No hay una Teología Liberadora si esta no está basada sobre los valores liberadores del Evangelio. Ese fundamento tiene su origen, primeramente en el conocimiento natural o primigenio, que nace en la conciencia de los pueblos. Viene del despertar de la conciencia de los seres humanos, de una Iglesia que vive como fermento en medio de su pueblo, la lectura liberadora del texto bíblico.
Cuando hablamos muchas veces de Epistemología, lo hacemos muchas veces desde la concepción de la obtención o dominio, de un conocimiento, que hemos llamado científico. Por lo general rechazamos otro tipo de conocimiento, que según nosotros y nosotras no tengan una base Científica. La Teología de la Liberación surge del reflexionar de un pueblo, en la Biblia y en el Redescubrimiento del Dios liberador, que se describe en todo su texto.
A la Teología de la liberación, le es urgente reencontrarse con ese saber popular, que por muchos años le dio pertinencia en toda la América latina. Cuando definimos hace algunos años a la Teología de la Liberación, fuimos a las investigaciones de otros y otras, pero también traíamos con nosotros y nosotras una larga experiencia de luchas y experiencias populares valiosísimas, un conocimiento práctico que le dio base y concreción, a un nuevo pensar la Biblia, como palabra liberadora de Dios.
Dice Gustavo Gutiérrez, que Teología de la Liberación, es un acto segundo que emana de una experiencia de compromiso y trabajo, con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento.
Desde esa afirmación de Gustavo Gutiérrez, debe la Teología de la Liberación, enfocar el estudio de una nueva base epistemológica, que tome en cuenta la realidad que estamos viviendo en América latina. Es por eso, que la Reconstrucción de los nuevos postulados de una Teología de la Liberación, no puede ignorar el aporte que han dado los diferentes grupos de referencia histórica, socia y cultural. Ellos y ellas son "los creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento".
La Teología de la Liberación, es Teología, precisamente porque se nutre de esa fuente distinta de la que se han nutrido otras teologías modernas y porque entendió la necesidad de volver a la Biblia como texto guía de la Liberación. Ella se distancia de otras teologías de origen noratlantico, porque acude a los sabéres de las variadas comunidades que aportan sus experiencias y luchas, en la construcción del Reino de Dios.
No se trata de rechazar al conocimiento académico, más bien se trata de rescatar el carácter popular de la Teología de la Liberación, como hecho propio y original de la América latina, para enriquecer y darle sentido a ese conocimiento científico.
Nuestro pueblo se pensó a si mismo, primero como pueblo oprimido, luego se repensó como sujeto de su propia liberación. Para concebirse como sujeto liberador, tuvo que ir a sus fuentes históricas y beber de ellas. Es por eso, que la Teología de la Liberación debe percibirse como Polisémica, plurietnica y multicultural. La teología de la liberación tiene muchas fuentes, como variados son los rostros y acentos de nuestros pueblos.
Conoceremos la verdad y ella nos hará libres.
Cuando hablamos de conocimiento, hablamos de cuatro características fundamentales: El sujeto que conoce y se conoce a sí mismo, el objeto conocido, el hecho mismo de conocer y de los resultados obtenidos en esa labor de conocer. Partiendo de estos cuatro puntos, analicemos al sujeto, que en este caso es la humanidad misma.
La historia de la Humanidad, ha sido una larga sucesión de hechos que han dado lugar a acontecimientos que han forjado la historia de los diferentes pueblos y culturas alrededor del mundo.
El ser humano es imagen de Dios o elemento fundamental de la historia. Los seres humanos tenemos capacidades de razonamiento y de dar soluciones a los múltiples problemas que se nos presentan en la vida.
Tenemos capacidad para lo bueno, para las artes, para el trabajo, pero también tenemos capacidades para otras cosas, no tan constructivas. Los seres humanos tenemos la capacidad de potenciar nuestras habilidades naturales, para nuestro bien y el bien del resto de la humanidad, también en prejuicio de esta.
El hombre y la mujer, como imagen de Dios, tienen la capacidad de construir el bien común, a través de la experiencia y el conocimiento. Tenemos la capacidad y la inteligencia de cambiar aquellas condiciones naturales o no, que nos perjudican o que no nos benefician.
