Cómo se disimula el neoliberalismo en un falso socialismo

En el socialismo el trabajo y la producción son esenciales para construir una sociedad de hombres y mujeres libres, en lo posible autosuficiente e independiente políticamente.  No hay fuerzas productivas que concurran en la sociedad socialista sin tener el bienestar del ser humano como objeto principal de su acción, para el socialismo competir en mercado capitalista mundial y acrecentar la riqueza de empresas y corporaciones trasnacionales no tiene ningún sentido, y mucho menos fomentar la destrucción de la naturaleza. Es el capitalismo el que compite en el mercado global, fomenta la explotación extrema del trabajo humano y de la naturaleza, invasiones y guerras y divide la sociedad en ricos y pobres.

El mundo idealizado por Mariacorina es uno sin controles para los capitalistas donde todo está privatizado,  el capital se ha apropiado de todo, que equivale a que unas cuantas familias se han apropiado de todo, lo que debería ser de todos, desde los recursos naturales hasta los servicios públicos  todo está privatizado y la gente debe pagar por lo que legítimamente nos pertenece a todos. En el mundo de Mariacorina la propiedad privada se erige sobre la sociedad como una virtud, y en él la propiedad social no existe. Ese idealso  es aborrecible y condenable,  pero con esa casta de borregos ya sabemos a qué atenernos.

Con Maduro es igual, pero todo está disimulado. El daño más grande que ha hecho maduro y sus secuaces, a Chávez y al socialismo, no fue traicionarlos, sino calumniarlos. Desde que tomó el control del país ha igualado sus prácticas de gestores oportunistas con el socialismo, confundido el liberalismo extremo con el desarrollo de la producción, los gritos y la indiferencia con el acto de gobernar, ante el país y el mundo; le ha dado razones al universo más reaccionario del capitalismo para calumniar al socialismo por una cobardía, mostrando la sociedad capitalista y de consumo como un ideal de vida insuperable, virtuoso.

El madurismo trabaja para los poderosos, para los ricos y en contra de los trabajadores, pero lo disimula detrás de un discurso seudo socialista. El propósito económico  de Maduro es desarrollar la economía capitalista y la economía de los capitalistas, y eso solo es posible en detrimento de los trabajadores que producen la riqueza. Dentro del capitalismo que promueve Maduro el trabajo no dignifica a nadie, es solo ganancia para quienes pagan por él. El trabajo dignifica al individuo cuando es creador y creativo a la vez, de cara a beneficiar a todo el conjunto social. En el capitalismo el mejor estímulo del trabajador es subsistir de forma personal y egoísta, el individuo es, cuando mucho, un aspirante, acrecentando las ganancias de su dueño, indiferente al  fracaso de sus hermanos de clase.

La indiferencia de Maduro hace posible que se privatice la economía, que el modelo de producción sea destructivo de la naturaleza, que se violen las leyes que la protegen y que protegen a los trabajadores. Cuando lo que motiva el desarrollo económico es el lucro privado de las personas, pierde la sociedad y pierden los pueblos. Una sociedad fraccionada en individuos que compiten unos contra otros, termina siendo esclava de pocos, y eso es lo que está fomentando maduro con su “nuevo modelo económico”, que no es otra cosa que la restauración del pasado.

El miedo de nosotros no es por el neoliberalismo de Mariacorina, el miedo de nosotros es la trampa del neoliberalismo de Maduro, la restitución de un capitalismo colonial disimulado en un discurso seudo socialista, oscuro, lleno de ardides, culpas y desesperos.

La constitución bolivariana establece que “son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.” Sin embargo esto es contrario a los convenios que firma Maduro con el capitalismo. El capital no tiene nacionalidad definida, para el capitalismo la autodeterminación de los pueblos – cuando no los puede someter a sus intereses – es un obstáculo y hay que acabar con ella. La independencia no va con el desarrollo capitalista.

La idea de Chávez de conquistar nuestra independencia es pensando en naciones hostiles, hegemónicas que explotan a los pueblos, de cara al capitalismo; es política, económica y social (“independencia alimentaria”, “independencia petrolera”). Ningún pueblo esclavo del capital es independiente, pierde su condición de pueblo en el egoísmo materialista, y de nación en el interés personal, fragmentando un “espíritu común” y el espacio social. Para  Chávez, el desarrollo económico para competir con otras  economías, como pretende Maduro en los Brics y fuera de ellos, no es independencia. La “Venezuela Potencia” de Chávez es un país “potencia cultural”, emancipado de la espiritualidad capitalista, soberano sobre su territorio, sus recursos materiales y naturales, de su espiritualidad, sus leyes y sus formas de gobierno. Para Chávez ir contra la lógica del  capital es el fundamento de nuestra independencia, de la Venezuela Potencia, el excedente de esa potencia se puede vender en el mercado internacional, y ceder o intercambiar con países hermanos de forma solidaria.

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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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