La Contradicción primaria

Venezuela está sumergida en un cúmulo de contradicciones: las heredadas de gobiernos anteriores y las creadas como consecuencia de la profundización de aquellas. Entre las heredadas que más han contribuido a la situación de ruina y desastre nacional, podemos nombrar: la devaluación de la moneda, inflación, desempleo, pobreza (1998). Dichas contradicciones deberían estar resueltas (2016) por cuanto era el propósito de la llamada Revolución Bolivariana. Pero, ocurrió todo lo contrario, no sólo no se solucionaron, se profundizaron, ahora la devaluación, la inflación, el desempleo, la pobreza alcanzan el clímax y le agregaron una calamidad peor, que las sintetiza a todas: la inseguridad (por causa de la delincuencia, desempleo, pobreza, escasez, carestía, desabastecimiento, crisis de la salud y de la educación).

En los últimos sesenta años pueden distinguirse tres períodos o ciclos de bienestar, seguidos de crisis: el primero, con los gobiernos del Nuevo Ideal Nacional y el gran boom del desarrollismo que desembocó en el gobierno demagogo de Larrazábal y se profundizó con el entreguismo de Betancourt y los gobiernos adeco/católico/militar/copeyanos de cuarenta años. El segundo, con la “Gran Venezuela” (“ta´barato, dame dos”) de Carlos Andrés Pérez (CAP), que condujo al llamado “viernes negro” (marzo de 1983). Y el tercero, con la llamada Revolución Bolivariana, donde el bienestar transitorio ocasionado por la inundación de la renta petrolera en el gasto público, ha conducido a la crisis más profunda de los últimos 70 años que se puede sintetizar en una palabra: HAMBRE. Mayor degradación económica, ruina y desastre nacional ¡Imposible! Si Chávez lo hubiera planificado, no le había salido mejor. Crisis que no tiene justificación ni excusa luego de haber recibido el país, en 15 años, un billón 500 mil millones de dólares (1´´500.000´000.000,00 de US$). Si con esa masa de dinero no fue posible salir de las contradicciones heredadas ¿Cómo pretende el gobierno de Maduro remontar de nuevo la cuesta? La oportunidad se presenta una vez y hay que aprovecharla. El país en lugar de avanzar, retrocedió en el ser, en el pensar y en el hacer.

El gobierno chavista tuvo todo, absolutamente todo lo necesario para realizar el gran cambio estructural, económico, político y social que el país estaba reclamando: (1).- Emotividad de las mayorías nacionales; (2).- Asamblea Constituyente; (3).- El llamado pacto cívico/militar; (4).- Durante cinco años, consenso en la Asamblea Nacional para elaborar leyes y realizar reformas (2006-2011); (5).- Gran financiamiento recibido por la renta y por endeudamiento. Todas estas prebendas y posibilidades fueron echadas al foso de la inconsecuencia. Hoy los venezolanos nos encontramos con el país hipotecado y las manos vacías de soluciones, pero repletas de preocupaciones, la angustia de la sobrevivencia ocasionada por la inseguridad en todas sus formas: escasez, carestía, delincuencia que se sintetiza en la palabra HAMBRE. Nos encontramos ante un gobierno sepultado por sus reiterados errores. Una montaña de contradicciones políticas, sociales y económicas lo aplastan. En 18 años fue “labrando su propio surco y forjando su propia cadena”. ¿Cómo escapar, por ejemplo, del pesado fardo de la deuda sin el aval de la Asamblea Nacional? Cualquier fórmula que adopte para atender el compromiso de la deuda, debe ser ratificada por la Asamblea Nacional que no es un organismo circunstancial, como lo califican los voceros del gobierno. Es un poder del Estado que merece el mismo acatamiento y respeto que se le prodiga a los otros poderes. El desprecio y desconocimiento que el Ejecutivo, desde el mismo momento de la elección (6 de diciembre), ha tenido por la Asamblea Nacional, trasluce desprecio y desconocimiento de la voluntad de las mayorías nacionales que la eligieron con sus votos. El gobierno chavista le dio por desconocer los resultados electorales allí donde no sale favorecido, caso de la Alcaldía Mayor de Caracas. Les inventa organismos paralelos. Lo cual expresa ¡Desprecio a los electores!

Unas y otras contradicciones - las heredadas y las creadas - multiplicadas y profundizadas, tienen origen común en la renta petrolera, por el equívoco uso que se le ha dado de crear bienestar aparente, seguido de crisis. A la “Gran Venezuela de CAP”, la sucedió el “viernes negro” y el “caracazo”. Y a la llamada Revolución Bolivariana, la sucedió la ruina, el desastre, la escasez, el desabastecimiento: el HAMBRE que padecemos sin que en el horizonte de las soluciones, aparezca el menor indicio de sensatez. No hay un gobierno que se le parezca más al de CAP, que el gobierno chavista: ambos demagogos y populistas.

Ante tan despiadada situación económica y social, el panorama no es halagüeño. Se torna muy parecido a la situación que acabamos de presenciar en las elecciones de Estados Unidos: no tener a quien elegir por el desprestigio que acompaña a los dos candidatos y por el desconcierto que crean para el futuro incierto. En Venezuela, las mayorías deben escoger entre la continuidad del actual gobierno fracasado y la MUD, heredera del fracaso de los gobiernos anteriores. Es lo que Julián Assange (Wikilikes) decía, al referirse a la escogencia de candidato en Estados Unidos – “Es como escoger entre el cólera y la gonorrea”. Escoger entre el chavismo y la MUD que cada día demuestran su incompetencia para asumir los gravísimos problemas que confronta el país.

La MUD, desde que recibió el mandato en la Asamblea Nacional ha sido incapaz de definir la contradicción que debe privar por sobre las demás contradicciones, a las cual dirigir la lucha. Nadie lo pone en duda, el problema o contradicción fundamental es el HAMBRE, la sobrevivencia, la inseguridad en todas sus formas. La MUD durante once meses ha divagado entre el Referendo Revocatorio, la amnistía, los presos políticos, la Ley de la propiedad de la vivienda o del Bono de Salud para los pensionados del Seguro, y otros temas que no tienen prioridad. En el diálogo que se concretó la semana pasada – entre el gobierno y la MUD - da grima oír a los voceros de la MUD, colocar en primer punto del Orden del Día, la cuestión de los presos políticos. Ese no es el problema del país. ¡Eso no se come! El problema del país, está en el HAMBRE que padecen las mayorías nacionales. Es la contradicción primaria, a la cual hay que dirigir todos los esfuerzos de solución. Los presos políticos, la amnistía, la propiedad de la vivienda y el Bono para las personas mayores, son secundarios. Comida, medicinas, salud son los problemas que atañen a las mayorías y no los 120 presos políticos. “¡Hambre es hoy el grito nuevo!”.

La triste y dura realidad está en que las mayorías nacionales no tienen, carecen de una propuesta de cambio real. ¿Cambiar el desastre y ruina del gobierno actual, por el desastre y ruina de hace veinte años, encarnado en la MUD?

Hasta tanto en el país no surja de las mayorías nacionales la izquierda clasista, que presente un auténtico plan de transformación nacional, es imposible encontrar salida a la situación creada por la mal llamada Revolución Bolivariana, desastre que, con pañitos calientes, sería continuado por la MUD.



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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