Prologo a la edición cubana de Razón y Revolución


La noticia de la publicación de la edición cubana de Razón y Revolución ha sido motivo de gran alegría para Ted Grant y para mí. Ya han pasado diez años desde la primera edición inglesa de este libro. Desde aquel entonces ha tenido una gran acogida en todo el mundo, siendo traducido al español, alemán, italiano, griego, turco, urdú (Pakistán) y pronto estará listo en holandés y francés. También ha sido publicado (“traducido” al inglés norteamericano) en los EE UU.
La acogida del libro ha sido particularmente importante en América Latina. Muy pronto desde su primera edición recibimos una petición desde la Universidad de Sao Paulo, pidiendo permiso para republicar la tercera sección, La vida, la mente y la materia, como base de un curso de post doctorado sobre los orígenes humanos. Hace poco di un discurso sobre el libro ante un auditorio de unos 400 estudiantes de la Facultad de Ciencias en la UNAM, en el Distrito Federal de México, en que los profesores Dr. Pedro Miramontes y Mtro. Guillermo Gómez Alcaraz, conocidos expertos en la teoría del caos, recomendaron calurosamente el libro a los estudiantes. Posteriormente, nos pidieron permiso para utilizar el libro en la facultad.

El libro ha tenido un gran eco en círculos académicos en muchos países. Sin embargo, la audiencia más importante para los autores no es el mundo universitario, sino el movimiento obrero, la juventud y los revolucionarios del mundo entero.

En este sentido, nos causo una gran satisfacción el que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en sendas ocasiones haya recomendado este libro al publico. Tuve el honor de conversar con el Presidente sobre el libro y el marxismo en general, y me expreso su enorme interés en el contenido del mismo, recomendando la publicación de una edición venezolana en un futuro próximo.

Alguna gente ha preguntado por qué elegimos ese momento para escribir un libro acerca de la filosofía marxista y las ciencias modernas. La razón es muy sencilla. Razón y Revolución apareció en un momento histórico en el que las ideas del socialismo, del comunismo y del Marxismo estaban siendo atacadas en una campaña sin precedentes en la historia. Esto no es ninguna casualidad. A lo largo de la historia nunca ha sido suficiente para la clase dominante derrocar una revolución. Es menester erradicar la memoria de la revolución, borrar todas sus ideas y todos sus ideales, para que las futuras generaciones no puedan tener acceso a las mismas. La revolución debe ser condenada al olvido. Esta ha sido la actitud de la burguesía, no sólo hacia la revolución proletaria, sino también hacia su propia revolución.

Fíjense ustedes en la saña y la malicia con que la gran mayoría de historiadores burgueses escriben sobre la revolución francesa del siglo XVIII o, inclusive, sobre la revolución inglesa del siglo XVII.

Después del colapso de la URSS, la burguesía estaba eufórica. Los estrategas del capital hablaban en un tono triunfalista del fin del socialismo, del fin del marxismo y, en algunos casos conocidos, hasta del fin de la historia. El capitalismo (“la economía del libre mercado”) ahora era el único sistema posible. La humanidad se encontraba frente a un futuro glorioso de paz, prosperidad y democracia. Una década mas tarde es patente que todas estas ilusiones absurdas han colapsado como un castillo de naipes. Mires donde mires hay guerras, miseria, explotación e injusticia. Incluso vemos crecientes elementos de barbarie en un país tras otro, en un continente tras otro.

En la primera década del siglo XXI, la humanidad se encuentra en la encrucijada. Por un lado, los avances espectaculares de la ciencia y la tecnología nos abren un horizonte sin limite de posibilidades para el desarrollo de la humanidad y la cultura. Por otra parte, un sistema socioeconómico caduco y podrido amenaza el mundo entero con su destrucción. Todo indica que el sistema capitalista, que en su día logró un tremendo auge de las fuerzas productivas, se ha convertido en un gigantesco freno al desarrollo de la industria, agricultura, la ciencia y la tecnología. Lejos de hacer avanzar la cultura y la civilización, las esta socavando sistemáticamente. En los EE UU, donde George Bush esta aumentando a nivel desconocidos los gastos armamentistas, el gobierno está atacando las pensiones y la seguridad social (Medicare).

En los países europeos todos los gobiernos están atacando la seguridad social y el estado de bienestar. El desempleo sigue creciendo incluso en un periodo de “boom”. En Alemania la cifra oficial de desempleo supera los 10 millones por primera vez desde los tiempos de Hitler. La cifra en Francia es similar. Pero en África, Asia y América Latina la crisis del capitalismo significa una catástrofe humana sin precedentes. Ocho millones de personas mueren cada año simplemente porque son demasiado pobres para sobrevivir. Y este holocausto silencioso se da en un mundo en que la ciencia y la tecnología han alcanzado niveles suficientes para eliminar la pobreza y el hambre inmediatamente si existiera un sistema económico racional.

