Los que ahora están en el poder, o más bien, en el gobierno, cogieron la colita con Chávez para llegar a él, al poder, al gobierno, que no lo sueltan chupando de la renta, como garrapatas el lomo de una perra.
Los hombres valientes mueren en el centro de una cayapa a manos de intrigantes, traidores resentidos. Así murió Cristo, Bolívar y Chávez, rodeado de resentidos y de enemigos furtivos. En el caso de Chávez, rodeado de envidiosos, petulantes, e insulsos, insípidos, que han servido para pedalear la traición.
Cuando Chávez ganó las elecciones de 1999 salieron de su escondite los reformistas y muchos aprovechadores oportunistas, pillaron la ocasión de colarse en su gobierno simulando respeto y obediencia, lealtad, hablando de revolución y socialismo sin pudor. Uno recuerda al viejo zapatero Miquelena, devenido en empresario de seguros y en padre putativo de Chávez, a Alfredo Maneiro y a Jorge Olavarría, y, por supuesto, a Maduro, a Semtei, a Jorge Rodríguez (guillado en el CNE), Elías Jagua al teniente Izarra y su hijo, al gordo Barreto, Aristóbulo Isturiz, y una lista larga de políticos, empresarios, militares, abogados, unos más, o menos, honestos que otros, y cazadores que vieron en Chávez una presa fácil. Pero no fue así, al final a Chávez tuvieron que matarlo para que los chacales pudieran comérselo. Después de muerto, todavía muchos de ellos le temen a su duro cuero moral ideológico.
Chávez no fue una presa fácil porque actuó de acuerdo a sus convicciones, vencer a Chávez era tratar de vencer sus ideas, y sus ideas se fueron fundiendo en una roca socialista y bolivariana, contra eso, hasta ahora, nadie ha podido, tuvieron que matarlo, pero quedó su herencia en la forma de un plan, de cientos de lecciones televisadas, arengas regaños, citas de lecturas y anécdotas, ¡ya quisieran muchos tener algo en sus cabezas y acompañarlas de una acción decidida! En cambio, Maduro puso de moda el desgano político y la conciliación con los enemigos, la política y la diplomacia del ganar perdiendo.
En estos años, cada vez que el imperio apretó una tuerca el gobierno conciliador de maduro entregó un pedazo de revolución y de país; agotada la revolución ahora se entregan empresas, petróleo, oro, el paisaje. La conciliación, madre de toda restauración, sustituyó la revolución socialista por la “guerra económica”, una chilladera madurista por cómo se defiende el capitalismo de sus enemigos, de la sociedad y del socialismo; emboscado el madurismo sin las armas de la revolución, comenzó a entregar hasta lo que no tenemos, en “nombre de la paz”.
Chávez no hubiera cedido un milímetro de la revolución, hubiera luchado, y no negociado sin tener ventajas sobre el enemigo: el petróleo, el cual jamás lo regaló, siendo el arma más poderosa con la que contaba la revolución. Maduro quebró la PDVSA soberana y socialista, la saqueó y la desmanteló. Eso no fue un error, fue premeditado, el desastre fue premeditado, la rebatiña, la anarquía, porque dudamos que Maduro y su equipo fiel, tuvieran un plan propio, distinto al de entregarles el control de la economía a los privados. El desgano político y la codicia, no hay más que eso.
Algunos aprenden de la pobreza, de tanto mirarla nos asqueamos de su miseria moral y física, queremos acabar con ella. Otros aprenden de la ostentación, del lujo, de la riqueza, a imitarla o tratar de imitarla; siguen su camino despiadado para ascender socialmente. Ciertamente es una lucha interior entre una cosa y la otra, pero en algunos vence el deseo de lucha por cambiar la sociedad, y en otros la codicia personal. Para sostener los principios que sostienen la revolución socialista se requiere una fuerza moral mayor que la que se necesita para ascender en la escala del éxito capitalista, para esto solo hace falta conseguir dinero, al costo que sea.
Cambiar los principios por dinero es como vender las herramientas de trabajo, eso es lo que ha hecho el madurismo con la revolución socialista y con Venezuela. Sin principios, sin objetivos morales y éticos claros, sociales, políticos, “ideológicos”, lo que queda es el “sálvese quien pueda”, todos pataleando en la miasma pastosa del capitalismo.
Chávez quiso que aprendiéramos a defendernos como sociedad de un solo enemigo, de la lógica del capital. A salvarnos todos con el esfuerzo de todos, o no nos salvamos ninguno del infierno capitalista. Si no podemos ver con claridad lo que nos pasa, solo basta con mirar a los lados, a nuestros vecinos y sus malos gobiernos y males sociales.
El de maduro no es un gobierno socialista, es capitalista y retrasado, colonial. Muchos se distraen consolándose con la miseria de otros y con algunas ventajas personales, pero nuestro destino en el juego político mundial, está anunciado como pueblo, si no somos capaces de precavernos de él vamos a desaparecer. Chávez nos lo mostró, Fidel nos lo advirtió como un verdadero profeta, depende de sus genuinos herederos (políticos y morales) que el mundo cambie en una dirección tangencial a la guerra intercapitalista, a la fatalidad capitalista, en dirección hacia el socialismo verdadero. Salvar la humanidad es el objetivo.
PATRIA ES SOCIALISMO Y ES HUMANIDAD