Venezuela, una tierra bendecida con abundantes recursos naturales y una población vibrante, se encuentra hoy sumida en una profunda crisis social, económica y política. La polarización, como una grieta que atraviesa el corazón de la sociedad, parece ensancharse cada día, dejando a su paso un rastro de incertidumbre y desesperanza. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cuáles son las raíces de esta división que nos lacera?

Para comprender la realidad actual, debemos mirar hacia atrás, hacia las decisiones políticas que han marcado el rumbo del país. La historia de Venezuela está llena de contrastes, de momentos de prosperidad y de profundas crisis. El descubrimiento del petróleo a principios del siglo XX trajo consigo una riqueza inusitada, pero también la semilla de la dependencia y la desigualdad.

Los gobiernos que se sucedieron a lo largo del siglo, con sus aciertos y desaciertos, fueron construyendo un sistema político frágil, vulnerable a la corrupción y al clientelismo, que culminó con la pérdida de legitimidad de los partidos tradicionales y el descontento popular que llevó a Hugo Chávez al poder en 1998.

La llegada del chavismo marcó un punto de inflexión. Chávez, con su discurso antiimperialista y su promesa de justicia social, canalizó el descontento popular, pero también inició un proceso de transformaciones políticas, económicas y sociales que generaron una fuerte oposición.

Los gremios empresariales tradicionales, los partidos políticos desplazados del poder y los intereses transnacionales petroleros, vieron en las políticas del nuevo gobierno una amenaza a sus intereses.

El cambio de rumbo en la política exterior, con un acercamiento a países como China, Rusia, Irán y Cuba, y el discurso antiimperialista dirigido a Estados Unidos, agudizaron las tensiones internacionales. Este nuevo escenario geopolítico sirvió de caldo de cultivo para la polarización, que se vio alimentada por la narrativa de Venezuela como una "amenaza" a los intereses de Estados Unidos en la región.

El Golpe de Estado de 2002, con el apoyo explícito del gobierno de George Bush hijo, y el surgimiento de líderes opositores como Leopoldo López, Carlos Ortega, Carmona Estaba, Henry Ramos Allup, Julio Borges, Antonio Ledezma, Henrique Capriles Radonsky y posteriormente Juan Guaidó, María Corina Machado y Edmundo González, marcaron el inicio de una confrontación política que se mantiene hasta hoy. Han sido 25 años de intolerancia política y enfrentamientos de grupos de intereses e ideológicos que han subido a nuestro país en la pobreza.

La polarización se agudizó aún más con la llegada de Nicolás Maduro al poder. La crisis por la llamada guerra económica, la escasez de productos básicos, el dólar paralelo y su devaluación continua, la hiperinflación, la corrupción, la no rendición de cuenta ni publicación de cifras estadísticas, junto al control de los poderes públicos y la represión política, han generado un éxodo masivo de venezolanos y han sumido al país en una profunda crisis que pareciera nunca acabar.

A ese marco de dificultades se le suma las sanciones y bloqueos por parte del Imperio del Norte y sus aliados, que fueron solicitadas por el sector opositor venezolano que hoy lidera María Corina Machado.

Hoy, Venezuela se encuentra en una encrucijada. La división y la confrontación parecen ser el pan de cada día. Sin embargo, en medio de la oscuridad, aún hay espacio para la esperanza. Es necesario un cambio de rumbo, un camino que nos conduzca hacia la unidad y la reconstrucción.

Vanguardia Ciudadana por la Democracia (VCD) surge como una alternativa, una propuesta que busca tender puentes y sanar las heridas del pasado.

Creemos en el diálogo, en la reconciliación y en la construcción de un futuro común. Sabemos que el camino no será fácil, pero estamos convencidos de que juntos podemos superar esta crisis y construir una Venezuela próspera y unida.

No sé sabe a cierta qué va a pasar el 10 de enero de 2025, pero estamos convencidos de que ya es hora de dejar atrás la polarización, de reconocer nuestras diferencias y trabajar juntos por el bien común. El futuro de Venezuela está en nuestras manos.