La pandemia de la COVID-19, cuyo origen sigue envuelto en polémica, si fue inducida o resultado de una aparición natural, produjo, sin embargo, una inflexión irreversible en el mundo tal como lo hemos conocido hasta ahora. Lo evidente es que este episodio global, activó con atroz claridad las fisuras acumuladas por siglos de injusticia, desigualdad y exclusión en los pueblos del planeta y en particular en los países del hoy denominado Sur Global, develando tres grandes crisis que, aunque cronológicamente distintas, se entrelazan en una misma telaraña de dominación, opresión, sufrimiento y también de posibilidad de cambio y transformación del orden social actual.
Estas crisis pueden entenderse como momentos críticos que se tejen simultaneamente: la crisis de la globalización neoliberal, que se gestó en 1973 con el golpe de Estado a Salvador Allende en Chile y la instauración de la dictadura de Pinochet como laboratorio mundial del neoliberalismo, “haremos crujir la economía chilena”, (Henry Kissenger, 1972); la crisis de hegemonía política y económica de Estados Unidos, arrastrada desde la posguerra de 1945; y la más profunda de todas, la crisis civilizatoria de la modernidad capitalista, que comenzó en 1492 con el “Encubrimiento del Otro” (Dussel, 1994), el inicio del colonialismo europeo en Abya Yala y su continuidad actualmente por medio de la colomialidad del poder, colonialidad del saber y la colonialidad del ser.
En Nuestramérica y en el Sur Global, llevamos más de cinco siglos atravesando estas crisis estructurales. A cada etapa, el poder político y económico global le ha asignado un mandato de obediencia y opresión, según Ramón Grosfoguel (2025), enunciado de forma inhumana o sofisticada según el momento y contexto histórico: En la colonia, "Te cristianizas, te civilizas o te mato", en la modernidad capitalista,"Progresas y te modernizas o te mato", hoy en colonialidad y plena reconfiguración geopolítica: "Te alineas con la lógica unipolar o te borro del mapa”, ejemplo Gaza y Palestina".
Crisis de hegemonía y decadencia imperial
Coincidiendo con la “aparición” de la pandemia covid-19, el presidente estadounidense Donald Trump, se apresuró a responsabilizar de la pandemia, a China, ¿Preludio de su Guerra comercial y económica en Trump. 2? Será el intento desesperado de revertir la decadencia del sueño americano, bajo el lema “America First”; su proyecto busca una reindustrialización forzada, imponiendo aranceles (chantaje geopolótico) a las importaciones en un intento por frenar la desindustrialización de EE.UU. Sin embargo, esta estrategia parece destinada al fracaso por varias razones: a): la deuda pública de EE. UU asciende a 36 trillones de dólares, es impagable, b) No es posible deslocalizar la producción en EEUU. Porque los proyectos de inversión son a largo plazo y entran en contradicción con las políticas corto placistas de Trump, c) la mano de obra barata es expulsada con políticas migratorias agresivase inhumanas, d) el modelo de consumo del pueblo estadunidénse, basado en el endeudamiento, se tambalea peligrosamente; los puntos anteriores Trump los está implementado violando los Acuerdo de la Organización Internacional del Comercio, el Derecho Internacional y Soberanía Ncional de los pueblos, también mediante lo que algunos analistas políticos denominan Derica Autoritaria como perversión del poder democrático, como deslizamiento autoritario del Poder Ejecutivo, que actúa bajo premisas falsas y desleantades con los compromisos internacionales, de u supuesro orden bajo reglas con la que se conducen los países, en el plano internacional en el comercio, los acuedos políticos y el respeto diplomático en las relaciones internacionales.
Mientras tanto, EE.UU. transfirió su riqueza a una élite bélica-industrial, fabricando armas y exportando guerras desde sus más de 1000 bases militares, según algunos analístas geopolíticos, repartidas por el planeta. La Unión Europea en su acompañamiento a la alaianza con EE.UU, a perdido autonomía y capacidad de decisión propia. En contraposición, China se fortaleció comercial y tecnológicamente y Rusia, tras la caída de la URSS, recuperó y expandió su poderío militar. Así emergió un mundo multipolar en lo político y pluricéntrico en lo económico, articulado alrededor de bloques como los BRICS+.
Salud Mental Colectiva Decolonial y desorden global
En medio de este torbellino histórico y político, las consecuencias en la Salud Mental Colectiva Decolonial son profundas. Las crisis de temporalidades impuestas por una minoría capitalista, imperialista y sionista (el 1% de la población mundial actual, unas 100 mil personas que integran el capitalismo mundial), colapsan los pueblos del Sur Global, pueblos que viven una paradoja constante y no logran salir de la “crisis”, porque la crisis es su punto de partida, no el punto de llegada.
La Salud Mental Decolonial no puede desligarse de este entramado de violencia, opresión e imposición estructural, denominada Colonialidad Geopolítica, las narrativas individualistas del bienestar emocional, colapsan, frente a pueblos que han sido saqueados, asesinados, invisibilizados, subalternizados, inferiorizados y reprimidos sistemáticamente. En este contexto, pensar la Salud Mental Colectiva desde el Sur Global, exige una clave decolonial, que reconozca que el malestar y su expresión neuroquímica y psicológica colectiva, es la consecuencia y evidencia de una causalidad histórica, política, económica y territorial, desde hace más de 5 siglos.
Tres escenarios geopolíticos posibles para la humanidad
La crisis actual abre una encrucijada con tres posibles salidas:
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Colapso económico y guerra civil en las potencias occidentales decadentes, especialmente en EE.UU, arrastrando al mundo a una inestabilidad política y un colapso económico global sin precedentes.
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Surgimiento de un Nuevo Orden Económico Mundial Multipolar, con relaciones más justas, equitativas y soberanas entre los pueblos.
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Una confrontación nuclear total, cuyo desenlace sería la extinción de lo humano del planeta, empujada por la desesperación del Imperialismo de EEUU y sus alaiados, que parecen en caída libre, acelerada por la fuerza de “gravedad impulsiva y equivocada” de las políticas de Trump.2.
Otra Salud Mental Colectiva Decolonial es posible, otro mundo es necesario
Desde el Sur Global, afirmamos que otro mundo es posible. Uno donde la Salud Mental Colectiva, como el encuentro entre las tres grandes subjetividades de lo humano: el Ser, Amar y Tener-Estar, se sustente en el bienestar colectivo corresponsable y solidario, en convivencia armónica Naturaleza-Humanidad con justicia social, inclusión real y desarrollo territorial autónomo.
Un mundo planetario, donde las decisiones se tomen desde la sabiduría comunitaria, la memoria histórica y las potencialidades del territorio. Un mundo donde la Salud Mental Colectiva y Decolonial no se mida por la adecuación al mercado, sino por la capacidad de Ser, Amar, Cuidar y Vivir juntos sin destruirnos, proteger la Naturaleza, en territorios de justicia, igualdad e inclusión.
Pensar en clave decolonial no es una moda académica, es una urgencia vital para nuestros pueblos. Es el acto radical de imaginar futuros donde las heridas de la conquista, colonización, colonialidad, neoliberalismo y el racismo estructural comiencen a sanar. Y ese acto comienza por reconocer que los pueblos del Sur Global no son víctimas pasivas, sino sujeto colectivo e histórico activo en la construcción de un por-venir más digno para toda la humanidad.
Todo la anterior, pasa por superar la naturaleza destructiva de las contradicciones irresolubles del capitalismo y su metabolismo sociedad-naturaleza destructiva..