Reflexiones de un europeo sobre la legitimidad de los resultados electorales en Venezuela

Hace vente años participé en la producción de dos documentales en Venezuela. No puedo, por este solo hecho, reivindicar una presencia o un conocimiento interno de la actualidad venezolana. Sin embargo, habiendo hecho un análisis bastante completo y profundo de la historia de ese país, antes y durante la llamada Revolución Bolivariana, creo poder expresar mis dudas sobre la verdadera naturaleza de la campaña mediática occidental, desatada en varias ocasiones, sobre la legitimidad de los resultados electorales en Venezuela.

Fuimos a Venezuela en la primavera de 2002, inmediatamente después del fallido golpe de Estado, pilotado por el establishment angloamericano en abril, y dirigido por el empresario Carmona. En aquel momento llegamos a Venezuela con una única intención: dejar que los hechos hablaran por sí mismos, a través de las voces de los protagonistas venezolanos. Intentar, de esta manera, disipar la cortina de humo ingeniosamente generada por los medios de comunicación occidentales que querían -y conseguían- hacer creer que el país estaba en manos de un dictador militar, Chávez, y que estaba siendo salvado por demócratas civiles, liderados por Carmona.

Nuestra primera película - Otro modo es posible... en Venezuela - tuvo cierta resonancia en Europa, en Estados Unidos, en América Latina. Diría que contribuyó de forma tangible al cambio de percepción de los sectores progresistas sobre la verdadera naturaleza de la revolución que tenía lugar en el país y la reacción provocada por ese movimiento social.

Habiendo vivido la Venezuela bolivariana de los primeros años del milenio, aún con todos los errores que tuve que señalar en el manejo del poder y sobre todo del sector productivo primario, vi que todo ello se compensaba por la presencia de la personalidad ultra carismática del líder, Chávez, y la coyuntura favorable de precios internacionales del petróleo históricamente altos. Sobre este último aspecto, no hay que olvidar que fue la astuta política de los representantes venezolanos designados por Chávez la que contribuyó a iniciar una nueva fase alcista de los precios de la OPEP.

La prematura muerte de Chávez y el vacío político que se creó, que además coincidió con una nueva fase de caída de los precios del petróleo, llevó a la nominación y posterior elección a la presidencia de Nicolás Maduro, y posteriormente a la aplicación de sanciones económicas por parte de los países occidentales. Sanciones que también implicaron la incautación de activos productivos venezolanos en suelo estadounidense y reservas de oro del Banco Central. Las mismas acciones arbitrarias e ilegales que se han repetido puntualmente, desde 2022, contra Rusia.

Nicolás Maduro no posee ni remotamente la carga humana carismática de Chávez, la que ayudaba, como ya se ha dicho, a compensar las graves deficiencias de gestión. Sin embargo, hay que añadir que las condiciones económicas en las que ha tenido que moverse el actual gobierno venezolano han cambiado profundamente y son en gran medida desfavorables al mantenimiento del sistema de incentivos sociales y transferencias directas implantado por el sistema bolivariano. Todo ello ha provocado un empeoramiento de las condiciones existenciales de gran parte de la población venezolana, produciendo una fuerte oleada de emigración hacia o a través de Colombia.

Observo con sorpresa que a pesar de esta crítica situación social, Maduro ha logrado mantenerse en el poder durante un largo periodo de tiempo. Y esto a pesar de los repetidos y fuertes ataques orquestados por el establishment externo, ya que la oligarquía económica nacional no tiene realmente la fuerza para

imponerse. En mi opinión, la situación actual es una reedición del período 2001-2003, cuando la coalición de los intereses del gran capital petrolero internacional amparada por el poder político que asalariaban (*) en los principales países occidentales decidió que no se podía tolerar la existencia de un gobierno popular, nacionalista y socialmente progresista en una potencia petrolera.

Lo mismo se ha dado, en diferentes momentos de la historia, en otras partes del mundo del petróleo, basta pensar en el derrocamiento, por todos los medios, de Mossadegh en Irán, Saddam Hussein en Irak, Muammar Gaddafi en Libia.

Los vectores de intervención pueden ser múltiples, pero cuando se controla la casi totalidad de los medios de comunicación del mundo occidental, el coro casi unánime que cantan los "periodistas" es un punto de partida bastante seguro. En nombre de la democracia y del respeto al voto, inician una campaña de falsificación que debe conducir al "cambio de régimen" y al subsiguiente expolio de todas las empresas públicas y de los recursos primarios de un país. Es un guión conocido y ampliamente aplicado. Sin embargo, las lecciones de 2002 y 2003 en Venezuela deberían aconsejar cautela.

Es muy interesante que los "periodistas", las ONG y las instituciones políticas de nuestra parte del mundo se apasionen por la causa de la oposición venezolana y no tengan nada que decir sobre el constante autogolpe de los sucesivos líderes políticos de Occidente. Desde el Presidente de la Republica Italiana Napolitano, cuando destituyó a Berlusconi a petición de la UE, sin voto del Parlamento nacional, hasta el Presidente Macron, que hoy decide que el resultado electoral no legitima al grupo de mayoría relativa para formar gobierno en Francia. Este es el respeto que se rinde, en nuestros lares, a la voluntad popular expresada por el voto.

Bueno, dejémonos de tonterías, preocupémonos un poco por el estado de la democracia en casa nuestra y dejemos a los venezolanos con sus justas aspiraciones de soberanía; intentemos, si acaso, protegerlos de injerencias externas. Sobre todo porque, como súbditos del Occidente de los grandes monopolios, realmente no tenemos nada más que enseñar, salvo la prudencia a la hora de creer y seguir nuestro propio modelo.

 

*Berlín, 8 de agosto de 2024

Sobre el autor: Gabriele Muzio estudió Economía en Oxford y Cambridge. Trás trabajar en economías no plenamente pauperizadas por la industrialización, tanto en el sur de Italia como en Sudamérica, fue banquero de inversiones en París y Londres. A continuación, recorrió el planeta durante varios años como consultor independiente para grandes organizaciones internacionales de promoción del "desarrollo". Al mismo tiempo, trabajó en biodiversidad y diversidad cultural junto a grupos indígenas y afrodescendientes, con otros voluntarios que trabajaban en distintas disciplinas, especialmente en Colombia.

Definió su especialidad como "arqueólogo de la contemporaneidad, dedicado a la investigación, excavación y estudio de las ruinas generadas por el sistema liberista de la globalización económica".

Películas sobre Venezuela :

1. Otro modo es posible... en Venezuela, 2002, de Elisabetta Andreoli, Gabriele Muzio, Max Pugh, producida por Edizioni Gattacicova

2. Nuestro petróleo y otros cuentos, 2005, de Elisabetta Andreoli, Gabriele Muzio, Sara Muzio, Max Pugh, producido por Edizioni Gattacicova y Yeast Films.

 

gmuzioldn@aol.com



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