"Mambrú se fue a la guerra,
¡qué dolor, qué dolor, qué pena!
Mambrú se fue a la guerra,
no sé cuándo vendrá.
Do-re-mi, do-re-fa,
no sé cuándo vendrá".
La letra de esta canción familiar seguramente para muchos de los lectores de este artículo, ya que figura en sus distintas versiones entre las canciones infantiles más populares, nos remonta a los tiempos de la Guerra de Sucesión de España, donde fue compuesta tras la batalla de Malplaquet (1709) en el enfrentamiento entre el ejercito de Francia y Gran Bretaña, dedicada de manera burlesca por los franceses a Jhon Churchill, duque de Marlborough, Inglaterra, cuando lo creyeron muerto. De allí la canción paso a Versalles, España, donde una carismática nodriza la tarareo hasta contagiarla a los más chiquitines quienes se la apropiaron como parte de su diversión. De esta manera, parte de la manifestación del cinismo de la crueldad humana ante lo brutal de la guerra se introdujo en el imaginario de la inocencia, dando la oportunidad de ser bailada por soldaditos de luz que marchando imaginan ir a la guerra.
Al tarareo de esta canción y otras va saliendo el sol del amanecer hacía la III Globalización, donde renace la sed imperialista por el saqueo a los recursos naturales (oro, coltan, diamante, biodiversidad genética, agua cristalina, oxígeno puro, otros) al tiempo que se desatan las cuerdas que tensan la creación de un nuevo ordenamiento mundial donde los bloques de poder se disputan el puesto de erigirse como administrador supremo del planeta, erosionando así la idea original de los Estado-Nación. En la reina madre, Venezuela, parturienta adolorida, de la posibilidad de una nueva raza, la raza cósmica, se desarrolla un conflicto épico sin precedentes históricos, el cual quienes puedan interpretar más allá de lo evidente, lograran contornear las formas del enfrentamiento entre ángeles y demonios, con seres humanos vulnerables en el medio, susceptibles de manipulación por unos y otros.
Ante esta errática amenaza de las garras de la bestia sobre la reina madre, Venezuela, solo queda una opción…luchar por la Humanidad, retornando a los principios esenciales de la existencia de una cultura por la vida que pueda enfrentarse a la cultura de la muerte que nos acecha.
Uno de estos principios esenciales, cuya obligación de todos consiste en recobrar y defender, es la PAZ…
Pero ¿qué ocurre en Venezuela? si todos la buscan pero nadie la encuentra. El pueblo y los ciudadanos de a pie anhelan PAZ, los mediadores internacionales y las religiones promueven la PAZ, los líderes políticos reclaman la PAZ….pero esta sigue siendo una idea abstracta que se evapora en las nubes. Pareciera que la PAZ se ha transformado en una Quimera inalcanzable, una palabra sin realidad, un aforismo sin posibilidad, y que la sensación de olor a muerte y sangre se amolda con mayor facilidad.
¿Pero por qué?...Simplemente porque la PAZ no se anhela, no se promete, no se reclama…SE CONSTRUYE.
Y para construir la PAZ se debe iniciar por ser capaz de DARLA.
¿Qué a dónde voy con todo esto?...
Cuando ilustramos la manifestaciones y movilizaciones dentro de este conflicto épico, tanto las que impulsan protestas como las que respaldan con apoyos al actual gobierno venezolano, contemplamos atónitos todos aquellos que luchamos a pesar de la tempestad por mantener despierta la sensibilidad humana, la disputa por legitimar en estas el uso de las banderas de amor y paz, cuando en realidad ambos lados supuestamente antagónicos pero con naturalezas similares, dejan visualizar en sus manifestaciones, símbolos, lógicas y emociones que son completamente incoherentes con lo que pregonan. De un lado, los que avanzan junto al gobierno de Nicolás Maduro Moros, con espadas de libertadores, capuchas y motorizados con carácter atemorizante, etc. Mientras que los que luchan fervientemente por la salida democrática o no tanto de un gobierno que sienten autoritario y violador de derechos humanos, lo hacen con banderas de siete estrellas al revés, jóvenes encapuchados en signo de resistencia, rostros ocultos detrás de pintorreteos reflejando calaveras y mascaras de una ficción que proyecta el anarquismo, etc. La lógica que desencadena a las dos masas vivientes de ciudadanos es la del derrocamiento sin cuartel a un enemigo, y sus emociones son la hira, el resentimiento, la rabia, el dolor, la tristeza, la frustración, la impotencia, la extraña mezcla de esperanza y desesperanza a la vez, un mosaico de pasiones humanas tendientes a la confusión de la oscuridad. En ambas parcelas de seres humanos arrastrados a una pelea sin cuartel por el poder, en garantía de los intereses de unos pocos tanto internamente al país como internacionalmente, se puede contemplar a los soldaditos de luz, formando parte de este escenario similar a los del llamado a una posible guerra, como se construían en un pasado remoto.
Estos soldaditos de luz son los niños y niñas que en Venezuela son utilizados y captados sin mala intención, por desconocimiento, fanatismo inconsciente, o calculadamente de una manera maquiavélica, a ser parte de esta lucha épica, la cual les es extraña más allá del dolor que algunos puedan sentir por ser cercanos o víctimas de los efectos del derrumbamiento social y la persecución política, invitándolos a seguir consignas que aún no pueden ni siquiera comprender sinceramente y mucho menos aprehender como propias. Los vemos marchando en manifestaciones, tanto de apoyo al gobierno de Nicolás Maduro Moros, como las que apuestan a su salida. En complicidad de gran parte de los que orquestan y protagonizan estas acciones tanto sociedad civil, resistencia, colectivos, organizaciones populares, padres y madres, representantes, educadores y con una gran irresponsabilidad políticos por su aprobación o silenciamiento. Muchos son los que se convierten en asesinos del derecho a los sueños y las fantasías, exponiendo incluso de manera abierta la seguridad física de estas inocentes personitas, arrastrándolos a transformarse en soldaditos de luz, mientras perforan de esta manera su infancia, sentenciando la violencia mientras convocan la PAZ.
Por eso exhorto a todo aquel que aún crea en Venezuela, su nobleza y potencial, independientemente del polo en que el que ubique dentro de la historia o su sensatez despolarizada, a construir UNA ALIANZA EN PROTECCIÓN Y DEFENSA DE LA INOCENCIA Y LA MAGÍA DEL MUNDO QUE DEBE CARACTERIZAR A TODOS LOS NIÑOS Y NIÑAS DE LA PATRIA.
DEMOS TODOS CON VALENTÍA Y DESICIÓN UN PASO HACÍA ADELANTE PARA QUE YA NO HAYAN MÁS
SOLDADITOS DE LUZ.
DEFENDER A NUESTROS NIÑOS Y NIÑOS ES TRASFORMAR EL FUTURO.
*Constructora Social del Movimiento por la Democracia y la Inclusión; MDI. La Gran Caracas.