El debate que reclama la revolución bolivariana, con la profundidad necesaria, parece mantenerse y diluirse entre pocos actores. Las pautas a la discusión las ha marcado el Comandante Chávez (como debe de ser). En sus últimos discursos, el Comandante, ha revelado la nueva etapa que atraviesa la revolución, y exige a todos los revolucionarios la profundización de todos los aspectos de la política, economía, y conciencia revolucionaria que abran los cauces al torrente revolucionario por rumbo socialista.
Un vendaval de neo-teóricos irrumpe, como de costumbre, en momentos históricos de grandes definiciones. En los tiempos de la revolución francesa, la anarquía generada fundamentalmente por las faltas de ideas claras y la difamación de ellas, unidas a las conspiraciones internas encabezada por Danton y los Girondinos, condujeron a la muerte de Robespierre y al fracaso de los Jacobinos. A Bolívar y su sueño integracionistas, sucedió lo mismo, fueron las oligarquías representadas Santander y Páez quienes evitaron la aplicación de las proclamas revolucionarias tergiversando los ideales del Libertador. En tiempos de Marx y Engels, tiempos de grandes avances en el campo de las ideas revolucionarias, aparecieron también los distraccioncitas y difamadores de oficio representados en Bernstein, Gotha, quienes, entre otros, contribuyen a la caída de la I Internacional Comunista y a la tergiversación (revisionismo) de los descubrimientos científicos de aquellos grandes teóricos. De igual manera sucedió con la Rusia de Lenin, inicialmente con los mencheviques y luego con los dogmas estalinistas quienes la condujeron a la infame etapa de la Perestroika y a su fracaso. Las difamaciones y tergiversaciones de las ideas y las experiencias revolucionarias han servido a las oligarquías y a la pequeña burguesía para evitar que sus ejemplos se propaguen por el mundo.
De tergiversadores, revisionistas y dogmáticos, la revolución cubana, en su campo interno de batalla, entre sus cuadros fundamentales, ha sido vacunada. Es evidente. Esto, gracias a la fortaleza que le infunden la amplia experiencia histórica, el estudio y el alto nivel de conciencia y organizativo de su pueblo y partido. ¿Pero, como poder evitar que las difamaciones, tergiversaciones y las sartas de mentiras empleadas al mejor estilo gebeliano, calen en el campo revolucionario internacional? ¿Puede el simplismo de algunos, hacerle el juego al imperialismo y sus lacayos, cuando engañados intentan lavar sus manos? ¿Qué tanto de simplistas, confundidos, engañados o concientes existen en esas posiciones? Ha sucedido en la historia de todas las revoluciones y Cuba no será la excepción.
En ocasiones, por buena fe o por falta de información y conocimientos, o manipulado por la falsa propaganda imperial, se cae inconscientemente en la trampa del enemigo, y se recurre a la fallida estrategia de negar a un aliado, minimizarlo, subestimarlo e ignorar sus avances y de admitir los falsos argumentos esgrimidos por el enemigo que tergiversan la realidad de nuestros hermanos. Este podría ser el caso del compañero Haiman El Troudi, quien entre otros, igualmente denominados por la prensa venezolana como “teóricos e ideólogos” de la revolución bolivariana, han presentado una extraña posición.
Con El Troudi como representante de esta corriente, me permito una comparación histórica que, admitiendo aun lo lejos que él se encuentra de la profundidad e inteligencia de Bernstein, Gotha y muchos, y sin padecer de las mismas ambiciones y ánimos traicioneros de Danton, Santander y otros tantos títeres de las burguesías y pequeña burguesía, con sus posiciones irresponsables le infringen el mismo daño a la revolución bolivariana que estos personajes causaron en su tiempo. Veamos por qué.
Del anacrónico y otrora Dieterich, aquel quien cree haber solucionado las “ecuaciones para el transito al socialismo” a través de simples cálculos aritméticos y la aplicación de la cibernética, “nuestros teóricos”, entre ellos El Troudi, recogieron el ya famoso apellido: “del siglo XXI”, a nuestro esperado socialismo.
Pero naturalmente, cuando se buscan definiciones a ese “nuevo socialismo del siglo XXI”, los oportunistas y arribistas de siempre, los falsos teóricos, en común: pequeño burgueses todos, tratan empecinadamente de cercar a la revolución, y hábilmente utilizan el acostumbrado juego de terminologías (trabalenguas) para manipular y marcar diferencias con aquel socialismo que apenas pudieron prefigurar Carlos Marx y Engels.
Cuba revolucionaria, con mucha sabiduría y dignidad, ha abierto cauces, por más de 40 años de experiencia, por ese empedrado difícil terreno del socialismo practico, el mismo que tachan “nuestros filósofos y teóricos” –a decir de Marx- como “socialismo tradicional” (ver Ultimas Noticias, entrevista a Haiman El Troudi de fecha 25/01/07). En esta entrevista, y en otra realizada por el diario El Nacional, El Troudi, reitera lo que ha venido recalcando él y otros en varias ocasiones: “No se pretende emular el modelo cubano”, “De Cuba solo copiaremos sus reconocidos avances en el sistema educativo”.
Cuba es más que sistema educativo, técnicos profesionales, salud, deporte, etc. Cuba revolucionaria es una escuela de experiencias; es un baluarte de ideas, diría Martí: “es trinchera de ideas”; es un néctar delicioso experiencia socialista. No se trata de copiarla aquí, ni de emularla. Se trata de estudiarla, comprenderla, conocer sus peculiaridades, tomar de su miel, sus ideas, sus experiencias y adaptarlas a nuestras peculiaridades, que es muy distinto a copiarlas.
El comandante Fidel, en su libro «Cien horas con Fidel» que aconsejamos leer, refiere a los grandes problemas que enfrentaron por la construcción del socialismo cubano. Cuba no se aisló. Ella bebió del néctar de las experiencias del momento. Solo un análisis critico del modelo soviético -el Che Guevara a la cabeza de esa batalla. Su primer mentor- le permitieron a Cuba revolucionaria llevar adelante majestuosa empresa.
En el mismo libro, el Comandante Fidel también refiere los reflejos condicionados productos de las prácticas gebelianas de los medios de difusión del imperialismo norteamericano, que muchos, incluso los aliados, han llegado a ser victimas y prestado servicios adonores al enemigo. Pero es evidente que estas posiciones reflejan el tinte claramente chovinista, sectario, pequeño burgués de sus protagonistas. No pretendo hacerme de Marat y desatar purgas en nuestras filas. Vivimos otros tiempos. Pero creemos importante denunciar el gran daño que causan estas posiciones que niegan la posibilidad fortificar nuestras defensas, nuestras ideas, en la construcción de nuestro socialismo. Como también, el peligro de influenciar con nuestros errores a los países hermanos que hoy luchan por su liberación. Negar a Cuba, nos atreveríamos a decirlo, es truncar los caminos para la construcción de nuestro socialismo.
Oportunas y esclarecedoras han sido las palabras de Aleida Guevara, digna hija del Che Guevara, cuando refiera que el socialismo es uno solo. Si nos referimos a los principios que la rigen. Aleida expresa textualmente lo siguiente: “El socialismo es uno solo, lo que pasa es que tu hablas del socialismo del siglo XXI porque es el que vas a empezar a ver y tiene— quizás— algunas variantes para aplicar a una sociedad que no es desde todo punto de vista socialista, no creo que ese socialismo se logre del todo, sino aplicamos un conocimiento más profundo de lo que queremos hacer”.
El consejo dado por el Comandante Chávez, al clérigo venezolano y a quienes estén interesados en conocer más sobre el socialismo que pregonamos de que estudien a Marx, Engels, Gramsci, Rodrigues, entre otros verdaderos teóricos y revolucionarios, se extiende también a nuestros ilustres “teóricos” que pecan de ingenuidad y vanidad fétida, o por una clara conciencia pequeñoburguesa.
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