Por lo tanto, si hablamos de los pobres como sujetos de liberación, debemos estar concientes de la capacidad que tienen como sujetos de conocimientos y cambios. Pablo Freire, define al ser humano como seres biológicos e históricos, afirma que la condición de ser histórico se obtiene solo cuando el hombre o la mujer, se descubren en relación con otros seres humanos y con su contexto. También define freire a los seres humanos como seres de Relaciones y Contacto.
Para Freire, El ser humano es fundamentalmente un ser de relaciones, no tan solo un ser biológico de contacto. Al ser un ser de Contacto, lo define, como un ser meramente vegetativo, irreflexivo, incapaz de optar por cambios, sometido a la voluntad y requerimiento de otros u otras, desarraigado, inmerso en el anonimato. Por lo tanto, un ser así para Freire, vive, no existe.
Al ser de relaciones, freire, lo describe por su pluralidad, su capacidad crítica, trascendencia, temporalidad y consecuencia. La dialigicidad del ser humano, se descubre en el contacto e interacción con el otro y la otra. Para Freire, el dialogo, es una acción humana que revela a la palabra, como algo más que un medio, es el elemento que permite la Acción y la Reflexión. Ella es el mejor vehiculo de encuentro y reconocimiento en igualdad de condiciones, entre los seres humanos.
La Teología de la liberación, debe construir su nueva base epistemológica, desde la perspectiva del encuentro de los seres humanos y sus relaciones con sus variados contextos. Esa base de conocimiento debe estar arraigada en sus raíces populares, primigenias, originales. Debe ser una creación necesaria y fundamentalmente dialógica.
Volviendo a las fuentes.
Nada más romántico que esta frase, pero es absolutamente necesaria. La Teología de la liberación, tiene la urgente responsabilidad, de volver a sus fuentes, para poder seguir siendo pertinente, en un mundo en el cual sus principales oponentes en décadas pasadas la relegaron a un papel decorativo y referencial.
La férrea disciplina eclesial de las jerarquías, tuvo sus efectos devastadores en el avance de a teología latinoamericana. Triunfó el silencio por sobre el deber ético. Deber de ser una voz clamando en el desierto, que permitiera al Cristo liberador, crecer en medio de las numerosas comunidades eclesiales de base, para convertirnos en la masa leudante, que condujera los procesos revolucionarios y de cambio, que se están dando en nuestro continente en la actualidad.
La Teología de la Liberación, debió ser, en esta Época de Cambio, elemento generador de los procesos políticos y de integración. que estamos viviendo en nuestro continente.
Cuando hablamos de las fuentes, nos referimos a volver a aquellos principios que hicieron de la Teología de la liberación, la única Teología Latinoamericana, y un referente valido de liberación alrededor del mundo.
Esto quiere decir, que volver a las fuentes, es volver a ser originales, auténticos, comprometidos. Es volver a tener conciencia de pueblo, por lo tanto proponemos repensar los siguientes postulados epistemológicos de la Teología de la Liberación:
La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.
Algunos sectores que por décadas estuvieron fuertemente ligados a la Teología de la Liberación, hoy los vemos en vínculos muy fuertes y directos con los sectores más conservadores de América latina. Mantienen posiciones políticas que niegan este principio integral de liberación y lanzan su nueva ideología de una Teología de la Liberación, sin aquellos principios liberadores originales.
En Venezuela, importantes sectores que una vez se identificaron con la Teología de la liberación, ahora están fuertemente aliados a los sectores de la derecha política más radical. Se han vuelto enemigos abiertos de este proceso revolucionario y en cierta forma se han convertido en la vanguardia ideológica de algunos sectores golpistas y contra revolucionarios.
Ellos y ellas creen que se puede hablar de una salvación-liberación cristiana, sin aspirar una liberación económica, política, social o ideológica. Acercándose así, a aquellos sectores religiosos que ellos se dieron a la tarea de denominar abiertamente como sectas. Muchos e importantes sectores, que una vez estuvieron defendiendo los postulados de la Teología de la Liberación, hoy viven una especie de Cautividad Babilónica que los ha puesto en el verdadero revés de la historia.
