Misiva de Fin de Año al Poeta William Osuna

Sirva esta misiva para responder a tus generosas palabras vertidas por estos días que cierran el año y anuncian nuevos tiempos que quisiéramos sean de paz y entendimiento humano.

Tú me dices: "Que este venidero año sigamos caminando juntos para completar nuestro utopía y nos permita crear nuestra Ínsula Barataria, lugar que el Manchego estrafalario soñó para el noble y justo de Sancho pleno de poesía e igualdad".

Desde las profundidades del infinito corazón, que despliega sus alas, se erigen las ondas de oro de nuestra amistad y camaradería.

Un coro de ángeles afina las cuerdas de las harpas divinas que adornan tus encomiables parábolas. Lanzas comarcas enteras de versos al océano del sentimiento; cantan las metáforas, cuando la solemnidad del universo se solaza en sus cuitas. El concierto de tus palabras se congrega en el Tabor entonando cánticos al creador del universo y que vuelan hacia los cielos. He de recordar en estas horas finales del año 2022 que "Moisés nos hizo conocer la ley y por el ungido del Señor nos llega la vedad y el amor" (Klopstock, La Mesiada).

Mil y mil siglos se siembran en el porvenir. Allí te veo. Aunque la ronca voz del trueno intente perturbarnos, infructuosa su anatema, porque la voluntad suprema del Libertador levanta sus espumosas olas. En nuestra tierra, la tuya y la mía, escuchamos los pregones del río. Por eso, hemos de levantar las banderas sagradas de los ángeles rebeldes. ¡Que se escuchen sus voces cantarinas!

Concurramos unidos a las luchas por redimir a los poetas. Que sobre nosotros se agite jubilosa la balanza del tiempo y que auras matinales abracen a nuestro amado pueblo venezolano.

Tierra santificada la que habitamos, donde mora la horchata del amor. Habitamos un cielo donde los rastros de luz abaten las tinieblas.

Contemplemos las futuras aventuras de la justa especie humana. Fiesta, celebremos, en la patria enaltecida. El sol incandescente ilumina las rutas de la homérica victoria antiimperialista del pueblo de Bolívar y Chávez.

Te vislumbro en el pináculo del templo solar cantando con voz originaria, la del barrio caraqueño purísimo y corajudo que te acoge. Sueños tuyos y míos que sembramos en la tierra natal y se despliegan en los cielos impacientes. Que no te hundas, jamás, en el polvo de los muertos. Que una bocanada de perfumes arome tu sapiencia.

¡Hasta aquí mi predicamento en tiempos de esperanza!

Bruselas, 31 de diciembre de 2022



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Jorge Valero


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