Según las cifras del banco mundial, 1.100 millones de personas viven en la extrema pobreza ganando menos de un dólar al día. La desigualdad crece por momentos, no sólo en los países subdesarrollados sino también en los países capitalistas industrializados. En los EE UU la proporción de la renta nacional representada por el Capital esta a su nivel más alto en los últimos 75 años, mientras que la proporción representada por la clase obrera esta en su punto mas bajo. En Europa la situación es similar.

Los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres se hacen cada vez más pobres. Un estudio realizado por la Mercer Human Resource Consulting para el Wall Street Journal demuestra que en el año 2004 las bonificaciones a los jefes de las 100 mayores empresas norteamericanas aumentaron en un 46.4%, siendo la cifra promedio 1,14 millones de dólares. Michel Eisner, el ejecutivo principal de la Walt Disney, que fue casi dimitido por los accionistas el año pasado por su ineficacia, recibió una bonificación de 7,25 millones de dólares. En 2004, los beneficios de las empresas en los EE UU aumentaron en un 20%, mientras que los salarios de los obreros norteamericanos apenas experimentaron ningún aumento.

El marxismo es una filosofía

El marxismo es, antes que nada, una filosofía, una "weltanshauung". El método científico del marxismo es el materialismo dialéctico. El marxismo sin materialismo dialéctico (una extraña idea que algunos “marxistas” han defendido ocasionalmente) sería aproximadamente como Hamlet sin el príncipe de Dinamarca. El vinculo orgánico entre el marxismo y el materialismo dialéctico lo han comprendido perfectamente sus enemigos. Por eso, a lo largo de los años han dedicado mucho tiempo y muchos esfuerzos e intentos en atacar el materialismo dialéctico como una idea mística o pseudo científica. Hace muchos años, leí un libro voluminoso escrito por un tal Gustav Wetter, un teólogo jesuita que era uno de los intentos más serios de demostrar la falsedad de la dialéctica, siendo un ejemplo muy peculiar del género, ya que el señor Wetter por lo menos se había tomado las molestias de leer a Marx y a Engels. No puedo decir lo mismo de la aplastante mayoría de los otros críticos burgueses de la filosofía marxista.

Una de las criticas más persistentes que se suele hacer del libro de Engels La dialéctica de la naturaleza es que se basada en “ciencia anticuada”. En Razón y Revolución, Ted Grant y yo volvimos a los mismos argumentos de Engels, tomando como ejemplos los descubrimientos más recientes de la ciencia moderna. He de confesar que yo mismo estaba gratamente sorprendido con los resultados. No solo los resultados de la ciencia moderna han confirmado de una forma brillante las ideas de Federico Engels y Carlos Marx, sino que demuestran la absoluta necesidad del método dialéctico en el terreno de las ciencias, que cada vez mas chocan contra las limitaciones de la lógica formal.

En los diez años siguientes a la publicación de Razón y Revolución ha habido nuevos descubrimientos que corroboran todavía mas esta afirmación. En particular las extraordinarias revelaciones del proyecto del genoma humano han destruido totalmente las teorías creacionistas y al mismo tiempo han cortado la hierba debajo de los pies de todos los racistas y reaccionarios, que intentaron buscar un último refugio en una caricatura pseudo científica de la genética, particularmente en los Estados Unidos.

Una de las contradicciones más llamativas de nuestra época es el enorme contraste entre los logros científicos de los EE UU y el carácter extraordinariamente retrógrado de la conciencia de su clase dirigente. En estos momentos están hablando de enviar a un hombre al planeta Marte. Nadie duda que disponen de la tecnología y la ciencia para hacerlo. Pero si pudiéramos abrir la cabeza de George W. Bush y estudiar el contenido de su cerebro, ahí encontraríamos toda la basura acumulada de la superstición, los prejuicios y la ignorancia de los últimos 500 años.

El actual presidente de los EE UU, que hasta cierto punto tiene en sus manos el destino no sólo de todos los habitantes de los EE UU, sino del planeta, es sin lugar a dudas uno de los hombres más ignorantes y atrasados que jamás ha ocupado una posición de dirección política en América o en ningún otro país. Es un hombre profundamente religioso, o mejor dicho, supersticioso, que cree que cada palabra de la Biblia es literalmente verdad, y que el mundo esta dividido entre los ángeles y los demonios, igual que los fanáticos de la Santa Inquisición o las sectas flagelantes que proliferaron en la época del declive del feudalismo. Desde un punto de vista intelectual, el señor Bush no ha avanzado ni un solo paso con respecto a estos fanáticos.

