Cuando observamos y escuchamos venezolanos que, tras 23 años de rígida demostración de castrismo, aún creen en las promesas electorales, de diálogos, acuerdos, etc. de quienes hoy se han enquistados tumoralmente en la conducción del país, nos damos cuenta que en nuestra nación falta mucho por comprender la realidad política.
Que un puñado de políticos se presten para el vil juego es despreciablemente comprensible, tratando de “arreglarse” la vida con pactos funestos que destrozan la nación. Pero es por igual indignante apreciar que personas comunes, de a pie, aún guarden esperanzas en el proyecto chavista, hablamos de aproximadamente 15%, porcentaje que, por todo lo que ha significado el chavismo en el país, es sumamente alto.
Del lado opositor la realidad no es muy distinta, se espera un mesías que haga todo el trabajo, sí bien es cierto los venezolanos han dejado sangre, sudor, lágrimas y vidas en las luchas contra el castrismo, hoy parece haberse apagado la llama de la reindependencia y encendido la de la resignación, al parecer, es más fácil comenzar una vida desde cero en otro país que luchar en el nuestro.
Este 15% de venezolanos desasistidos de realidad, creen porque una famosa red estadounidense de café, que la proliferación de farmacias, bodegones, ventas de chicha, etc. las esperanzas están renaciendo en Venezuela, haciendo posible la reactivación económica nacional, pues ¡nada más lejos de la realidad! para que al país concurran las inversiones requeridas para reavivar nuestra aparato productivo debe, inexorablemente, existir todo lo que el chavismo se afinca en desaparecer: estabilidad jurídica (constitucionalidad), política (institucionalidad) y social (educación y trabajo como motores sociales).
De este modo, cuando la percepción del país es tan equívoca, nos llega a la mente una famosa reflexión: “Es más fácil esclavizar la mente de un hombre libre que liberar la de un esclavo”, estos venezolanos han sido esclavizados por el chavismo, disculpen tanta franqueza.
La realidad es que en Venezuela no puede existir procesos electorales honestos ni transparentes porque no hay institucionalidad, las instituciones del Estado han sido psuvizadas. En nuestra nación no puede haber reactivación económica porque no hay constitucionalidad, ningún inversor sensato colocaría sus recursos en un país donde las expropiaciones están a la orden del día. Tampoco es atractivo para las inversiones un país con una economía tergiversada, con leyes absurdas que premeditadamente buscan arruinar al sector privado.
Tampoco se puede dialogar, pactar o convenir con quien jamás respeta su palabra. Menos aún se puede confiar en una oposición que sigue al pie de la letra la agenda chavista.
De este modo llegamos al 24 de diciembre de 2021, una fecha donde los efectos del castrismo en Venezuela se sienten mucho más, no solo por la pobreza que ha diseminado aminorando celebraciones que antes eran espléndidas, sino porque ha desintegrado lo más sagrado, a las familias venezolanas. No existe una que no esté dividida por los efectos de la migración forzosa, para sobrevivir.
De este modo, el deseo para nuestro querido “Niño Jesús” es que interceda para que la realidad venezolana sea comprendida por todos los venezolanos y quienes quieran ayudarnos, que sepamos que en política no hay milagros sino esfuerzos premiados. Pedimos para que los habitantes de este desnaturalizado país encaren una realidad ineludible y que juntos, políticos y ciudadanos, podamos devolverle a nuestra amada Venezuela su libertad, su paz, todas sus querencias que antes la hacían un codiciado nido de inmigrantes. Les deseamos una “Real Navidad”.