En varias oportunidades he criticado el exagerado apego de algunos educadores chavistas con el ideólogo adeco Luis Beltrán Prieto Figueroa y otros pedagogos de la derecha. Por cierto, Prieto solo escribió sobre educación mientras militaba en AD. Además, sabemos que su ruptura con AD no fue por principios, solo fue porque no lo nombraron candidato a la presidencia. Por otro lado, y más importante, es la adopción entre amplios sectores de educadores chavistas, y en especial entre grupos muy influyentes, del pragmatismo estadounidense. Y para agravar las cosas, en el discurso educativo chavista predominan las influencias de pedagogos e intelectuales al servicio del capital. Es muy raro encontrar menciones a la obra de pedagogos revolucionarios, de propuestas teóricas-metodológicas creadas en el fragor de procesos revolucionarios. La enseñanza basada en proyectos, propuesta del pragmatismo, la asumimos como un sentido común, pero ignoramos la "enseñanza por complejos" basada en la dialéctica materialista.
Difícilmente encontramos referencias a propuestas educativas revolucionarias como las de Samora Machel en Mozambique, Bishop en Granada, Allende en Chile, el Ché en Cuba, los zapatistas, el movimiento cooperativo italiano, etc., ni de autoras y autores como Anibal Ponce, Gramsci, Marx, Krupskaia y muchos otros. Las propuestas pedagógicas de la derecha suelen ser muy sencillas, reducidas a unas pocas oraciones y de fácil asimilación y reproducción, como por ejemplo; cada quien construye su propio conocimiento. Mientras que las propuestas revolucionarias resultan más complejas, y suelen ir en el sentido contrario de las ideas pedagógicas dominantes, contrarias al sentido común. No podría ser de otra manera, porque son revolucionarias y científicas. Como muestra transcribo a continuación un fragmento de un escrito de Gramsci sobre la educación y las dificultades que enfrentan las y los hijos de los obreros y los campesinos en la escuela.
"(...) La participación de mayor número de gente en la escuela media trae consigo la tendencia a retardar la disciplina del estudio y a introducir "facilidades". Muchos piensan que las dificultades del estudio son artificiosas porque están acostumbrados a considerar trabajo y fatiga tan solo al trabajo manual. La cuestión es compleja. El niño de una familia tradicional de intelectuales supera más fácilmente el proceso de adaptación psicofísica, y cuando llega por primera vez a clase tiene varios puntos de ventaja sobre sus compañeros; ya ha adquirido una orientación por medio de las costumbres familiares, se concentra y pone atención con más facilidad porque tiene el hábito de la actitud física, etc. Del mismo modo, el hijo de un operario urbano sufre menos al entrar en una fábrica que un hijo de campesinos o un joven campesino adaptado a la vida rural. También tiene importancia el régimen alimenticio, etc.
He ahí la causa por la cual mucha gente del pueblo piensa que las dificultades del estudio son un "engaño" que se les juega (cuando no piensan que son estúpidos por naturaleza); ven cómo el señor (y para muchos, en el campo especialmente, señor quiere decir intelectual) cumple con soltura y aparente facilidad el trabajo que a sus hijos les cuesta lágrimas y sangre y piensan que es un "engaño". En una nueva situación, estas cuestiones pueden llegar a ser sumamente dificultosas y entonces se deberá resistir a hacer fácil lo que no puede ser modificado sin ser desnaturalizado. Si se quiere crear un nuevo estrato de intelectuales, hasta llegar a las mayores especializaciones, en un grupo social que tradicionalmente no ha desarrollado las aptitudes adecuadas, se deberán superar dificultades inauditas."