Al Camarada Antonio Aponte (1era. Parte)

¡Sólo una correcta apreciación del 27 de febrero nos permitirá avanzar!

El Camarada ANTONIO APONTE, autor de la columna denominada UN GRANO DE MAIZ, cuyo texto se publica diariamente en el periódico VEA, dedica el contenido de la del día de hoy, vale decir, 27 de febrero de 2007, al análisis de los sucesos acontecidos el 27 de febrero de 1989, en la perspectiva de inferir de ellos, ciertas lecciones históricas que le permitan al Pueblo Venezolano avanzar en la construcción y defensa de su futuro, al punto que tituló el artículo en referencia, de la siguiente forma: ENSEÑANZAS DEL 27.

Conociendo la rigurosa e intensa labor de pedagogía política que viene desarrollando el aludido Camarada a través de la citada Columna, constituiría sin duda un acto de severo agravio a su militante esfuerzo, si de entrada se cuestionara su pensamiento político, sin antes hacer un público reconocimiento a su trabajo, sobretodo hoy, cuando se escribe y se habla mucho, pero pocos se atreven a trascender las adulancias y las posiciones sumisas, para reposicionar valiente y dignamente la crítica, como arma cuestionadota de la realidad a transformar.

Dicho lo precedente, resulta conveniente realizar una síntesis de lo expuesto por APONTE en su artículo, sólo para los efectos de estas elementales consideraciones, en el cual formuló las afirmaciones que se apuntan a continuación:

1).- Que hay hechos que marcan grandes períodos históricos.

2).- Que el 23 de Enero de 1958 marcó la historia Venezolana hasta el 27 de febrero de 1989.

3).- Que el futuro de la Revolución Bolivariana está influenciado en gran medida por la interpretación que hagamos de los sucesos del 27 de febrero de 1989.

4).- Que el 27 el pueblo fue a la calle sin dirección y sin organización, y a pesar de la gran explosión de energía social que allí hubo, fue incapaz de concretar una sola acción política, no apareció ni una consigna pintada en la pared, ni una prefectura quemada, nada que le diera un contenido político a esa conmoción social.

5) Que el 27 fue la tumba del pacto de punto fijo, y de las teorías anarcoides que pretendieron ser su alternativa.

6).- Que hoy cuando Venezuela esté en épocas de definiciones, debe aprender de las enseñanzas del 27; a saber:

A).- Que la masa sin dirección política es muchedumbre, capaz sólo de destruir, pero incapaz de acciones constructoras de caminos.

B).- Que la masa sin teoría clara de su redención es pueblo indefenso, que sólo podrá girar alrededor de los objetivos que le dicte el enemigo.

C).- Que la masa sin organización es incapaz de realizar las tareas difíciles de la construcción y defensa de su futuro.

Ahora bien, es menester aquí, examinar la orientación teórica del pensamiento político del Camarada APONTE, a la luz de sus afirmaciones; lo cual se hace, no sin antes dejar constancia de la flagrante contradicción en la que incurre al sostener: por un lado, que el 27 el pueblo fue a la calle sin dirección y sin organización, por tanto, fue incapaz de concretar una sola acción política (AFIRMACIÓN 4), y por el otro señala, que el 27 fue la tumba del pacto de punto fijo y de las teorías anarcoides (AFIRMACIÓN 5). En efecto, la contradicción se materializa en el hecho de que si el 27 de febrero fue un suceso carente de contenido político, cómo se explica que represente la tumba del pacto de punto fijo.

Esta contradicción no es exclusiva del Camarada, sino un lugar común en la generalidad de los análisis; contradicción ésta que es necesario develar íntegramente, pues en ella se oculta la concepción BUROCRATICA de los procesos políticos revolucionarios. Cabe aquí en tal sentido preguntarse: ¿Qué se entiende por dirección política? ¿Por organización política? ¿Por acción política? He allí Hermano APONTE, la sustancia de la cuestión política, toda vez que, de las respuestas que se expresen, dependerá la visión que nos hagamos del proceso revolucionario.

