Presidente Maduro: Libremos sin dilación la batalla de las ideas

Al final, el campo de batalla entre la muerte y la vida está en la mente de las personas. Allí el explotador a lo largo de milenios ha alcanzado victorias sobre un pueblo explotado haciendo que vaya contra sí mismo. Así ocurrió cuando el propio pueblo gritó exultante y enloquecido: ¡CRUCIFÍCALO!, teniendo ante sí la posibilidad de salvar al justo con su voluntad. Así pasó en la terrible soledad de San Pedro Alejandrino con el mágico adelantado, el hombre de la libertad y ángel guía de los derechos de los pueblos, cuando el pueblo lo abandonó al grito de “¡Vete de aquí longaniza!” Al final, en estos como en tantos otros eventos, el verdugo de sus propios hombres y mujeres terminó siendo el mismo pueblo.



La ignorancia es campo fértil para el engaño. Allí, en el ámbito de la credulidad y el desconocimiento la mala yerba del engaño explotador crece a su gusto. Transforma emociones y demuele voluntades blandengues. Así ha sido, así es y así será siempre. Es en el terreno de las ideas donde la vanguardia revolucionaria debe empeñar su mayor esfuerzo. La comunicación de la idea justa, luminosa y sagrada encarnada en un ejemplo de vida absolutamente coherente tiene más poder de convencimiento que mil marchas, o igual número de cuñas y propagandas. Estas hacen lo suyo, impresionan, emocionan o entusiasman a ratos pero adolecen del filo profundo que convence. Una patriota o un patriota consciente, convencido de la razón de sus ideas, de sus dolores y sus esperanzas, no es pasto fácil de la manipulación burguesa, ni amanece un día queriendo votar por su enemigo de clase porque no le gusta un alcalde o un gobernador o culpando a su gobierno de los dolores causados por la guerra económica que le hace la burguesía.



A la mentira burguesa hay que derrotarla con la verdad revolucionaria. La conciencia de clase es fruto del conocimiento de la verdad y siempre es contundentemente revolucionaria. El capitalismo como propuesta de vida para todos los pueblos del mundo, pero en particular para nuestro pueblo, es un camino ¡claro que lo es! Sólo que es el camino seguro al infierno, a la guerra, al hambre, a la exclusión y la muerte, incluso a la extinción de la raza humana y el planeta.

Eso es científicamente demostrable no es necesario recurrir a ardides de ninguna clase, ahí está la historia –antigua y reciente- demostrándolo como “un profeta que mira hacia atrás” Ante las mentiras edulcoradas hoy o grotescas otro día del capitalismo nuestro pueblo debe estar armado con el conocimiento de la verdad, la conciencia profunda de la clase a la cual pertenece y la Patria grande a la que defiende.

Esa es la batalla discursiva y de hechos que debe darse a toda hora y a todo trance. Cada día optamos entre una propuesta que coloca lo humano y lo social por encima del interés egoísta y particular; un ser y estar tras una vida que invoca la conciencia del deber social y la complementariedad amorosa frente a la competitividad darwiniana, salvaje y asesina. Un mundo que proclama la igualdad frente a la explotación del hombre por el hombre y se empeña en la solidaridad frente al egoísmo más brutal e inhumano. Ante esta disyuntiva ¿Cuál debe ser la decisión del pueblo por encima de los desencantos? ¿Qué tiene que ofrecer el capitalismo? Nada que no sea continuar por el desierto interminable de miseria y violencia. Este carnaval de miserias hay que desenmascararlo con verdades, con ejemplos de vida y con argumentos sólidos.

Sólo así se ganará la madre de las batallas que debe librar la Revolución en lo inmediato por encima de las coyunturas distraccionistas a que nos conduce el capitalismo. Esta batalla hay que ganarla ya y ahora antes que sea tarde. Venezuela, Latinoamérica y el mundo así lo demandan y esperan. ¡VACILAR PODRÍA PERDERNOS!


¡SOCIALISMO O MUERTE!

¡VENCEREMOS!


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Martín Guédez


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