Se rematan empresas estatales sin transparencia, se entregan porciones de tierra para explotar minería depredadora, se entregan permisos de construcción en parques nacionales, "pa' los panas", la nueva burguesía.
Se dolariza la economía de facto, sin planificación compensatoria, Se internacionaliza el precio de los servicios, se abandonan a su suerte a los trabajadores. Solo el sector privado ha tratado de actualizar los salarios, que siguen siendo de hambre.
La administración pública (maestros, personal de salud, trabajadores alcaldías, gobernaciones, policías, jubilados, etc) son los más maltratados por la crisis económica. La respuesta del gobierno es dejarlos trabajar pocos días a la semana para que se rebusquen.
Los servicios públicos precarizan. Si quieres gasolina sin cola, paga en dólares. Si quieres electricidad estable, compra un generador, si quieres agua, haz tu pozo, si quieres educación para tus hijos, paga, si quieres salud, cómprate un seguro en dólares.
Miles abandonan sus puestos de trabajo. Militares, policías, maestros, médicos, investigadores, entre otros, se van para otras áreas laborales a" resolver" o se van del país. Millones de horas de formación académica se pierden por la frontera, incluyendo a los que se encargaban de impartirla. Así mueren las instituciones, la capacidad educativa de la nación (el futuro) y el estado de derecho.
¿Que Ocurre En Concreto?
Se está privatizando, de facto, el estado. El que tiene plata puede mover el andamiaje burocratico-represivo, puede defender sus derechos y hasta abusar de los demás. Un estado privatizado para los ricos articulados con alguna corriente del gobierno.
Es el paquete más neoliberal que haya tenido Venezuela en su historia. Un Neoliberalismo de compadrazgos.
Nada de esto hubiese sido posible, si quienes administran el estado no se considerarán los dueños del mismo. Asumen a las instituciones como su patrimonio personal y quienes los adversan o critican, no tienen derechos en esas instituciones y con esos recursos. Se llama patrimonialismo, por eso te quitan una casa entregada por misión vivienda, o la caja CLAP o te excluyen de algún beneficio si críticas, porque es su propiedad. Y porque el estado y la República en general son su patrimonio, la pueden privatizar sin informarle a nadie.
Al morir el equilibrio de poderes (aquel en donde un parlamento le dice al ejecutivo que no puede hacer tal cosa o el TSJ le dice a un ministro que debe respetar tales derechos, etc) desaparece la autorregulación del sistema, y todo impulso autoritario, toda corrupción tiende a crecer hasta el infinito, sin control.
Y si además, la FAN toma parte en este descontrol, ¿Que le queda a la nación como regulador del caos? Solo la voluntad del Pueblo. Pero si esta tampoco es respetada, la cosa se complica enormemente.
Podríamos decir que la situación no puede empeorar pero estaríamos mintiendo. Lo único que resiste a este caos es la cultura dominante de las mayorías, que identifican como incorrecto estas políticas y allí está la esperanza. Pero la cultura cambia, y más si se destruye toda infraestructura de educación, si se brutaliza al Pueblo con la política del garrote y la zanahoria, o llevándolo al límite de la supervivencia.
Nos encontramos entonces, no solo con la destrucción de las instituciones que regulan los conflictos de una sociedad, sino que se está destruyendo la cultura de la nación que nos define como tal, el último reservorio de identidad y de evolución.
Reconstruir Venezuela, sin aparato educativo en pie, sin investigadores, sin universidades, sin ciencia, sin arte, sin prosperidad, sin planes, etc, nos tomará muchísimos años una vez que comencemos. El asunto es que el mundo político aún ni se ha percatado de la complejidad del problema.