Obsérvese, sólo a titulo de ejemplo, lo atinente a la dirección política. Los Leninistas entienden por dirección política la Jefatura del Partido, que a su vez constituye la vanguardia del proletariado, de modo que la dirección es un órgano integrado por los militantes más claros, capaces y audaces del partido, es pues, la superior instancia rectora de la revolución comunista, algo así como la quintaesencia de la Clase Obrera para sí. Otras concepciones teóricas entienden la dirección política, como una orientación, como un sentido histórico, en fin, como un rumbo a seguir para alcanzar un objetivo, de forma que lo importante en este supuesto, no es lo que ordene la dirección política del partido que se autoproclama revolucionario, sino la orientación que debe imprimírsele a las acciones políticas para impulsar el proceso transformador.

El 27 de febrero fue un acontecimiento histórico en el que si hubo dirección política, no de los partidos de la izquierda permitida, sino de un Pueblo que salió a tomar con sus propias manos lo que siempre le habían negado: JUSTICIA, PAN, TRABAJO, DIGNIDAD, en fin, FUTURO. De haberse impuesto una dirección partidista de la izquierda permitida de aquel entonces, seguro que no existiría hoy esta polémica, habida cuenta que la historia fuera otra; pero de ningún modo ello quiere decir, que los hombres y mujeres de izquierda no fueron protagonistas de aquellos sucesos. Muy por el contrario, si se hace una breve retrospectiva histórica de los antecedentes del 27 de febrero, se evidencia que en la década de los 80 se intensificaron los saqueos populares como una práctica política concreta, al extremo que se enarboló y popularizó a todo lo largo y ancho de la Patria la consigna que a la letra rezaba: ANTE EL HAMBRE SAQUEO POPULAR. La inolvidable Mérida fue una escuela en estos menesteres. Aún más, fue la época en la que cobró fuerza protagónica una organización política integrada fundamentalmente por estudiantes universitarios que impulsaron a costa incluso de su propia sangre, la consigna de la DESOBEDIENCIA POPULAR, como estrategia para deslegitimar el sistema político imperante por aquellos días.

El 27 de febrero fue el más grandioso acto de DESOBEDIENCIA POPULAR que se haya registrado en la historia reciente de Venezuela, con un alto contenido político, dado que el Pueblo se reveló contra el sistema de dominación imperante para ese entonces. Ciertamente no fue a Miraflores, pero con su conducta desconoció todo cuanto ella representaba en ese instante. No fue un acto ni ESPONTÁNEO ni INCONCIENTE como lo califican los Leninistas, en razón de que no estuvo dirigido por la jefatura del partido del proletariado, ni persiguió edificar una nueva hegemonía política; pero aún así, Camarada Aponte, denotó su esencia política, pues la realidades políticas no sólo se transforman incidiendo exclusivamente en las relaciones de dominación, toda vez que hay hechos de carácter social, económicos, militares, culturales que trastocan el orden político sin que la motivación que los guíe sea el poder político. En este contexto cabe preguntarse, si será político o no, el que los trabajadores desempleados de Venezuela, enarbolen la consigna de: ANTE EL DESEMPLEO OCUPACIÓN DE FABRICAS OCIOSAS. Es una acción política, aún cuando no marchen hacia Miraflores, incluso pueden ser rojo rojitos y proclamar a los cuatro vientos que son Chavistas, es decir, que no buscan derrocar al Comandante, y sin embargo, dicha consigna es política porque implica un desconocimiento del sistema imperante y su ejecución un acto de desobediencia.

Para concluir este aspecto, resta agregar que es falso que lo que no está bajo el control de una jefatura política determinada, no tiene dirección política alguna, lo cual, desde la perspectiva Leninista se le califica de espontáneo, ya que el accionar político espontáneo del Pueblo que se desarrolla al margen de la jefatura del partido, comporta un nivel de conciencia determinado y un grado de organización dado. Igualmente es falso, que el nivel de conciencia del Pueblo se valorice en razón del grado de congruencia de su comportamiento con la línea política del partido. Basta recordar el 12 y 13 de abril de 2002, para convencernos que para que se configure una acción política no se requiere necesariamente la autorización de la jefatura del partido. El Pueblo salió a buscar a su Líder, cuando buena parte de las direcciones políticas ya estaban rajadas.



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Bruno Zanardo


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