La ideología y la definición de clase (II)

Decíamos en nuestro artículo anterior que nos encontraríamos con una inmensa variedad de opiniones, producto de la hermenéutica, lo cual ha sucedido, interpretación que no desmeritamos y que promueve el debate para definir la ideología y la clase dirigente en el proceso de la revolución bolivariana para conformar un nuevo País, un nuevo Estado, un nuevo hombre comprometido con un proyecto socialista, el cual debe ser indiscutiblemente dirigido por el proletariado; es decir, por la clase proletaria de la República Bolivariana de Venezuela. Estamos en contra de los análisis descontextualizados, sesgados, que sí producen confusión, dudas y sentimientos adversos al propósito original del mensaje. No se debe separar la teoría de la práctica que produce en verdad una praxis, no existe una  praxis absoluta, una praxis “per se” por encima de la ideología y tampoco existe un investigador por encima o por fuera de la ideología de una clase; siempre el producto intelectual tendrá su sello de clase, asumido con voluntad su adherencia, su sentimiento, su reconocimiento y su inserción o deserción por parte del productor.

Basándonos en afirmaciones anteriores, insistimos nuevamente en la importancia que tiene el consumo proteico en proporcionar mayores posibilidades de producir ideas mas claras y definidas en el sujeto; en contraposición a condiciones de subalimentacion, que en la mayorías de las veces descerebran  y desarraigan ( desde el punto de vista social ) al humano. Retomemos algunas enseñanzas que nos dejó un camarada barbudo, allá por la mitad del siglo XIX  y que constituyen un gran trabajo científico, para entender con mas claridad el papel que juega la alimentación en la producción de ideas, el trabajo, los medios de producción y la lucha de clase.

El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad. Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años – que en la historia de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un hombre – antes de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió, ¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. (….) La acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma – la albúmina viva – exista y reaccione (…)

Esta reacción se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de ninguna clase (…) lo mismo que el desarrollo del embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos (...) En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al organismo nuevas y nuevas substancias, con lo que fueron creadas las condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres humanos; pasan de la alimentación vegetal a la mixta con la caza y la pesca agregándole al organismo ingredientes esenciales para su metabolismo, revelándose con el consumo de carne la influencia en el cerebro de substancias esenciales para su desarrollo.(F. Engels: El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono al Hombre).

Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo proyectado por ella. Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas).

La vida del hombre siempre ha dependido de su trabajo, estos a su vez están relacionados con alimentación, con la prosecución de comida para sobrevivir, así fueron progresando paralelamente la evolución de las especies y la creación de las herramientas para satisfacerlas. Es irrefutable la historia de la humanidad como también es irrefutable la historia del trabajo con ella y por consiguiente la división del trabajo, las formas de producción mejoradas cada vez más, la acumulación de la riqueza en manos de una minoría, la división de la población en clases, en clases dominantes y en clases oprimidas. Por lo tanto, salta a la vista la diferencia entre una concepción idealista de la realidad y una concepción materialista; ambas dialécticas, en la primera, la conciencia dada por el pensamiento como abstracción del pensamiento mismo y en la segunda, la conciencia como abstracción del objeto, de la realidad, de la naturaleza, de la historia; es decir, el paso del mundo cerrado de la conciencia al mundo abierto de la naturaleza y de la historia.

Aclarado un poco más el punto, lo esencial es reconocer que en Venezuela si existen las clases, las luchas y los antagonismos de clase y que se ha librado en las numerosas batallas electorales una lucha de clases; en tanto que, el líder único e indiscutible, el Comandante Presidente Hugo Chávez es símbolo vivo de las luchas anticapitalistas y antiimperialistas, vocero digno de todo un pueblo oprimido por siglos, no es difícil entender que representa a las grandes mayorías, a la clase proletaria de Venezuela y del mundo. El establecer un criterio ideológico para contextualizar la confrontación de las ideas y la lucha, no significa racismo o fascismo; por el contrario, sí se pretendiera encasillar la realidad concreta, omitiendo la objetividad para darle cabida a la subjetividad, eso si hay que desenmascarar, pues allí subyace la falsa conciencia.

Alguien señalaba con mucho acierto refiriéndose al proceso revolucionario, y que nosotros nos identificamos con esas interrogantes planteadas: ¿Sin la conciencia de clase y la formación ideológica, cual será el futuro de nuestra revolución? Además, ¿se puede lograr esto sin lucha de clase, sin guerra de clase, ¿Cuáles serán nuestras armas con las que concretamente "rechazaremos al neoliberalismo y al imperialismo estadounidense”?

La obra revolucionaria y su ideología tienen vocación desalienadora, no simplemente de desarrollo económico, seguridad social y avance cultural. Les es intrínseca la tendencia a superar las disímiles e históricamente cambiantes formas de la enajenación entre la persona y los resultados, los medios, las premisas y la marcha misma de su actividad; de lo contrario, no puede hablarse de transformación de la sociedad sobre la base de principios socialistas. Las fuentes de la subordinación, segregación y estigmatización de las personas no se  resuelven de un plumazo en los ámbitos abordados por la revolución en los periodos de transición socialista en su etapa inicial.

 

Mientras exista la industrialización dominada por la clase capitalista u oligárquica existirá la clase obrera y la lucha de clase, la cual seguirá la venta de su fuerza de trabajo por no poseer los medios de producción; la ganancia del producto la obtiene el patrón no el obrero, además, ¿quién elabora los productos, quién maneja las máquinas, el obrero o el patrón? O ¿acaso el mundo globalizado ha creado una clase nueva que reemplaza al obrero, al trabajador asalariado? Es un disparate negar la clase obrera y pensar que la globalización ha terminado con la lucha de clases y que la lucha existente hoy en día es la lucha sólo contra el imperio; díganos “compañero”  ¿a quién representa el imperialismo, quién creo la globalización, el libre mercado, los capitales golondrina y demás bellezas para oprimir y explotar a todos los proletarios del mundo?

Lo económico deviene del trabajo, es simple, los medios de producción, los modos de producción y las relaciones de producción determinan lo ideológico y la revolución bolivariana en ningún momento se ha planteado un modelo abstracto es un modelo sacado del pensamiento ideológico, de lo mas genuino que son las raíces Rodrigueana, Zamoranas y Bolivarianas, desarrolladas en una realidad y espacio concreto.



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Gustavo Fernández y Bartolo Hernández


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