Todo lo que hemos vivido las venezolanas y los venezolanos con el paso de los años va enseñando mucho. Además de todo el aprendizaje de cada quien en su vida. Pero sobre todo los que más aprendemos en este caso, somos los más viejos o adultos mayores que lógicamente vamos enseñando a los más jóvenes. La edad que ya uno ostenta debe ser aprovechada para que cada “viejo profesor” o profesor ducho, tenga tertulias aclaratorias de historia geopolítica contemporánea con los jóvenes, cosa que practicamos en cada clase presencial en nuestra UBV y hasta virtual, porque no es igual la Venezuela antes de la llegada del Comandante Chávez, a la Venezuela más de dos décadas después.
Muchas y muchos de esos jóvenes no habían nacido y por consiguiente no saben sino lo que ven en Globovisión y en VTV, por nombrar dos referentes mediáticos en La República Bolivariana, de ahí la importancia de lo que hemos aprendido estos años; buscar evitar que las nuevas generaciones cometan los mismos errores y multiplicar los aciertos en revolución que por cierto son bastantes.
Entonces como “pures” entendemos con facilidad cosas a las que no le parábamos cuando chamas y chamos, cuando teníamos la edad de nuestra juventud de hoy. Hoy sabemos con certeza por ejemplo, que la Doctrina Monroe nos está siendo aplicada desde la época del mismísimo Libertador, hasta nuestros días. Por lo que prácticamente con el paso de los años saltamos del sometimiento de un imperio a otro, del sangriento imperio español, al terrorista imperio gringo.
Pero nuestra juventud bombardeada de capitalismo diariamente, esta transculturalizada, cañoneada de estereotipos que no representan nuestras culturas criollas o venezolanas. No decimos que es mala la globalización, que de paso es inevitable, pero ni tan calvo ni con dos pelucas. Y entonces ese “capitalismo salvaje” golpea el subconsciente de nuestra inteligente juventud y aliena a una parte, la pone en contra de un gobierno basado en los ideales de la gente que nos dio la independencia, los que tuvieron la grandeza de echar de todas estas tierras Suramericanas a unos españoles verdaderamente dañinos y mortales, que por 300 años nos dominaron salvajemente.
Entonces la idea es no perder el tiempo sino invertirlo, no en echarle cuentos a la juventud, sino en narrarle lo acontecido en la cuarta y en lo que va de la quinta de una forma interesante y jocosa a la vez, pues conocemos que el ímpetu de los jóvenes no los deja darse cuenta de la importancia de una Segunda Independencia en la República Bolivariana, que se ve difícil pero no imposible. Difícil porque han sabido los imperios no transferirnos tecnología y por eso estamos bloqueados, no imposible porque tenemos con qué.
Con el paso de los años venideros se necesitará que esta juventud sea nacionalista, con gran sentimiento fervoroso de pertenencia a una gran patria y de identificación con su realidad y con su historia, no atada al capitalismo salvaje, una juventud que se preparó, que sabe aprovechar nuestras riquezas infinitas en tecnificar un desarrollo sustentable y potencial, si es posible quitarnos el vinotinto de las selecciones nacionales deportivas que lo usan y jugar por siempre de amarillo, azul y rojo, ya que la bandera fue una de las primeras cosas tangibles de la naciente 1era. República. Además con una patria que sabrá usar las ganancias en inversión social permanente. Creemos en la posibilidad de una Venezuela mejor, en un mundo mejor, sin el yugo del imperio que tiene “por ahora” la capacidad de bloquear nuestros negocios globales y de robarnos implacablemente por la sangre de piratas que corre por sus venas, por el hecho de no querer ser mas nunca su patio trasero, como nos llaman los del norte de América y menos copiar el ejemplo de una sociedad tan nauseabunda, no toda, pero si una buena parte. Una sociedad que está lejos de ser modelo de cómo debe vivir un pueblo.