La guerra descargada sobre la revolución ha obligado a cambiar ritmos, discursos, tácticas. Ha puesto al país chavista a resistir. Su tiempo es el que rige los días y debates. El movimiento maestro -y asesino- de la derecha ha sido trasladar el debate del poder popular al desodorante, del antiimperialismo al arroz. No en todas las personas, pero si en demasiadas. Ante ese escenario se hizo evidente la necesidad urgente de dar respuestas concretas y politizarlas. Por eso desde hace varias semanas el debate viene girando en torno a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción -Clap- demonizados por la oposición, puestos como caballería por el chavismo.
Dice una teoría militar que cuando un ejército está asediado -es decir previo a recibir el asalto- debe romper el anillo empujando con toda la fuerza sobre un solo punto. Eso están llamados a ser los Clap: la fuerza que rompa el cerco en el punto que más asfixia, el alimento.
Ese es el tiempo mayor en Venezuela, por donde circulan los debates, el que preocupa en la camioneta, el almuerzo, al cerrar los ojos, al que no se puede escapar en ninguna conversación. A la comida se suma el problema de los remedios y productos de higiene. ¿Dónde conseguir, a qué precio, en qué horario, en qué cantidad?
La pregunta que puede quedar olvidada en este escenario es: ¿dónde está el socialismo? Mejor dicho: ¿se sigue ensayando en medio de la guerra la transición hacia una sociedad post-capitalista? A eso fue que Hugo Chávez convocó a los sectores populares: a construir un país socialista, es decir, más que a resolver demandas básicas insatisfechas -que ahora regresan sobre la mesa. Ese debía ser el tiempo mayor, el qué-hacer estratégico del chavismo.
Preguntarse por el socialismo en Venezuela no es una cuestión abstracta. Las líneas que dejó Chávez fueron claras. "La comuna es el espacio sobre el cual vamos a parir el socialismo", dijo, por ejemplo. O el discurso del Golpe de Timón el 20 de octubre del 2012, cuando llamó a toda la dirección a construir el proceso comunal, a rectificar la mirada estatista y resistente al empoderamiento popular, mayoritaria en el gabinete. La pregunta sobre la transición es la pregunta -no exclusiva pero sí central- sobre el proceso comunal.
No es a priori contradictorio: ¿se puede resistir a la guerra construyendo en ese mismo movimiento el socialismo? Las respuestas están en el territorio.
***
Al sur de la ciudad de Valencia, en el estado Carabobo, se extienden unos valles fértiles y por mucho tiempo abandonados por sucesivos gobiernos. Ahí en enero del 2013 fue registrada la primera comuna del estado: la Comuna Agropecuaria Negro Primero. Hoy son 42 comunas registradas, 19 acompañadas por la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (Crbz)
En la comuna hay jornada de formación política. En una época marcada por la necesidad es imperativo debatir, pensar en colectivo, elevar el horizonte para que no quede diluido en el peso de lo que falta. El taller es para voceros y voceras de diferentes comunas cercanas, comuneros que se están sumando. Piensan cómo afrontar esta etapa y pensar/prepararse para lo que puede venir -una pregunta con más hipótesis que certezas.
-Hablando clarito y raspao, está bien jodido para todos, sintetiza un compañero.
Es una época dura, algunos compañeros arrugan, a varios voceros les falta comida en la casa. No podría ser de otra manera después de dos años con desabastecimiento, aún en zona campesina donde se producen frutas y verduras. A pesar de las dificultades el proyecto no decae, y se trabaja sobre las dos condiciones para que exista una comuna: producción y autogobierno. El objetivo es mejorar en esos planos, y para eso se debe hacer un proceso de evaluación autocrítico -la razón de los problemas es muchas veces externa pero otras tantas interna. Lo difícil es asumir las fallas propias.
-Hay que tener cuidado con la oligarquía comunal, esos compañeros que no consultan, no transfieren, no delegan, no son voceros sino representantes, dice un compañero.
– ¿Las contradicciones del dirigente en la comuna se parecen a las de la dirigencia de la revolución? Pregunta otro.
¿Qué falla en la comuna? ¿Qué es responsabilidad de las lógicas organizativas, los dirigentes? Se trabaja sobre el rol de los voceros centrales, que son por lo general militantes de la Crbz. Es cierto, se repite en el debate: las guerras no las pierden los soldados sino los generales. Si los generales no se miran en el espejo de los resultados entonces cuesta rectificar. Y ellos son también producto de una sociedad y un tiempo histórico – ¿quién escapa a su época?
Esa complejidad -más que complejidad, totalidad- conforma parte de los debates en el taller. Construir el socialismo, sus cimientos en el caso comunal, es un ejercicio en constante equilibrio, con contradicciones como todo aspecto de la vida. No es perfecto, nada lo es. Darle una esencia a un sujeto o proceso -idealizar- es un error.
No están solos: son 1559 comunas registradas en todo el país. Desiguales en cuanto al acumulado, la madurez organizativa, los resortes económicos en pie, pero todas ahí, con la certeza comunal, con un entramado nacional, ensayos estratégicos de cogobierno con el presidente, como fue el Consejo Presidencial de Gobierno Popular con las comunas.
Si no existieran, ¿dónde estaría el socialismo en Venezuela?
***
El doble movimiento es resistir a la guerra y construir el socialismo. Ambas tareas inmensas. Descuidar cualquiera de las dos es ir hacia una derrota. Sin comida no hay victoria, sin pueblo organizado construyendo los cimientos del nuevo Estado tampoco -o sí, pero se renuncia al objetivo estratégico de la revolución.
¿Los Clap pueden ser la síntesis de resistencia y proyecto? En la medida en que el pueblo se las apropie. La pregunta en Negro Primero es por qué haber conformado una nueva herramienta teniendo un tejido de aproximadamente 40 mil consejos comunales en el país. Y la duda -más que duda inquietud- es por qué la dirección de la revolución sigue sin apostar a la construcción comunal. Lo planteado por Chávez en el Golpe de Timón guarda casi cuatro años más tarde la misma vigencia.
Pero ahora con una guerra híbrida, una derrota electoral en diciembre, focos de hambre.
¿Qué quedaría en caso de perderse el Gobierno? ¿Qué del acumulado en los territorios, fábricas, comunas, colectivos, cooperativas? No es una pregunta mía: circula en consejos comunales, barriadas, en la misma palabra del presidente Nicolás Maduro. Porque la revolución no es el Gobierno, es un pueblo, es cierto. Su consciencia, capacidad de resistencia histórica, y sobre todo su acumulado en el proceso de parir lo nuevo, lo que ha logrado injertar -como citaba Chávez a István Mészáros- de elementos de la nueva sociedad dentro de la vieja.
Existe embriones de socialismo en Venezuela. No es menor: ¿cuántos procesos políticos pueden decir lo mismo? Hay sí un tiempo de guerra que arrasa, una dirección que -ya lo decía Chávez- no apunta hacia la radicalización popular/comunal, y un tejido extendido en todo el territorio, desde Caracas hasta Amazonas, con lugares de gran concentración política como por ejemplo la Comuna Agropecuaria Negro Primero.
¿Qué debe esperar el movimiento comunero y popular de la dirección que prioriza acuerdos en los hechos con sectores privados -financieros, empresarios, banqueros, importadores? Las respuestas se irán construyendo desde eso mismos lugares.
Lo cierto es que ahí está el país por venir, que ya existe, donde Chávez vive.
FUENTE: Revista Contrahegemonía http://contrahegemoniaweb.com.ar/en-busqueda-del-socialismo-en-venezuela/