Llegó la navidad del 2024, y realmente otro año más de cosas incumplidas, falsas promesas, empobrecimiento colectivo producto de la devaluación de la moneda, bloqueados y sancionados pero con crecimiento económico, donde a la vez crece la distribución desigual de los ingresos nacionales. En fin, una navidad más y nada que se ajustó el salario de los trabajadores, ni los ingresos de los pensionados, jubilados y militares como lo manda la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Me da pena ajena volver a escuchar y saber que los ministros y viceministros, alcaldes, gobernadores, diputados nacionales y regionales, concejales, presidentes y directores de instituciones públicas, dirigentes políticos de estructuras nacionales, entre otros, estuvieron celebrando en fiestas y recibiendo grandes cestas navideñas financiadas con los ingresos fiscales petroleros y no petroleros que dicen no alcanzan para aumentar salarios. En esta época es cuando menos se acuerdan de las promesas y consignas repetidas de que "en este año llegarán mejores ingresos para la familia venezolana y será el año de la recuperación económica".
Un año más de "discursos chimbos", un año más de nuestras vidas escuchando pérdidas del poder adquisitivo y sobre hechos de corrupción multimillonarias. Un año más perdido y con los mismos políticos polarizados, agrediéndose los unos con los otros, y algunos que vuelven aparecer al fin del año en los medios de comunicación para decirnos lo mismo que en los últimos 9 años: que el salario se aumentará cuando se incremente la renta petrolera que ellos mismos dejaron caer y que se robaron sus amigos como Tareck El Aissami y Hugber Roa.
Reflexiones económicas
A pesar de un crecimiento económico estimado en 5% para 2024 y una inflación que rondaría el 20%, el poder adquisitivo de los venezolanos sigue en su mínimo histórico. El salario mínimo integral, actualmente ubicado en aproximadamente USD 132,5 (considerando bonos gubernamentales), representa solo un 33% del costo de la canasta básica familiar, estimada en USD 700. Esto refleja una desconexión estructural entre el ingreso real de las familias y las necesidades más básicas.
La desigualdad de ingresos en Venezuela también ha alcanzado niveles alarmantes. Mientras que un pequeño grupo vinculado al poder disfruta de privilegios desmedidos financiados con recursos fiscales, el resto de la población enfrenta un empobrecimiento cada vez más profundo. Por ejemplo, los empleados públicos, que constituyen una cuarta parte de la fuerza laboral activa, siguen recibiendo salarios insuficientes para cubrir sus necesidades, mientras que los pensionados apenas sobreviven con USD 45 mensuales.
La narrativa oficial sobre el "avance económico" no soporta un análisis riguroso cuando se considera la distribución del ingreso. Según cifras del propio Seniat, una gran parte de la recaudación fiscal proviene del Impuesto al Valor Agregado (IVA), un tributo regresivo que impacta desproporcionadamente a los más pobres. Mientras tanto, sectores con capacidad contributiva significativa, como las grandes corporaciones, disfrutan de exoneraciones tributarias y beneficios fiscales.
Sobre la "recuperación económica" y la exclusión social
El discurso oficial de una economía en recuperación gracias a la "estabilidad cambiaria" y la contención inflacionaria no toma en cuenta la situación de millones de hogares que siguen sumidos en la pobreza extrema. Mientras las reservas internacionales han disminuido a USD 9.714 millones, su relación con la liquidez monetaria (31%) revela una economía estrangulada por un encaje legal del 70%, que impide el acceso al crédito para los pequeños y medianos empresarios.
Proyecciones preocupantes
Si no se adoptan medidas estructurales inmediatas para garantizar un salario digno conforme al Artículo 91 de la Constitución, las perspectivas para 2025 son sombrías. Las demandas sociales seguirán en aumento, así como las tensiones entre los gremios y el gobierno.
El costo de mantener una estructura política y burocrática subpagada e20 ineficiente no puede seguir recayendo en los hombros de una población agotada. Los retos son claros: reducir la desigualdad, reactivar el poder adquisitivo y reconstruir un sistema económico basado en la justicia y la inclusión social.
¿Será esta la última navidad bajo esta "política de austeridad" disfrazada de promesas vacías? O, por el contrario, ¿será otro "año más" de resignación forzada?
¡Hasta cuándo aguantará ese pueblo humilde que cree en políticos demagogos que ofrecen y ofrecen y no cumplen con lo que dicen! ¡Un año más de eso!
¡Un año más, un año más… y pareciera, que aún faltan más por venir con los mismos incompetentes que se burlan de ti exigiendo que te esperes a que el petróleo algún día vuelva a subir…!