Invadidos por el espíritu del postmodernismos muchos políticos del campo chavista asumen que la realidad se construye por medio del discurso. No existe una realidad objetiva independiente de los seres humanos, la realidad es construida socialmente por ellos y la construyen por medio del lenguaje.
De esta manera se llega a cuestionar la noción de verdad, todo es relativo. Por tanto, la realidad no es la realidad real sino aquello que yo digo que es la realidad. Esa realidad que uno experimenta, que uno sufre sus efectos, no es del todo real. Uno tiene que aceptar como real aquello que los políticos “leguajean”, para usar un término acuñado por un intelectual caro a sectores del chavismo. Vivimos así desdoblados entre la realidad que nos golpea a diario y la realidad discursiva que nos cuentan algunos políticos.
En esa maraña discursiva, a cuya construcción se han incorporado las llamadas “redes sociales”, se pierde lo micro-territorial, el ámbito político más inmediato al ciudadano es invisibilizado, queda cubierto por el velo del misterio del discurso nacional. Basta ver un canal del Estado por un rato para comprobar el ahogamiento de la política local. Esa invisibilidad es conveniente a muchos gobernadores, diputados regionales, concejales y alcaldes. Esa situación les permite pasar desapercibidos, quedar fuera de la realidad discursiva, y fortalecer sus feudos.
Hay alcaldes, protegidos por el manto del discurso político nacional, que han constituido verdaderos feudos. Son señores y señoras en sus tierras con todos los poderes. Por declararse como chavistas no son sometidos a ningún tipo de control o evaluación externa, cuentan con “bula papal” para actuar a su antojo. Tendríamos así que algunas alcaldías se habrían transformado en casas del poder del señor feudal, en lugar de casas del poder del pueblo. Se utilizarían todos los recursos del poder local al servicio de la señora o señor feudal.
Eso políticos locales reproducen el discurso oficial, pero sus práctica políticas se centran en la obtención del máximo beneficio económico personal. Esto se hace mediante dos mecanismos fundamentales. Uno es mediante la apropiación de bienes materiales y recursos financieros públicos. Aquí no conocen límites. El otro es mediante la “recolección” de “impuestos”, que llamo personales, de manos privadas y cuyo destino son las arcas personales de la señora o señor feudal. Las y los comerciantes medianos y pequeños son las principales víctimas de este mecanismo. Las grandes empresas se salvan por contar con protección a otro nivel.
En las próximas elecciones la realidad real cobrará venganza. La realidad construida mediante el discurso no podrá tapar más a la realidad real, y será superada por ésta. Ya recibimos una primera lección en las pasadas elecciones de diputadas y diputados a la Asamblea Nacional. Estados que asumimos bajo nuestro control discursivo, resultaron rebeldes y perdimos allí todos o casi todos los y las diputadas. Esos feudos que se han ido creando, solo le sirven a las y los señores feudales temporales, muy poco a la Revolución Bolivariana.
El poder divino del pueblo se encargará de ellos, y lamentablemente en su arrebato de ira decidirán votar por otro de sus enemigos, esta vez del campo de la derecha. Ese será el legado del Feudalismo del Siglo XXI, preparar el camino para la restauración de la derecha.