El reciente discurso pronunciado por el General Raúl Baduel, con motivo de su pase a retiro, ha animado el debate ideológico y crítico que tanto ansiamos los revolucionarios. Y era de esperar que así sucediese, pues, el contexto político por el cual atraviesa la Revolución Bolivariana y la figura política de quien lo anima (Baduel) lo demanda y le imprime relevancia.
La apátrida reacción no desea debatir por que ella está clara. Entiende que es imposible defender lo indefendible (el capitalismo); que la diatriba ideológica no se encuentra entre capitalismo y socialismo, y por tanto, apuestan, -además de la intervención imperial y el magnicidio- a la distracción y la difamación. Como era de esperar, han comenzado por calumniar al G. Baduel y al Comandante Chávez, sembrando intrigas y falsos enfrentamientos entre ellos. Pues, la reacción entiende bien que fueron ideas las que se confrontaron en ese día por su discurso, y es precisamente a su producto lo que les hace temblar; “a la catarsis que alcanzan las ideas de la revolución producto de su confrontación”. La derecha comprende que, cada palabra que se dijo y se sigue diciendo en nuestro espacio, representa un golpe al cincel que va tallando al arte de la revolución. Y que, como arte es la idea reflejada, cada cincelada representa un acabado que va dando forma. ¡El debate interno es señal buena de la fortaleza de la revolución; es un golpe a la reacción! Es por ello que se requiere del más profundo y delicado análisis reflexivo en el debate.
Para comenzar nuestra pequeña contribución al debate, quisiéramos dejar por sentado, y de entrada, que disentimos profundamente de las ideas y los argumentos expresados por el compatriota G. Baduel. Son muchas las imprecisiones, la superficialidad y los errores contenidos en su discurso. En especial, cuando para justificarse en su concepción de “socialismo” comete el grave pecado de amputar la historia de pasadas experiencias ( la URSS ). Trataremos, por motivo de espacio, de no profundizar en este aspecto y repetir las criticas, que al respecto, le hiciese el Diputado Rodolfo Sanz en su escrito publicado en el Diario VEA del día 22/07/2007 y que compartimos. De igual manera, compartimos las reflexiones de Antonio Aponte, revolucionario y columnista del Diario VEA, cuando en su reciente artículo publicado en día 20/07/07, aclara que “ LA UNIÓN SOVIÉTICA CAYÓ POR CAPITALISTA, NO POR SOCIALISTA ”. Solo nos bastaría con decir que, la práctica de cercenar la historia para justificar algo es ajena a los revolucionarios. Por ello, trataremos de referirnos solo a dos aspectos de su discurso, a nuestro parecer, fundamentales, claves: 1.- Su desconocimiento del significado de “Socialismo”; 2.- La supuesta “contradicción” entre Socialismo y Estado, para así, luego, reflexionar su trasfondo. Veamos.
Nos dice Baduel:
“…el socialismo del siglo XXI implica la necesidad imperiosa de formalizar un modelo teórico propio y autóctono”. Más adelante prosigue: “…hay que admitir que este modelo teórico -hasta los momentos- ni existe, ni ha sido formulado y estimo que mientras esto sea así, persistirá la incertidumbre de algunos grupos”
En realidad, la incertidumbre proviene de desconocer el verdadero significado de socialismo; del eclecticismo y de la pugna que existe entre las diferentes ideas y sus patrocinadores representados en las diferentes clases sociales que pretenden, desde lo interno, adueñarse de la revolución Bolivariana. La lucha de ideas es la expresión, en el orden teórico, de la lucha de clases. Ahora bien, lo fundamental el desconocimiento del significado de socialismo proviene del hecho de pretender (por algunos) enmarcarlo como un modelo teórico determinado, cuando en realidad el socialismo, a decir de Marx, no es más que una fase transitoria de la revolución, no enclaustrada en molde determinado, pero si determinada por principios generales: la propiedad social de los medios de producción; la superación del capitalismo, del capital y sus fetiches (la ley del valor, el mercado y el dinero); la democracia revolucionaria; y el Ché agregaba “la nueva conciencia revolucionaria (el hombre nuevo)”.
Una vez aislado (el socialismo) de las experiencias del pasado y el presente; cercenándole de su historia, y encerrado en moldes determinados, se le abre paso a la transfiguración del socialismo. A un futuro dogma; a un muerto que no ha nacido.
Y es aquí cuando también se abre paso, y con mayor fuerza todavía, la predica anti-Estado “casualmente o inconscientemente” coincidente con las predicas de los neoliberales.
