"Es hora de los que aportan y se entregan a una causa, no de los que buscan"
Earle Herrera (socialismo en las chiquiticas).
Ser chavista y/o socialista está reñido conceptualmente con el sectarismo, el grupalismo y cualquier otro ismo que pretenda el privilegio de algún sector en particular, mal heredado de la supervivencia del más apto que da génesis a la explotación de unos por otros pocos de su misma especie humana (para no complicarme con el género al decir explotación del hombre por el hombre) y fundamental motor de la historia capitalista, es decir, todo sectarismo esconde tras de sí rasgos estructurales del pensamiento capitalista.
Desde el socialismo se pregona que en tiempos de guerras como el que vivimos entre explotados y explotadores el único sectarismo aceptable es el de la lucha de clases, pero lamentablemente en la transición, esta desviación pragmática necesaria para la supervivencia del desarrollo de la sociedad socialista, es usada y abusada por cada grupito que se declara poseedor de la verdad para establecer grupos de poder cuyo mayor éxito siempre será el fracaso del proyecto socialista.
Es así como bajo el manto del gran líder revolucionario del siglo 21, se teje una maraña de “grupúsculos de poder” que solo dejan de mirar feo al grupo del “camarada del partido” cuando ese líder los exige en elecciones o coyunturas difíciles de ataques del enemigo de la derecha pero que bajo las aguas “ponen sus cuadros” en los puestos de mayor “poder” para garantizar la supremacía interna de tal manera que garanticen que toda esa estructura que pasó a “liderar se ponga con las dos rodillas en tierra (de rodillas) a “defender” sumisamente (a riesgo de “perder la cabeza”) a su jefe, que en lugar de aportar y entregarse a la causa, son más las veces que esperan obtener los privilegios obscenos del que busca al estilo adeco de pónganme donde hay.
Lo triste es que estos grupos dejan secuelas en cada institución que “administran” que se convierten en campos minados para los otros grupos, minas que normalmente terminan explotando a los pendejos que no se deciden por ningún grupo porque se considera por encima de sus intereses mezquinos y resulta más peligroso que cualquiera de los miembros de los grupos que adversan. Así que en medio de esta polarización entre “chavistas” a los que dejan de cobijarse bajo el escudo protector de uno de los duros de la revolución noles queda otra que arrimarse al sabor o “morir en el intento” cual especie en peligro de extinción.
Me encontré en una institución del estado entre dos grupos que polarizaban al reducido bando chavista, uno acusaba al otro de sectario, de ególatras, de sumisos a un “pseudo líder nacional”, enemigos de la actual administración, sindicaleros de la cuarta, defensores de lo reinvindicativo y no de un proyecto de país,… mientras que de sí mismos decían ser los más amplios, participativos, constructores de la gestión de la empresa y por supuesto más chavistas que los escuálidos esos, mientras que del otro lado, intentaban enamorar a los chavistas con talleres de formación ideológica, llamándose a si mismos los puros, los verdaderos revolucionarios, los que se organizan desde la base, la clase obrera, acusando al primer grupo de patronal, de arribistas, de JB de los jefes, de oportunistas busca cargo (aunque ellos también tuvieran su cuota de poder),…
La verdad es que los dos grupos decían medias verdades de si y del otro que no permitían ver del todo para los espectadores con ganas de militar, los mezquinos intereses de proyectos particulares que se escondían detrás de una férrea y legítima defensa de la revolución. Así sin querer queriendo unos terminan siendo “la realeza Gerencial” y otros los sindicaleros de la cuarta, a decir de su contraparte chavista, terminando todos acorralados por una polarización destructiva que conduce a la contradicción de decir “soy Chávez” perteneciendo a un grupo de poder contra-revolucionario en sus acciones.
Después de años de “militancia” me pregunto qué significa ser militante del grupo tal, qué sentido tiene ejercer esa militancia para “quebrarle las patas” a otros chavistas que de seguro harán todo lo posible por “lincharme antes”, en lugar de concentrarnos en construir puntos de encuentro y en la lucha que nos une y desgastar nuestros arsenales en los enemigos de la derecha, me pregunto qué clase de militante soy: el que llaman para hacer bulto y convalidar estructuras de poder, o el que le toca dejar el pelero para evitar ser parte del sectarismo visceral en que se ve envuelto y que lo pone a jugar el juego de la derecha de la autodestrucción desde adentro del movimiento revolucionario.
Así como me resisto a salirme del PSUV y decido luchar por la construcción de un partido orgánico, verdaderamente democrático, con participación protagónica del poder popular constituyente, que permita la convergencia de diferentes corrientes de pensamiento para enriquecer el contenido ideológico con la convicción de que los que deseamos construir sin ambición personalista ni grupal somos mayoría aunque no la sepamos ejercer, por ahora, de esa misma manera aspiro que en esencia el colectivo en que “milito” (al menos eso creo) supere la etapa del sectarismo que poco tiene que envidiarle a su “enemigo” chavista y se convierta en corriente unitaria que se abrace al clamor de sus bases que piden a grito apertura y participación, de la mano de las otras tendencias camaradas para defendernos y avanzar en el contragolpe revolucionario en contra de la guerra total a la que nos tiene sometido el verdadero y único enemigo de la clase trabajadora, el imperialismo del capital y sus lacayos de la derecha venezolana.
Maduro está dando una gran lección de resistencia, paciencia y sabiduría política al comenzar a superar la ofensiva total de la derecha a pesar de los bajos precios del petróleo, demostrando que Chávez no se equivocó con él, demostremos que no se equivocó con nosotros cuando dijo “yo soy un pueblo carajo” porque Chavez eres tú, dejando de lado mezquindades egocéntricas capitalistas.