haber sido derrotadas las guarimbas, puesto contra las cuerdas a la oposición venezolana, develado el plan de magnicidio, obtenido un contundente respaldo internacional y la lealtad del pueblo, ahora volvamos a las recetas tradicionales que nos ha vendido toda la vida la economía de mercado y los economistas. Tanto los que se ubican a la izquierda como los que estos ubican a la derecha, están en lo mismo. Que si unificación cambiaria, que si el alza del precio de la gasolina, que si la “sinceración” de las tasas de interés para supuestamente lograr un equilibrio entre la oferta y la demanda, restringir el consumo cuando en realidad todo ese recetario siempre ha apuntado a elevar las tazas de ganancia de una burguesía buitre.
¿Por qué entonces se justifica la unificación cambiaria para lograr mayores ingresos al país para poder cumplir las demandas sociales y no se busca otras vías para lograrlo como el aumento del ISRL por ejemplo, para devolverle al pueblo parte de la plusvalía que le extrae a diario los oligopolios? No soy economista pero el marxismo nos develó las triquiñuelas de esta ciencia que ni es exacta ni es “objetiva”.
Es evidente que una república como la nuestra con un ingreso petrolero multimillonario no debería andar buscando bolívares en la devaluación de su moneda y es que una unificación cambiaria es una nueva devaluación. Y por qué en vez de sincerar las tasas de interés o elevar el precio de la gasolina, por ejemplo, más bien sinceramos la administración de los gastos públicos supervisando el uso que hace las grandes empresas privadas como la Polar de los dólares a Bs. 6,30, cuando reclama a Cadivi que se le adeuda sumas millonarias mientras por otro lado dice no requerir divisas para producir. Ella además de ser una empresa exportadora es propietaria de su propio banco en Suiza según informara el profesor Vladimir Lazo en encuentro realizado en la Universidad Bolivariana de Venezuela hace unos meses.
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Por otro lado, el argumento tan manoseado de aumentar la productividad se hace agua cuando recordamos a dónde se van esos productos de nuestras Empresas de Producción Social. El sociólogo, diplomático y comprometido con nuestro proceso bolivariano, Rómulo Rico me comenta a través de las redes sociales que es harto sabido que los venezolanos sufren los embates de un ya prolongado y permanente contrabando de extracción desde nuestro territorio nacional hacia las poblaciones colombianas fronterizas, a lo largo de una línea limítrofe de aprox. 220 kms. entre las cuales destacan: Paraguachón, Maicao, Manaure del Cesar, Codazzi, Becerril, Tibú, Puerto Santander, Cúcuta, Villa del Rosario, Ragonvalia, Herrán, Cubará, Saravena, Arauquita, Arauca, Puerto Carreño, San José de Maipures, Inírida, Cacahual, Puerto Colombia, San Felipe, La Guadalupe, etc. que va por la frontera de los estados Táchira, Apure Amazonas, Zulia.
Rico continua reseñando cómo productos de distintas manufacturas que van desde mercancía seca y víveres, tales como artículos de la dieta diaria hasta combustibles pasando por productos de aseo personal, son sustraídos de los mercados, factorías de producción y vías de distribución desde Venezuela y pasan a suelo colombiano de forma ilegal en una tejida red de contrabando que involucra a civiles y militares en este negocio perverso que incide negativamente en el abastecimiento de los mercados venezolanos con las ya conocidas consecuencias de desabastecimiento y alza de precios. Existe una larga lista de formas ilícitas de cómo se desabastecen las despensas del venezolano de los productos básicos subsidiados por el estado bolivariano, situación reseñada en distintos medios de comunicación impresos, radiales y televisivos, más recientemente por la profesora y comunicadora social Luisana Colomine en este mismo portal.
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Si no queremos cavar nuestro propio foso, entrar en un callejón sin salida o lograr ahora una de las últimas fases del golpe suave que es voltear al pueblo chavista contra su propio gobierno para ellos recoger en río revuelto, el alto gobierno no puede tomar ninguna decisión en materia económica sin consultar a ese pueblo que con tanta lealtad ha resistido los embates de una oposición apátrida, de la guerra económica, psicológica y política.
¿Por qué no se apela a la consciencia del pueblo de manera organizada para lograr la aplicación de la Ley de Precios Justos? ¿Para qué tenemos las UBCH, los Consejos Comunales, los Movimientos Sociales, los estudiantes de las universidades bolivarianas, las propias milicias bolivariana, si no es para incorporarlos masivamente a garantizar que se cumpla esta ley y al mismo tiempo con esta participación conciente y voluntaria se contribuya a elevar los niveles de conciencia sobre la naturaleza misma de la sociedad de consumo y quien la origina el capitalismo? Así como hay una milicia para defender nuestro territorio, debería haber una milicia para defender nuestra calidad de vida.
Y de cuándo acá una revolución no apela al elemento subjetivo que bastante tenemos en esta Revolución Bolivariana para solucionar los problemas. Es irresponsable llamar al apoyo incondicional al Presidente Maduro y no convocar al mismo tiempo a las grandes mayorías a participar en el combate de la inflación, del bachaqueo, de la corrupción. No basta un número de teléfono es la organización directa de los trabajadores, del pueblo, lo que podrá multiplicar la defensa no ya de nuestro territorio, sino de nuestro proyecto bolivariano contemplado en el Plan de la Patria.
Es hora de que nuestro gobierno, el PSUV que está a las puertas del III Congreso aproveche esta coyuntura que estamos viviendo para explicar a nuestro pueblo con detalle y a fondo, cómo es que el modelo capitalista no es la solución, que nuestro modelo no fracasó porque hasta ahora no se ha podido implementar plenamente porque son las leyes del capitalismo las que aún funcionan en nuestra sociedad y aún no se ha llamado ampliamente al concurso de las grandes mayorías para enfrentar la guerra económica ni la aplicación de las tres R.