Mutilado el Estado de su verdadero significado, de su razón de ser; como el administrador de la sociedad y de sus bienes, la máxima organización de ésta; figura jurídica en el que se inscribe la propiedad social, o como diría Antonio Aponte en su artículo más reciente publicado en el Diario VEA el día 23/07/07: “… es algo así como un Consejo Comunal pero a escala nacional, digamos, un Consejo Nacional. Entonces así como no puede haber propiedad comunal sino es administrada por el Consejo Comunal, no podrá haber propiedad social sino es administrada por el Estado”: una nueva teoría se inmiscuye en el debate revolucionario. Es el Estado, para el compatriota G. Baduel, el enemigo mortal del socialismo, por lo cual, hay que prescindirlo.
Por ello, y tomando como argumento la experiencia soviética del “Capitalismo de Estado” (propuesta de Lenin, quien la veía como fase transitoria ideal entre el capitalismo y socialismo) mutilando a ésta de su contexto histórico, Baduel dice lo siguiente:
“… no podemos permitir que nuestro sistema (el Socialismo del siglo XXI) se transforme en un capitalismo de Estado, donde sea el Estado el único dueño de los grandes medios de producción…”
Por este asunto, la respuesta del Diputado Rodolfo Sanz, fue también certera y concisa. Al respecto Sanz aclara con lo siguiente: “… lo que hoy existe en Venezuela es un capitalismo de Estado” incuestionable verdad. Las razones son obvias: PDVSA, las Industrias Básicas, las industrias de generación eléctricas, etc. Pero el Diputado Rodolfo Sanz comete una equivocación cuando prosigue: “…El esfuerzo que estamos haciendo es para transformarlo en socialismo de Estado productivo que, desde mi modesta concepción, es la forma real y concreta que debe adoptar el socialismo del siglo XXI”. Al parecer Sanz no cayó en cuenta que cometió la misma equivocación del G. Baduel al pretender crear un nuevo molde para el socialismo con eso de: “Socialismo de Estado productivo”, peor aun, el error se duplica por no intentar una definición de esa cosa.
Lo importante es dejar claro lo siguiente: 1.- El socialismo es igual a transición permanente. 2.- el capitalismo de Estado no es otra cosa más que, los medios de producción en manos del Estado (propiedad social) pero aun desarrollando relaciones de producción y distribución capitalistas con la sociedad a la que se debe. Muy bien el capitalismo de Estado, a decir de Lenin, podría definirse como una etapa transitoria del socialismo. Un modelo en sí, pero presto a continuos cambios. Un sistema impregnado de los elementos de la vieja sociedad capitalista. 3.- el socialismo solo avanzaría si, progresivamente, va superando las formas que adquiere el capital; si supera paulatinamente sus determinaciones y fetiches. 4.- la transformación del Estado burgués; sus estructuras, en un nuevo Estado revolucionario e integrado a la sociedad.
Pero el fondo de los conceptos y de las ideas en las que se embulle el compatriota Baduel, lo fundamental de ellas, se vislumbra en lo siguiente: “…El modelo de socialismo que desarrollemos debe ser tal, que nos muestre el camino socialista hacia la producción y generación de riqueza primero y luego permita un reparto más equitativo de la misma entre quienes la generaron”….
Suena muy bien lo anterior, solo que para la construcción de su “Socialismo del Siglo XXI”, la propiedad social bajo su figura jurídica del Estado no está contemplada. Ya estaba de antemano excluida. Es allí donde reside el meollo de todo el problema ¿Cómo generar las riquezas y en quien invertirlas? Seamos más precisos. Baduel descarta la inversión en el Estado para generar riquezas; la propiedad social de lo medios de producción. Es aquí donde se hace presente la influencia nociva (en Baduel) del renegado Dieterich cuando éste dice: “La propiedad del Estado no lleva al socialismo”… "En el socialismo del siglo XXI, la propiedad es secundaria porque la regulación de la producción, de la distribución, del consumo y de la participación en la riqueza social gira en torno a los aportes laborales que cada ciudadano hace ya que se gratifica a la persona por la cantidad de horas que proporciona a la riqueza del país y no porque sea dueño de un banco o de una fábrica. De este modo desaparece la propiedad como problema”.
Al respecto, el sabio Marx nos advertía que: “La clase que dispone de los medios de producción materiales dispone al mismo tiempo de los medios de producción ideológicos, de tal modo que las ideas de aquellos que carecen de los medios de producción están sometidas a las clases dominantes”.
Sin lugar a duda, el compatriota G. Raúl Isaías Baduel, influenciado por el tránsfuga de Heinz Dieterich, comete el grave error de tergiversar al socialismo.