En los últimos años se ha puesto de moda hablar del fundamentalismo, con lo cual se sobreentiende como regla general el fundamentalismo islámico. Pero como ya explicamos en el primer capitulo de Razón y Revolución, existe también fundamentalismo judío, fundamentalismo hindú y, como no, fundamentalismo cristiano. Es un hecho constatable que los padres de la revolución Americana del siglo XVIII eran hijos de la Ilustración y que no eran particularmente religiosos. Eran demócratas revolucionarios que insistieron entre otras cosas en la separación radical entre la Iglesia y el Estado.

Hoy por hoy, la situación en los EE UU es precisamente la contraria. La Casa Blanca está dominada por una camarilla reaccionaria en que la agresividad imperialista esta mezclada con un fanatismo religioso que es el fiel reflejo del fundamentalismo de Osama Bin Laden. No es ninguna casualidad que Osama Bin Laden empezó su carrera como terrorista bajo los auspicios de la CIA, y que el fundamentalismo islámico fue potenciado deliberadamente por Washington en la década de los 80 y 90 como parte de su Guerra Santa contra la Unión Soviética. “Cría cuervos, y te sacaran los ojos” como dice el refrán.

La derecha religiosa en los EE UU representa la esencia destilada de la reacción. Es la negación de la ciencia, la cultura y todos los logros de la civilización a lo largo del último milenio. Los antepasados de estos señores quemaban a mujeres desafortunadas acusadas de brujas, pero estos antepasados nunca pensaban que iban a tener en sus manos el aparato militar más poderoso en la historia del mundo. Ahora sus descendientes arrasan países enteros, masacrando a hombres, mujeres y niños sin piedad, y después tranquilamente van a la Iglesia para cantar Loas al Señor. En esta contradicción tan tremenda vemos un ejemplo muy claro de la dialéctica.

En las condiciones actuales del mundo en que vivimos, la lucha por la democracia, la cultura, y la civilización pasa por una lucha sin cuartel contra el imperialismo y el sistema capitalista que lo engendra de una forma inevitable. La lucha revolucionaria tiene muchos elementos. La lucha política, la lucha económica y, también, como explica Engels, la lucha ideológica. La publicación de Razón y Revolución forma parte de un proyecto protagonizado en España por la Fundación Federico Engels, y a nivel internacional por la pagina web En Defensa del Marxismo (http://www.marxist.com) que pretende contestar una por una las falsificaciones de la burguesía y poner las ideas del marxismo a disposición de la nueva generación.

Superioridad del marxismo

La superioridad del marxismo nunca ha sido más evidente que en el momento actual. Esta afirmación se puede demostrar fácilmente. Si tomamos cualquier libro burgués, sea cual sea, escrito hace 150 años, hoy en día, ese libro no tendrá más que un mero interés histórico. No obstante, si leemos El Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Marx y Engels hace mas de 150 años, vemos inmediatamente que este es el libro más contemporáneo que existe. He aquí una descripción precisa del mundo, no de 1848, sino de hoy. He aquí un análisis brillante y profundo de todos los fenómenos más importantes del mundo en que vivimos: la globalización, la concentración del capital, las causas de la explotación, de la riqueza y la pobreza, las crisis económicas, etc.

¿De dónde viene esta superioridad tan evidente del marxismo? El materialismo histórico –el método empleado por Marx y Engels en El Manifiesto del Partido Comunista y todos sus demás escritos – es solo una aplicación del materialismo dialéctico a un terreno concreto. Pero realmente el materialismo dialéctico tiene una aplicación bastante más amplia que la historia y la sociedad humana.

Engels define la dialéctica como las leyes más generales de la naturaleza, el pensamiento humano y la sociedad humana. ¡Ésta es una afirmación extraordinariamente ambiciosa! Pero en la década siguiente a la publicación de nuestro libro, el método dialéctico ha recibido un apoyo muy importante desde una óptica que no tiene nada que ver con el marxismo ni la política. Aunque la teoría del caos se encuentra todavía en su infancia, nadie puede dudar que sus descubrimientos se aproximan bastantes al método dialéctico descubierto por Hegel y elaborado desde un punto de vista materialista por Marx y Engels.

