Historia Viva

“Dictadura” o Democracia

En América Latina hemos experimentado formas de gobierno dictatoriales a lo largo del Siglo XX, en cada país hubo un Juan Vicente Gómez como en Venezuela, un Porfirio Díaz en México en las primeras décadas de ese siglo, luego un Rojas Pinilla en Colombia Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana pares del dictador venezolano Marcos Pérez Jimenez en la década del 50 y después en los sesentas Brasil y la dictadura militar del Mariscal Humberto de Alencar Castelo Branco y finalmente en los 70s con Augusto Pinochet en Chile o José Rafael Videla en Argentina y más recientemente en Venezuela la instauración de un gobierno de facto protagonizado por un representante de la Federación de Cámaras Empresariales de Venezuela (FEDECAMARAS) Ramón Carmona Estanga, quien ordenó eliminar todos los poderes constituidos apoyados por un grupo de generales en abril de 2002. Así entendemos el concepto de dictadura, derivado de los actos de poder desde el autoritarismo como uso abusivo de la fuerza para imponer la hegemonía o el dominio de un partido, grupo social o político sobre el resto de la sociedad, pero ese concepto puede ser manipulado precisamente para ocultar o mentir interesadamente con el fin descalificar políticamente a un adversario.

En cada caso, estas dictaduras tenían signos particulares del ejercicio del poder, sin embargo su constructo tiene una factura común y es que por ser en su mayoría son dictaduras militares, el ejercicio del poder esta configurado por la formación política-ideológica del dictador , en principio de sesgo conservador, de tendencia derechista, comúnmente anticomunista, es decir cuadros políticos radicales fundamentalmente de derecha tributantes a un sistema económico del capitalismo.

En ese sentido al advenimiento de una dictadura es la respuesta política de sectores económicos de poder ante la insurgencia social y política de factores democratizadores de la sociedad tal y como lo señala la autora mexicana María Victoria Crespo: "...en la interrupción de procesos democráticos (de distinto orden: liberales, nacionalistas, populistas o socialistas) a través de golpes de Estado, generalmente de tipo militar. Estas dictaduras generalmente buscaban "estabilizar", "pacificar", o "proteger" el país y el orden establecido, prohibiendo la actividad política. De esta forma, el concepto de dictadura pasó a significar la interrupción ilegal de la actividad política"1

Los signos de estas dictaduras fueron muy claros y definidos: represión masiva, uso desproporcional de la fuerza estatal, violación política sistemática contra los derechos humanos especialmente por razones políticas, ausencia de mecanismos de democratización de la sociedad, imposición de políticas que favorecían una economía de mercado de grupos económicos y privilegiaban los intereses de oligarquías locales y grupos empresariales transnacionales asociados a la explotación de recursos mineros, comercio de productos desde los centros industriales en Estados Unidos articulados a un sistema de comercio favorables a la economía estadounidense y periféricamente a algunas economías europeas.

Cuando observamos la calificación de "dictadura" o "autoritarismos" en el caso del proceso político bolivariano en Venezuela desde 1998, especialmente expresados por factores políticos de derecha, tanto nacionales como internacionales, no podemos menos que interpretar la manipulación de los términos que definen la palabra "dictadura".

Los sectores de derecha, que en Venezuela tienen garantizados espacios para la participación políticos más no para actos criminales, han actuado con suficiente libertad política y comunicacional para promover sus tesis políticas hasta ocupar espacios institucionales como el parlamentario en este caso la Asamblea Nacional o gobernaciones de estados, que inmediatamente comenzaron a usar para agredir y violentar a los otros poderes públicos, no solo verbalmente sino de facto cuando algunos miembros de partidos como Primero Justicia y Voluntad Popular se asociaron a factores violentos como el paramilitarismo que se activa desde la frontera colombiana, para promover la violencia política en Venezuela, las muestras y evidencias fueron suficientes para generar procedimientos judiciales contra agentes políticos que ahora son juzgados, no por razones políticas sino por actos criminales cometidos contra ciudadanos venezolanos, incluso de carácter grave como el magnicidio.

Así el asunto de los "presos políticos" es colocado en la plataforma de la defensa de los derechos humanos de manera interesada y en la descalificación de la democracia venezolana para denominarla "dictadura" cuando la realidad es que los derechos de estos presos por crímenes de violencia política y atentados contra personas comunes o públicas, han sido garantizados mediante la aplicación de protocolos de legitima defensa, protección, resguardo físico y la asistencia que establece el estado de derecho venezolano. Eso no ocurrió durante las dictaduras que ha padecido América Latina durante el Siglo XX, baste solo señalar la dictadura chile de Augusto Pinochet, con miles de desaparecidos y víctimas de violencia de los DDHH por razones políticas que aun hoy no han cerrado las cicatrices dolorosa de ese periodo histórico del país austral.

Hay que agregar que en el caso de Venezuela, la democratización de la educación, del conocimiento, el acceso a la vivienda, la salud y a la alimentación han sido garantizados por el estado a pesar del boicot económico,financiero y las medidas coercitivas implantadas o promovidas especialmente por el gobierno de Estados Unidos de América para caotizar esta sociedad y provocar el disgusto social como recursos de presión política, a lo que el pueblo venezolano han respondido con alternancia, creatividad y paciencia pero además con la necesidad de mejorar los sistemas de producción local y nacional que con apoyo del estado se realizan en planes y programas para el desarrollo de una economía abierta, diversa y no monopólica o monoproductiva petrolera como se implantó a lo largo del Siglo XX en Venezuela.

Ante la disyuntiva de la verdad o la mentira que se expresa a través de sistemas comunicacionales nacionales e internacionales cuando se define los términos de una dictadura o una democracia se colocan estos conceptos en el plano ético de comunicar honestamente la veracidad o se pone en evidencia la falsedad, el silencio cómplice y por supuestos las intenciones políticas interesadas en desinformar para tergiversar la realidad y generar una percepción negativa sobre Venezuela.

 

1Disponible en http://investigacion.uaem.mx/archivos/epub/dictadura_america_latina/dictadura_america_latina.pdf

 



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Aldemaro Barrios


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