Es un hecho evidente que los reformistas en toda revolución toman prestado el discurso de los revolucionarios con el fin de esconder sus intenciones.
Para los reformistas la lucha económica de los obreros provoca alharaca y se amargan. Los revolucionarios empleamos toda reforma por simple que sea con consignas que van más allá del reformismo.
En las palabras, estos individuos rechazan el reformismo como tal, pero de hecho lo aplican en toda la línea al oponerse a la lucha económica de los obreros. Reconocemos a los reformistas ya que siempre que los revolucionarios plantean acciones que van más allá del reformismo, los menosprecian y denuncian.
Los revolucionarios siempre utilizamos de forma práctica las reformas. Por ejemplo, tomemos las elecciones a la Asamblea Nacional, los discursos pronunciados por los diputados dentro y fuera de la Asamblea Nacional, el aprovechamiento de la reforma de las leyes que tocan el proceso económico y social, marcan el predominio de los revolucionarios tanto sobre los burgueses como los reformista, y asumen así la lucha diaria, para auspiciar la organización mediante la lucha por las reformas y su aprovechamiento.
Los verdaderos revolucionarios nunca despreciamos una sola posibilidad por mínima que sea de conseguir reformas y utilizarlas más allá del reformismo, sin detenerse a censurar las luchas económicas reivindicativas de las masas. Mientras tanto, los reformistas realmente con sus hechos truncan la organización de la clase obrera.
Ahora veamos que en algunos escritos aparecidos se hace un uso reformista al intentar reducir la política revolucionaria a una mera lloradera contra las elecciones. Es que el reformismo no emplea la dialéctica marxista para hacer avanzar la revolución. En un artículo a nombre de Toby Valderrama y Antonio Aponte de fecha 06/03/2015 se hace gala de infantilismo, veamos:
“En los últimos meses se ha impuesto con más crudeza esta lógica perversa, nuestros dirigentes, nuestros cuadros medios se empapan cada vez más de ella, los eventos no dan respiro: las primarias, que en realidad son dos elecciones, copan la escena y abren camino a las parlamentarias. Pero después puede venir un referéndum, y más allá unas presidenciales, y luego llega el 2019”.
En ningún momento los autores piensan que las masas oprimidas puedan ser educadas en la revolución mediante las tribunas parlamentarias. Sigamos leyendo:
“Y así, de elecciones en elecciones, la lógica burguesa ahoga a la lógica revolucionaria. Lo importante son las elecciones, no se piensa en otra cosa, el Socialismo se reduce a ganarlas, el resto no se percibe. Puede ser que regresen las compañías gringas que dirigieron el sabotaje petrolero, pero eso no es tema electoral, entonces, no importa; puede ser que los bancos hayan ganado como nunca, no es importante, no es tema electoral. La única respuesta que importa es la electoral, la ubicación de los líderes, de los cuadros medios en el mercado electoral; primero ganar dentro del partido, después afuera, no hay más principios que buscar el voto, la manera no importa, las consecuencias no interesan”.
Los reformistas siempre han aparecido usando un tono revolucionario, aunque podemos identificarlos ya que las consecuencias de sus propuestas son la destrucción del movimiento obrero revolucionario. Su socialismo desprecia la clase obrera por “lochera” y, solo lo emplea como una especie de dogma y recetario infalible sin tomar en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas.