"Y, a pesar del sonrojo que padezco,
la lección provechosa te agradezco"
Hartzenbusch"
Los arrebatos de odio y el apoyo mediático del imperialismo, son los recursos de la oposición para atacar al presidente Nicolás Maduro, y como si esto fuera poco, sacaron de la manga de la camisa un asaltador de caminos para terminar de trancar todo y después botaron las llaves, sabiendo que, la presión por hambre hace estallar al más inofensivo ser humano, hicieron todo por desaparecer la comida ¡Tamaño crimen! A pesar de esa desesperante situación que, vivimos meses atrás el presidente nunca bajó la guardia, para enfrentar a los enemigos del país, con la razón, la humildad y modestia, hasta llegar este 21 de noviembre, fecha para una nueva convocatoria con el reto en la mano a todos los que, ensuciaron el agua lavándose las manos con el más absoluto descaro.
El resultado otra derrota de la oposición el cual les pesa tanto, que, no sabemos de dónde se van agarrar para empezar nuevamente con la monserga que, han mantenido durante estos últimos años en busca de asaltar el poder. Se jugaron varias opciones a medida, que, se acercaba la convocatoria, y como siempre el grupito comandado por María "conchuda" Machado sigue con el sueño macabro de invasión para que, los gringos les entreguen el poder, como si fuera una torta de cumpleaños; creo que, con estos mazazos va tener que despertar de esa ilusión pasada por sangre, porque el mismo Manuel Rosales, "famoso" por sus filosóficas expresiones: "Si me matan, y yo me muero..." o "sus peras al horno" pero de pendejo nada, se lanzó nuevamente al no tener nada que perder, y vuelve a la gobernación, a pesar de un expediente muy negro, pero sirve de lección a los que ansían el poder por la violencia.
El problema que se le presenta a la oposición, es bastante complicado, porque ahora con la pequeña gota de poder conquistada por la vía electoral, no pueden seguir con el cuento del fraude electoral, y por la otra– la más resaltante–es, que, a pesar de la grave situación económica creada con el apoyo de los últimos gobiernos de los Estados Unidos, con consecuencias alarmantes en la población venezolana no pudieron doblegar la conciencia de millares de compatriotas, y eso tiene un valor incalculable. Si, no ponemos a revisar las penurias por las cuales ha pasado el pueblo, desde la escases de los productos de la dieta diaria, hasta desbaratar y convertir prácticamente en nada los salarios de los trabajadores y de ñapa terminaron de matar el entusiasmo de un gran logro: la pensión, porque son muchos los que, ni siquiera se acuerdan cuando la pagan.
Estas elecciones dejaron varias lecciones, y quien no las quiera aprender va seguir jugando a la lotería. Por parte de la oposición regresaron varios de los anteriormente derrotados, cuando el imperialismo no había metido su mano en profundidad hasta enmarañar todo a su paso. Algunos de ellos son auténticos lideres y se mantuvieron en la misma organización que, los vio nacer al lado del pueblo. Creo sin temor de equivocarme, que, el reto de ahora en adelante es grande y si no metieron la mano para ayudar a resolver los grandes y acuciosos problemas por el simple hecho de ser opositores al gobierno de Nicolás Maduro. Ahora van a saber, lo que significa, querer y en muchos casos no poder, porque el bloqueo impuesto por el imperialismo golpea a propios y extraños, aparte de la desidia de muchos funcionarios que llegan para lucrarse.
Por parte del proceso bolivariano iniciado por el comandante Chávez, y valientemente defendido por el presidente Nicolás Maduro, prácticamente ha enfrentado un nuevo episodio bastante enmarañado, como fue este 21N en el cual el imperialismo y la oposición se la jugaron de todas, todas y por diferentes formas y a estos se les unieron los traidores que, nunca faltan, discurseando igual o más soberbios, agresivos y prepotentes que, el mismo Trump o Biden, como si no hubieran participado nunca en política. Olvidaron que, los traidores terminan engañándose ellos mismos, para desaparecer totalmente frustrados. Los casos de Henry Falcón en Lara y Antonio Muñoz en Portuguesa, es una lección para nunca olvidar, aunque para hacer las comiquitas nunca falta motivo y las elecciones siempre se prestan para este triste papel.