Conoce usted a un señor bajito, que le dicen MANIN; así abordé a inicios del noventa, tal vez un poco antes, a la primera persona que vi en aquel pueblito de la Península de Macanao. Eran unas vacaciones de esas de agosto que nos dábamos los universitarios de la UDO; para allá adentré a mi familia por aquello de la hermandad que a uno le nace en revolución.
Sí señor, allá al final de la calle vive Óscar tiene un hermano que llaman Santiaguito. Y allí estaba, en aquella casona alta, larga y semioscura, pese a ser media mañana; en una silla allá al final del ancho pasillo. Ringo, Ringooo, que tú haces por aquí. Sorprendido, no hallaba donde ponerme y de todo me preguntaba. Habían pasado diez años sin vernos y veinte desde que nos conocimos en Cumaná. Allí concluímos, te vas para Cumaná, hablo con Gómez Mais y con Dalmiro, quien formaba parte del gabinete de Ramón y te procuramos un cargo; es inconcebible que vivas paseando inútilmente tu título de Licenciado en Administración por tu pueblo.
Así lo hicimos, y al poco tiempo estaba en una de las oficinas de la Gobernación de Sucre, arrastrando consigo a un colega suyo, Franco Rogendris, quien hoy nos informa de su viaje.
Jubilado estaba en su pueblo, resistiendo como todos a estos embates del Imperialismo contra nuestro pueblo, empezando a sentir una recuperación bien ganada. Y, se nos lo lleva la Pandemia. Él, MANIN, también muere cómo vivió: digno, irreverente y revolucionario. Hombre de baja estatura, que no pasaba desapercibido, pues se parecía al conocido karateca Millage. De aspecto apacible, era también muy resuelto tanto que cuando creyó ver debilidades y reformismo en la Liga, se alistó en Bandera Roja; para luego recapacitar y entender la acertada política que conducía, Jorge Rodríguez.
Buen amigo se hizo de Alexis Rojas, uno de los buenos jefes que tuvo Bandera en Sucre. Hombre de principios, de los estelares de CERROJO por siempre. Con su Administración, cargada del componente moral, adecentamos una de las instituciones públicas más corruptas del Gobierno Regional, en su oportunidad. Hombre de amoríos que los tuvo en su Margarita y, también, en Cumaná; amigo cariñoso, humilde y amante de los niños como ninguno; un hermano, con el que era bien difícil arrecharse.
Sentimos que vivistes hermano, tus Camaradas del Círculo Bolivariano Jorge Rodríguez, te extrañamos grandemente. Tu familia, tu pueblito, una penca de Cumaná y todos nosotros nos sentimos orgullosos del Gran MANÍN que tuvimos y tendremos, POR SIEMPRE.
! HONOR Y GLORIA, A TÍ OSCAR CEDEÑO !