Mantenemos que no hay una verdadera salvación-liberación cristiana, si no hay una verdadera salvación integral e integradora. No podemos desligar el carácter humano y social que la Biblia tiene de este concepto de Salvación- Liberación, porque está estrechamente ligado al concepto de Reino de Dios. La humanidad se salva integralmente o se condena a una vida de eterna explotación.
La pobreza es un pecado social.
El concepto de pobreza, solo puede definirse y evaluarse, desde la perspectiva de lo social, de lo humano. Las bienaventuranzas, definen a los pobres como los y las que tienen hambre, lloran, los odiados y odiadas, los excluidos o expulsados, los insultados y despreciados, estas son necesidades y sentimientos netamente humanos.
Nos preguntamos entonces, ¿Quiénes son los ricos? El texto bíblico los ubica, como es lógico, en el lado contrario de la definición de los pobres. Son quienes hasta ahora han tenido su alegría porque han estado satisfechos, los que ahora ríen, los que nunca han sido excluidos y más bien han sido alabados. Siendo estos también, sentimientos y satisfacciones humanas. Por lo tanto debemos definir a la pobreza como un pecado social que debe ser social y obligatoriamente combatido.
Para combatir la pobreza es bueno orar, pero eso no es suficiente, para combatir la pobreza, hay que darle poder a los pobres.
Tenemos que ver a la salvación-liberación como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana.
Es por eso que desde la Teología de la Liberación, debemos concebir nuestro trabajo como un trabajo de comunicar Buenas Nuevas, esto no es otra cosa que el trabajo de concienciación. Este es un trabajo eminentemente político e ideológico, porque se trata de combatir a la ideología de un imperio que utiliza todos los medios a su alcance para mediatizar y dominar. Es la lucha entre dos ideologías, dos teologías, dos maneras diferentes y completamente opuestas de ver al mundo.
Hay que tomar conciencia de la lucha de clases optando siempre por los pobres.
No hay otra opción para la Iglesia, es por eso que no podemos mantener el absurdo supuestamente teológico, que la opción es preferencial. La Opción es Radical y única por los pobres, tal como lo enseña el texto bíblico, dice el Apóstol santiago: "Queridos hermanos míos, oigan esto: Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres, para que sean ricos en fe y para que reciban como herencia el reino que él ha prometido a los que lo aman; ustedes, en cambio, los humillan. ¿Acaso no son los ricos quienes los explotan a ustedes, y quienes a rastras los llevan ante las autoridades? ¿No son ellos quienes hablan mal del precioso nombre que fue invocado sobre ustedes?"
La Opción de Dios es por los pobres, el Nuevo testamento nos lo viene diciendo en diferentes textos, el mismo Jesús define su opción como única por los pobres, cuando utiliza las palabras del profeta Isaías, frente a la gente de su pueblo, en la Sinagoga de Nazaret: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor". La opción radical y única por los pobres, es la única opción posible para la verdadera Iglesia.
Debemos trabajar por la construcción de una Nueva Humanidad, como condición indispensable para asegurar el éxito de la transformación social. El hombre solidario y creativo motor de la actividad humana en contraposición a la mentalidad capitalista de especulación y espíritu de lucro.
La construcción de una Nueva Humanidad, es quizás, la tarea más urgente que la Teología de la Liberación tiene por delante. La Nueva Humanidad es el fundamento de la construcción de un Mundo Otro o Reino de Dios. Es urgente entonces, la construcción de una Epistemología liberadora, que nos revele los caminos pedagógicos, para la construcción del ese hombre y esa mujer nuevos.
A veces estamos como Nicodemo, preguntándonos como es esto posible. La clave entonces, está en el Evangelio, nacer del Agua y del Espíritu. Dualismo integrador de vida, confluencia de lo material con lo espiritual. El Agua y el Espíritu, son dos elementos de vida, en dos dimensiones diferentes de la humanidad.
Nacer de nuevo es dar paso a esa Nueva Humanidad que revela que somos seres integrales. No es posible pensar que la Salvación-Liberación, pueda darse dejando a un lado una de las características fundamentales del ser Humano. Es por eso que la Construcción de la Nueva Humanidad, es un concepto pedagógico profundo, que abarca principios como la Conversión y la transformación.