La teoría de la ubicuidad es un derivado reciente de la teoría del caos. Como ya se desprende de su nombre (la palabra ubicuidad se deriva del latín ubique, que significa “por todas partes”) se trata ni más ni menos que de una “teoría de todo”. En su libro Ubiquity, Marc Buchanan explica como fenómenos tan dispares como ataques al corazón, incendios forestales, explosiones volcánicas, avalanchas, terremotos, crisis bursátiles, el ascenso y colapso de poblaciones animales, guerras, revoluciones y hasta la aparición de nuevas escuelas de arte y cambios de moda – todos están regidos por las mismas leyes (“power law” - ley de potencia) y que esto se puede expresar matemáticamente. Cabe añadir que todos estos fenómenos son igualmente explicables por la ley dialéctica de la transformación de cantidad en calidad, según la cual pequeñas modificaciones conducen en ultima instancia a grandes transformaciones. Éste es uno de los temas centrales de Razón y Revolución.

Para el lector cubano, este libro tiene más que un mero interés intelectual. La revolución cubana fue uno de los grandes acontecimientos de la historia. Fue una inspiración para las masas en toda América Latina y el mundo entero. Pese a todas las dificultades y el acoso permanente del poder imperialista más grande de toda la historia, el pueblo cubano ha defendido con valentía los logros de la revolución. La nacionalización y la planificación de las fuerzas productivas fueron una gran conquista que han permitido a Cuba alcanzar niveles de salud, enseñanza y cultura sin paralelo en toda América Latina. Han afirmado su dignidad como pueblo y su derecho a decidir su destino contra los intentos del imperialismo de reducirlos nuevamente a la vieja esclavitud.

Con el colapso de la URSS, los EE UU se han transformado en la única superpotencia del mundo. Los imperialistas norteamericanos quieren imponer su dominio por todas partes. Pero este coloso tiene pies de barro. Internamente esta plagado de contradicciones: económicas, políticas y sociales. Crece la oposición a la guerra criminal en Irak que supone una hemorragia de sangre y de oro, que ni siquiera el país más rico del mundo puede soportar por mucho tiempo. También crece la resistencia al imperialismo de millones de obreros y jóvenes en todo el mundo. En América Latina, George Bush se enfrenta a una rebelión creciente en un país tras otro.

La hostilidad obsesiva de la administración de George Bush hacia Cuba y Venezuela, en el fondo refleja su honda preocupación por esta creciente rebelión de las masas. Cuba y Venezuela son puntos de referencia para las masas en toda América Latina, donde no hay actualmente ni un solo régimen burgués estable desde Tierra del Fuego hasta Río Grande. He aquí la razón porque Washington no puede tolerar la existencia de la revolución cubana o venezolana.

En ultima instancia, la única manera de salvar la revolución cubana es el triunfo de la revolución socialista en América Latina. Esta era la visión de Che Guevara, que dio su vida para realizarla. En aquel entonces no pudo triunfar, pero ahora las condiciones están madurando para el triunfo de un amplio movimiento anti-imperialista y anti-capitalista en América Latina, como demuestran los grandes avances de la revolución venezolana.

Los que afirmaron rotundamente que la historia había terminado se equivocaron totalmente. La historia humana no ha terminado. Apenas ha empezado. Hoy por hoy, a nivel mundial, el sistema capitalista se encuentra en bancarrota: económica, política, militar, moral y filosófica. El único problema es que la conciencia de las masas anda por detrás de los acontecimientos. Desde un punto de vista marxista, este hecho no tiene que sorprendernos. La conciencia humana en general es extraordinariamente conservadora. La gente se agarra a lo conocido, a lo “normal”, a los viejos hábitos y costumbres, hasta que acontecimientos explosivos destruyen la vieja rutina y les obligan a hacer frente a la realidad de su existencia.

El ejemplo mas grafico del atraso de la conciencia es la mentalidad extraordinariamente atrasada de George Bush y el círculo que le rodea. Pero la dialéctica de la historia está preparando una revancha muy dolorosa para estos señores. Debajo de la superficie de aparente calma, se están gestando en los propios EE UU enormes contradicciones que en un momento determinado saldrán a la superficie.

Un estudio en profundidad del materialismo dialéctico es la condición sine qua non para cualquier persona inteligente que aspira a comprender el mundo en que vivimos. Solo una comprensión seria de la dialéctica nos permite penetrar en los misterios más profundos de la época en que vivimos. La dialéctica no tiene nada de mística. Es una herramienta muy eficaz que ofrece a la nueva generación de luchadores la posibilidad de adquirir una comprensión racional del mundo. Éste es el primer paso en la lucha para transformarlo. Y como explica Carlos Marx: Los filósofos solo han interpretado el mundo de diferentes maneras. Sin embargo, nuestra tarea es transformarlo.

Lahore, Pakistán, 15 de marzo 2005


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Alan Woods


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