¿Izquierda y derecha son tan diferentes como creemos?

La brecha entre la izquierda y la derecha parece insalvable en un mundo cada vez más dividido. Las redes sociales, los medios de comunicación y los debates políticos refuerzan continuamente la percepción de que las personas de ambos extremos ideológicos son fundamentalmente diferentes. Se nos informa de que los de derechas son más tradicionales e inflexibles, mientras que los de izquierdas son más abiertos y simpáticos. Sin embargo, ¿hasta qué punto estas disparidades son auténticas, o son principalmente el resultado de construcciones mediáticas y sociales que inflan las diferencias entre ambos grupos?

Un reciente artículo publicado en Annual Review of Psychology revisa décadas de investigación psicológica para responder a estas preguntas. Los autores, Nour S. Kteily y Mark J. Brandt, analizan una amplia gama de estudios que exploran las similitudes y diferencias psicológicas entre personas de izquierda y derecha. Su conclusión es sorprendente: aunque existen diferencias entre ambos grupos, las similitudes son mucho mayores de lo que se cree. Este hallazgo no solo desafía las narrativas populares sobre la polarización, sino que también tiene implicaciones importantes para cómo entendemos la política, la toma de decisiones y la convivencia en sociedades divididas.

El debate sobre las diferencias psicológicas entre izquierda y derecha no es nuevo. Desde la publicación de The Authoritarian Personality en 1950, los psicólogos han intentado entender si las personas en ambos extremos políticos piensan y actúan de manera diferente. Algunos estudios sugieren que las personas de derecha son más rígidas cognitivamente, más sensibles a las amenazas y más propensas al autoritarismo. Sin embargo, otros investigadores han cuestionado estas conclusiones, argumentando que las diferencias son menores y que, en muchos aspectos, las personas de izquierda y derecha son más similares de lo que se cree.

Este artículo no solo revisa la evidencia existente, sino que también ofrece una visión más matizada del tema. Al examinar áreas como los valores, la personalidad, el procesamiento de información y los comportamientos interpersonales, los autores muestran que, aunque hay diferencias, estas no son tan grandes ni tan consistentes como a menudo se piensa. Además, destacan cómo factores contextuales, como el ecosistema mediático y las estructuras políticas, pueden exacerbar las percepciones de división. En un momento en que la polarización parece estar en su punto más alto, este análisis ofrece una perspectiva refrescante y necesaria sobre un tema que afecta a todos los aspectos de la vida pública y privada.

El artículo analiza múltiples dimensiones psicológicas, desde los valores y la personalidad hasta el procesamiento de información y los comportamientos interpersonales. En términos de valores, las personas de izquierda tienden a priorizar la igualdad y el cambio, mientras que las de derecha valoran más la tradición y la seguridad. Sin embargo, estas diferencias son pequeñas y varían según el contexto cultural. Por ejemplo, en países poscomunistas, los valores tradicionales pueden estar más asociados con ideologías de izquierda. Esto sugiere que las diferencias en valores no son absolutas, sino que están influenciadas por el entorno social e histórico en el que las personas se desarrollan.

En cuanto a la personalidad, las personas de izquierda suelen ser más abiertas a nuevas experiencias, mientras que las de derecha tienden a ser más concienzudas. No obstante, estas diferencias también son modestas y no siempre se traducen en comportamientos políticos distintos. Por ejemplo, tanto izquierdistas como derechistas son igualmente propensos a caer en el razonamiento motivado, es decir, a buscar información que confirme sus creencias preexistentes. Este fenómeno, conocido como sesgo de confirmación, es universal y no está limitado a un solo grupo ideológico. Esto nos recuerda que, aunque las personas puedan identificarse con diferentes etiquetas políticas, los mecanismos psicológicos que subyacen a sus decisiones son sorprendentemente similares.

Uno de los hallazgos más interesantes es que, aunque las personas de derecha son más propensas a compartir noticias falsas, esto no se debe necesariamente a una mayor credulidad, sino a que están más expuestas a desinformación en su ecosistema mediático. Esto sugiere que la polarización no es solo un problema de psicología individual, sino también de estructuras sociales y mediáticas. En otras palabras, el entorno en el que las personas consumen información puede ser tan importante como sus predisposiciones psicológicas. Este hallazgo tiene implicaciones importantes para cómo abordamos la desinformación y la polarización en la era digital.

En el ámbito de la empatía, las personas de izquierda tienden a mostrar más preocupación por los demás, especialmente por grupos desfavorecidos. Sin embargo, ambos grupos pueden ser igualmente prejuiciosos, aunque hacia diferentes grupos: los de derecha hacia minorías y grupos progresistas, y los de izquierda hacia grupos privilegiados y conservadores. Esto sugiere que el prejuicio no es exclusivo de un solo lado del espectro político, sino que se manifiesta de diferentes maneras dependiendo de los valores y las prioridades de cada grupo. En lugar de ver el prejuicio como un problema de un solo grupo, deberíamos reconocer que es un fenómeno humano que puede surgir en cualquier contexto ideológico.

Otro aspecto clave que aborda el artículo es la violencia política. Aunque los extremistas de derecha tienden a ser más violentos que los de izquierda, esto puede variar según el contexto político. Por ejemplo, en situaciones donde la izquierda está en el poder, los grupos de derecha pueden sentirse más amenazados y, por lo tanto, más propensos a recurrir a la violencia. Esto sugiere que la violencia política no es simplemente el resultado de diferencias psicológicas inherentes, sino que también está influenciada por factores contextuales, como el equilibrio de poder y la retórica de los líderes políticos.

Además, el artículo destaca que las diferencias en sensibilidad a las amenazas entre izquierda y derecha son menos pronunciadas de lo que se cree. Mientras que algunos estudios sugieren que las personas de derecha son más sensibles a las amenazas, otros no encuentran diferencias significativas cuando se utilizan medidas conductuales y psicofisiológicas. Esto cuestiona la idea de que las personas de derecha son inherentemente más temerosas o reactivas a los peligros. En cambio, sugiere que las diferencias en sensibilidad a las amenazas pueden estar más relacionadas con cómo se perciben y se comunican las amenazas en diferentes contextos políticos y culturales.

Finalmente, el artículo aborda el tema del autoritarismo, tradicionalmente asociado con la derecha. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que el autoritarismo también puede manifestarse en la izquierda, aunque de maneras diferentes. Por ejemplo, mientras que el autoritarismo de derecha a menudo se asocia con la obediencia a la autoridad y el mantenimiento del orden tradicional, el autoritarismo de izquierda puede manifestarse en la intolerancia hacia opiniones conservadoras y en la promoción de la censura. Esto sugiere que el autoritarismo no es exclusivo de un solo grupo, sino que puede surgir en cualquier contexto donde se priorice el control y la conformidad sobre la libertad individual.

En conclusión, aunque existen diferencias psicológicas entre personas de izquierda y derecha, estas son menos pronunciadas de lo que a menudo se cree. Ambos grupos comparten muchas características, como la tendencia al sesgo cognitivo y la susceptibilidad a la desinformación. Esto no significa que las diferencias políticas no sean importantes, pero sí sugiere que la polarización puede estar exacerbada por factores externos, como los medios de comunicación y las estructuras políticas. En lugar de enfocarnos en las diferencias, deberíamos prestar más atención a las similitudes y buscar formas de fomentar el diálogo entre ambos grupos. Después de todo, como muestra la investigación, las personas de izquierda y derecha no son tan diferentes como a veces pensamos. Y en un mundo cada vez más dividido, recordar esto puede ser el primer paso hacia una mayor comprensión y cooperación.



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