La Nueva Humanidad, tiene los valores de la verdadera ecumenicidad, de la solidaridad, del socialismo. Es constructora de nuevas realidades, que potencian en el mundo la igualdad social y la verdadera fraternidad. La nueva humanidad es imagen de Jesús, modelo de Nueva creación, nuevo Adán, que vive ese Mundo Otro o Reino de Dios, en medio nuestro.
Las Piedras están hablando.
Si como Iglesia o pueblo de Dios, no nos damos a la urgente tarea de construir un nuevo Pensamiento o Epistemología, la Iglesia seguirá perdiendo voz y pertinencia en nuestro pueblo. Los movimientos políticos emergentes han asumido el rol que Dios nos había entregado a ciertos sectores comprometidos en épocas anteriores, con la Teología de la Liberación. No supimos interpretar eficazmente el momento de Dios, o Kairos, que se nos había confiado, nos acomodamos un tanto los tiempos que estábamos viviendo.
Los Nuevos Movimientos políticos emergentes, supieron con mayor efectividad, interpretar los sentimientos, necesidades y acciones de nuestro pueblo. Ellos se pusieron al lado de nuestra gente, al lado de nuestros pueblos originarios, de las comunidades afrodescendientes, de las mujeres, los sin techo, los sin tierras y los nuevos grupos referenciales de lucha, como los emigrantes, inmigrantes, desplazados, ecologistas, refugiados, entre otros.
Estos Nuevos grupos políticos emergentes, son aquellas piedras parlantes, profetizadas por Jesús, en su entrada a Jerusalén, cuando los fariseos pretendían callar al pueblo y a sus seguidores: "Les digo que si estos se callan, las piedras gritarán".
También, la acción del Espíritu santo, se mueve en medio de estos grupos emergentes, que han asumido el rol profético que ciertos sectores de la Teología de la Liberación, desde hace varias décadas habían abandonado. Ellos y ellas mantuvieron vivo sus mensajes y postulados de manera fiel, aunque desde una vertiente más política e ideológica que teológica. Quizás descubramos así, por Inspiración del ese mismo Espíritu, la necesidad urgente que tiene la Teología de la liberación de enriquecerse desde esa perspectiva más política e ideología, para evitar así futuros retrocesos y revisionismos.
Los Fariseos de hoy, han logrado silenciar a aquellos sectores de la Teología de la Liberación, que por años predicaron como Voz de Dios, la Inminencia del Reino y la Liberación de nuestro pueblo, pero las jerarquías y las academias, lograron domesticar a estos grupos. Esto permitió, que se levantaran otras piedras vivas sobre las cuales se fundamentaron las verdades de la Salvación- Liberación. Aunque esto representó la cautividad babilónica, de amplios sectores de la Teología de la Liberación y de otros sectores eclesiales progresistas.
Los movimientos sociales y políticos emergentes, asumieron de manera efectiva, el rol de comunicar la voz de Dios en una América latina, que prácticamente se había quedado sin la voz profética de la Teología de la Liberación. Es hora de despertar de ese largo adormecimiento, en el cual permanecimos por años, viendo el acontecer político de nuestro continente, desde aquella imagen que nos enseñó Don Juan Mackay, desde el balcón.
Si seguimos así, silenciados y alejados de las comunidades, no saldremos del lamento como aquellos Israelitas cautivos que lloraban amargamente: "Sentados junto a los ríos de Babilonia, llorábamos al acordarnos de nuestra ciudad. En los álamos que hay en la ciudad colgábamos nuestras arpas. Allí, los que nos habían llevado cautivos, los que todo nos lo habían arrebatado, nos pedían que cantáramos con alegría; ¡Que les cantáramos canciones de nuestras tierras! ¿Cantar nosotros canciones del Señor en tierra extraña?".
El reto que tenemos como Comunidades Eclesiales de base y sectores eclesiales populares, es el de comenzar a transitar la ruta de la liberación con nuestro pueblo. Que le acompañemos en esta vía política de Liberación e Integración. Tenemos que identificarnos plenamente con aquellos y aquellas que han mantenido vivo el ideal de liberación en nuestro continente. Hay que bajarnos del balcón y emprender en el Camino, la única ruta posible, la Liberación.
"Venga tu reino. Hágase tu
voluntad en la tierra,
así como se hace en el cielo". (Jesús)
¡Manos a la Obra!
Maracaibo-Venezuela.
obedvizcaino@gmail.com