Relación entre Venezuela y EEUU: un análisis crítico y propuesta para el futuro

A continuación se presenta un análisis de la relación entre Venezuela y Estados Unidos en los últimos años. Es considerada una de las relaciones internacionales más complejas de Latinoamérica en las últimas décadas.

Se hará desde una perspectiva crítica pero propositiva, porque al final, lo que se busca y desea, es que mejoren las relaciones, se bajen las tensiones y se vayan limando asperezas, que contribuyan a que Estados Unidos vayan eliminando las sanciones y otros tipos de agresiones contra nuestro país por diferencias ideológicas e intolerancia mutua.

Características de las relaciones entre EE.UU. y Venezuela

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, las relaciones se tornaron complejas y cargadas de enfrentamientos diplomáticos, de discursos antagónicos y de la instauración de un tipo de relaciones con un alto nivel de confrontación y conflictividad.

Esa situación continuo con la llegada de Nicolás Maduro al poder en 2013, donde ambas naciones han transitado por un camino marcado por tensiones políticas, sanciones económicas, y en algunos casos, intentos frustrados de diálogo. Lo que debería ser una relación de cooperación entre dos países con profundos lazos históricos, económicos y geopolíticos, se ha convertido en un campo de batalla diplomático.

Esta relación, en los últimos años, ha pasado de la cooperación energética a una dinámica de confrontación ideológica. Venezuela ha sido percibida por Washington como un foco de inestabilidad y una amenaza para sus intereses como imperio en la región. Desde una perspectiva crítica, ha intentado resolver ese conflicto de intereses geopolíticos de una manera intolerante con sanciones económicas, políticas y diplomáticas. Estas sanciones, especialmente desde 2015, han afectado principalmente a la élite política gubernamental y económica del país, pero con efectos secundarios devastadores sobre la población en general.

Acciones determinantes en la confrontación ideológica

Las políticas exteriores de ambos gobiernos han sido, en muchos casos, rígidas y unilaterales. Desde el lado venezolano, el gobierno ha adoptado una postura desafiante, apostando por alianzas con actores globales como Rusia, China e Irán para contrarrestar la presión de Estados Unidos. Esta estrategia, aunque ha permitido al gobierno mantenerse, ha agravado el aislamiento económico y político del país en el hemisferio occidental.

Estados Unidos, por su parte, ha implementado una serie de sanciones en un intento de forzar un cambio de gobierno en Venezuela. Si bien estas sanciones buscan deslegitimar al régimen de Maduro y presionar por elecciones libres, han sido contraproducentes al intensificar la crisis humanitaria y alentar un sentimiento antiestadounidense en la región.

Lo que ha sido evidente a lo largo de estos años es que la estrategia de confrontación ha fracasado. El gobierno venezolano no solo ha resistido las sanciones, sino que ha logrado reorganizar su economía a través de economías alternativas y alianzas con potencias emergentes. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cuál es el siguiente paso para mejorar las relaciones entre estos dos países? ¿Es posible cambiar el rumbo de esta relación?

Alguno planteamientos disruptivos del tipo de relaciones entre ambos países

Creo que, como estudioso en geopolítica, estamos llamados a repensar el enfoque actual. En lugar de seguir imponiendo sanciones, propongo lo siguiente:

  1. Fomentar el diálogo diplomático genuino: Las políticas de aislamiento han demostrado ser insuficientes. Un diálogo multilateral, mediado por organizaciones internacionales como la ONU o incluso países neutros, podría abrir espacio para la negociación de reformas políticas y económicas en Venezuela. Hay que recordar siempre que Estados Unidos es parte del problema y no es el que debería imponer posibles soluciones al conflicto generado por intolerancia ideológica.

Esto implicaría también suavizar las sanciones en sectores críticos como salud y alimentación, para mitigar el impacto sobre la población.

  1. Promover la cooperación en áreas sociales: Estados Unidos debe reconsiderar su enfoque y, junto con la comunidad internacional, desarrollar canales de cooperación humanitaria y garantías de mejoras sociales. En lugar de utilizar la ayuda como una herramienta política, la asistencia debe ofrecerse bajo un marco de neutralidad, fortaleciendo la infraestructura sanitaria, alimentaria y educativa de Venezuela.

  1. Apoyar una transición económica gradual: Es evidente que Venezuela necesita reformas profundas para estabilizar su economía. Estados Unidos, junto con otros actores internacionales, podría ser parte de una estrategia coordinada para aliviar la deuda externa venezolana, en intercambio por compromisos tangibles del gobierno venezolano hacia reformas democráticas.

Liberar fondos venezolanos bloqueados en el exterior y manejados por opositores en el exilio sería parte de las condiciones necesarias para mejorar las relaciones entre ambos países.

  1. Incentivar la reintegración de Venezuela en el hemisferio: A través de acuerdos económicos regionales y el restablecimiento de relaciones comerciales, se debe fomentar la reintegración de Venezuela en el sistema económico y político de América Latina. Esta sería una forma de contrarrestar la influencia de actores externos y de reducir la dependencia de Venezuela de potencias extracontinentales.

La relación entre Estados Unidos y Venezuela no solo afecta a ambos países, sino que tiene repercusiones regionales e incluso globales. América Latina es un campo de tensiones donde se cruzan las grandes potencias. Por lo tanto, es vital que las estrategias geopolíticas consideren los impactos de largo plazo. Debemos insistir en la necesidad de cambiar el enfoque de confrontación hacia uno de diálogo y cooperación, por el bienestar de los pueblos venezolano y estadounidense, y por la estabilidad del continente.

Finalmente, mi recomendación más importante es que ambos países reconozcan que la cooperación, aunque difícil en este contexto, es la única vía hacia una resolución duradera. El pueblo venezolano ha sufrido lo suficiente, y es nuestro deber como analistas cambiar la narrativa que se ha desarrollado de ambas partes confrontadas, y hacer todo lo posible para cambiar el curso que van las relaciones.

El tiempo para nuevas estrategias es ahora, y debemos actuar con visión y responsabilidad histórica.



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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