ste 21 de enero de 2015, es una fecha para recordar. Así como aquel 8 de diciembre de 2012, todo el país hizo audiencia al histórico y último discurso de Chávez, en esta oportunidad, como si fuera una final de un mundial de futbol, todo un pueblo esperó expectante las palabras del Presidente Maduro; la campaña mediática de la oposición, combinada con la ola de rumores de todo tipo, campaña acompañada de una crisis de desabastecimiento capaz de quebrarle la moral al chavista más pintado, generó como siempre un debate polarizado, al mejor estilo de Chávez: ¿más socialismo? Ó ¿más capitalismo?
Chávez ganó una vez más, esta vez sin el concurso de una elección bajo el arbitraje del CNE y sin su presencia física:
MAS SOCIALISMO!!
MAS CHAVISMO!!
Nunca Chávez pintó un camino suave y lleno de rosas hacia el socialismo.
Desafiar al imperio, al aparato militar norteamericano, al fascismo latinoamericano como su modelo político encarnado en la gran alianza entre la oligarquía colombiana y la venezolana, tal cual la alianza entre la gusanera cubano-mayamera y los fashion-tabaratos venezolanos, impone duras maneras para avanzar, pero avanzar como lo hemos hecho, en inclusión social, en disminución de la pobreza y el atraso, en mejoramiento de los indicadores de salud, educación y vivienda, en el acceso a las nuevas tecnolgías, con avances únicos en el mundo en seguridad laboral y social, entre otros. Son resultados, objetivos, no pueden ignorarse ni ocultarse.
Maduro fue rápido al fondo de la controversia de la economía política, como el mismo Chávez lo dijo en más de una ocasión “No hay economía sin política y no hay política sin economía”.
Estados Unidos, que controla el mercado mundial de los precios del petróleo, optó por una guerra de precios para desafiar a tres potencias petroleras: Rusia, Irán y Venezuela. Para ello le impuso sacrificios a la industria extractivísta norteamericana, inglesa y árabe, inundando el mercado con petróleo saudita, petróleo extraído por el Estado Islámico (ISIS) en Irak, petróleo de esquisto de origen norteamericano y agregando al mercado reservas federales estratégicas propias, de petróleo comprado a altos precios y ahora vendido a bajos precios.
Con cálculos de corto y mediano plazo, USA decide enfrentar con sanciones económicas de fondo a Rusia, cuando al fin logra desentrañar el modelo del estado post-soviético, parecido al modelo chino de estado post-maoista, ambos modelos, se parecen sin duda al modelo de estado chavista en Venezuela, a lo cual se agrega la guerra santa que mantienen contra el estado islámico de Irán, desde que el Ayatolá Jomeini expulsara a la pandilla pro-norteamericana del Sha.
Estos son los enemigos que perturbaron la tranquilidad de Obama, en su discurso de guerra, como ha sido tradición en los presidentes norteamericanos para ir a la guerra contando con la unidad de la ultraderecha norteamericana dividida en sus dos partidos. Para aproximarse al pueblo norteamericano, que ya no quiere más guerras, ofreció “aflojar el yugo” con un precio bajo en la gasolina y compensando ese hueco fiscal, al aplicar un tributo adicional a la minoría del 1% de la población norteamericana que obtiene fabulosas ganancias al controlar el 40% de esa economía.
Enfrentamos por tanto, una intervención más de USA en nuestros asuntos, una disminución de los precios del petróleo desde niveles de 100 dólares el barril, hasta 40 dólares o menos. Nicolás advirtió que este nuevo escenario llegó para instalarse como una nueva realidad, habló con la verdad en la mano. También reafirmó la capacidad estratégica del país para enfrentar la agresión económica contra nuestra economía en despegue.
Durante la era del pensamiento económico del chavismo, Venezuela ha tenido ingresos por 1.200 millones de dólares por la venta internacional de petróleo, con los cuales pudo económicamente despegar y ejercer su independencia y soberanía política, logrando redireccionar la economía hacia una distribución más justa de la riqueza. Permitió desde el año 2007, llevar prácticamente a cero, el aporte en bolívares de PDVSA al fisco nacional, para apuntalar los recursos en dólares de la República, necesarios para el pago de las importaciones y mantener la deuda externa en un límite manejable de hasta el 60% del PIB. Introdujo en cooperación con China, un modelo de pago con petróleo de nuestras reservas probadas para la deuda externa generada por la importación de maquinaria y tecnología china.
Descodificó el tabú construido por la economía neo-liberal sobre el dólar como reserva estratégica a partir de aquella celebre polémica y controversia pública con el Banco Central de Venezuela sobre el “millardito”, que luego facilitó la transferencia de 8.000 millones de dólares de las reservas monetarias al FONDEN y el uso de los petrodólares para generar el gran despegue social de la economía venezolana. Algo que no se ha querido entender en el legado de Chávez y debe desarrollarse como política económica: la transferencia al Banco Central de todo el oro que sea extraído en Venezuela, sea por la pequeña minería o por grandes empresas, para apalancar la fortaleza del bolívar fuerte, descodificar el “fetiche del dólar americano” que agobia y perturba la conciencia de muchos venezolanos para que dispongan de una alternativa monetaria sólida con la emisión de una numismática en oro y usen el dólar para lo que realmente lo necesitamos