Frente a todos
estos enemigos, el Consejo de Comisarios desplegó una terrible energía.
Trotski fue encargado de organizar el Ejército, utilizando si era necesario
la oficialidad zarista e imponiendo una disciplina de hierro, y Stalin
fue nombrado generalísimo de las tropas del Sur, que habían de reprimir
la tentativa separatista de los países caucásicos. Pero franceses
e ingleses se habían establecido en el puerto de Arkangel, en el norte
de Rusia; los alemanes ocupaban Ucrania; los ingleses dominaban en el
Cáucaso, con su cuenca petrolífera; los franceses operaban en Crimea
y, cuando terminó la guerra, en Polonia; los japoneses desembarcaban
en Vladivostock e iniciaban la penetración en la Siberia oriental.
Cuatro generales rusos se pusieron al frente de las llamadas tropas
blancas: Wrangel, Yudenitch y Koltchak. Para complicar la situación,
mes y medio después, el 30 de agosto de 1919, el jefe de la Cheka de
Petrogrado, Moisés Uritski, era abatido a tiros en una calle de esta
ciudad.
La guerra civil
ardía en toda Rusia: divididos sus habitantes en rojos y blancos, comenzó
una contradanza de entrada y salida en ciudades y aldeas, con las subsiguientes
y terribles represalias. Se llegó al extremo de formarse un tercer
grupo, los “verdes”, que atacaban imparcialmente a unos y a otros.
Trotski constituyó dieciséis ejércitos revolucionarios. Vorochilov
y Stalin batieron a los cosacos blancos en la ciudad de Tsaritsin, que
cambió de nombre denominándosele Stalingrado. Kornilov fue rechazado
hacia los Urales. Ucrania fue ocupada por el ejército rojo después
de la derrota alemana. Koltchak fue vencido en Siberia y, capturado,
fue fusilado. Sólo Yudenitch pareció por un momento conseguir su objetivo
al acercarse peligrosamente a Petrogrado, pero también quedó derrotado.
Denikin, por su parte, alcanzó algunos éxitos iniciales; sin embargo,
el 17 de octubre de 1919 era espectacularmente vencido en la famosa
carga de caballería de Budienny, un oficial zarista que se había incorporado
al ejército rojo. Como complemento a esta labor militar, el Consejo
de Comisarios del Pueblo organizó en marzo de 1919 la III
Internacional Comunista, con delegados procedentes de todos
los países europeos, con el claro designio de propagar la revolución
a todo el mundo. El Ejército Rojo contaba con más de un millón de
combatientes embriagados con sus triunfos. A principios de 1920 los
Aliados evacuaron sus tropas del territorio ruso y la paz se consolidaba.
El joven gobierno
ruso había de tropezar con un enemigo interior, El comunismo de guerra,
con sus decretos rápidos y tajantes, con sus impensadas acciones sobre
los elementos de producción, había fracasado rotundamente. Caos económico
era la consecuencia del caos político en que se había debatido el
país en los tres años de guerra civil. Para atender y remediar la
lamentable situación, Lenin ideó un nuevo plan que llevó el nombre
de Nueva Política Económica (N.E.P.). Se trataba de un pacto temporal
con los elementos capitalistas, a fin de salvar los últimos restos
de la economía de la nación y tratar de asentarse en ellos para la
restauración de la misma.
En marzo de
1921 entra en vigor el nuevo sistema que transigía con la existencia
de una pequeña industria y detenía las requisas efectuadas hasta entonces
en las propiedades privadas, en tanto que el Estado se reservaba el
control sobre los bancos, los transportes, el comercio exterior y la
grande y mediana industria. Los tributos sobre los campesinos se establecían
en especies, se declaraba libre la contratación de trabajo y el comercio
interior, e incluso se aceptaba la entrada de capital extranjero para
financiar nuevas empresas.
Lenin había
previsto el fallo de la NEP. Es decir el enriquecimiento de los campesinos,
(kulaks), que tendrían a su merced a las gentes ciudadanas, y la subsiguiente
crisis industrial con el desempleo consiguiente. Pero no tuvo más remedio
que plegarse a esta situación ante la imposibilidad de continuar la
radical política que había iniciado después de la Revolución de
Octubre. Pero por otra parte la NEP, restableció una situación económica
más equilibrada que la caótica anterior. Y aunque hubo muchas voces
discordantes que partían de la derecha, los mencheviques, siempre predispuestos
a creer en los beneficios de un régimen “democrático” de tipo
occidental; y la izquierda, orientada por Trotski, que ambicionaba una
revolución universal como único medio de llegar a una situación estable,
lo cierto es que el régimen de la NEP, duró casi siete años. Esta
estabilización económica se manifestó por la creación de una nueva
moneda, el tchervonetz, apoyado en las reservas de oro y en las divisas
extranjeras y por el progreso en la producción agrícola e industrial
que, en 1927, había rebasado el nivel existente en 1913.
Desde el punto
de vista internacional, la NEP consiguió el tratado de Rapallo (1922)
con Alemania, por el que se renunciaba a las reparaciones, se reanudaban
las relaciones diplomáticas y ambos países se concedían el trato
de nación más favorecida. En realidad, el Tratado de Rapallo rompía
el aislamiento económico de Rusia, aunque no el político, e iniciaba
las relaciones comerciales con el resto del mundo, ya que a este pacto
siguieron otros con diversas naciones tanto europeas como asiáticas.
En el orden
político hubo también grandes cambios. El partido comunista se consolidó
con la prohibición de toda crítica interior, y la Checa fue sustituida
por una nueva policía, la GPU (Administración Política del Estado),
que cobró un gran relieve en años sucesivos. En abril de 1922, el
mal estado de salud de Lenin hizo que renunciara a algunas de sus atribuciones
a favor de Stalin, que fue nombrado secretario del Partido. En diciembre
del mismo año se adoptaba oficialmente la designación de Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas como nombre del nuevo Estado.
En 1923, el
Comité Ejecutivo de los Soviets preparó una nueva Constitución que
fue aprobada en el Congreso de los mismos el 31 de enero de 1924. Esta
Constitución establecía el carácter federativo de la Unión Soviética,
que incluía entonces seis Repúblicas –Rusia, Ucrania, Transcaucasia,
Rusia blanca o Bielorrusia, Uzbekistán y Turkmenistán-, además de
Regiones autónomas, Repúblicas autónomas y Territorios autónomos.
A cada uno de estos organismos componentes gozaría de cierta autonomía,
pero en los Asuntos Exteriores, Guerra, Marina, Comercio exterior y
Vías de comunicación, todo el poder quedaba centralizado en el Consejo
de Comisarios de Moscú.
Serían electores todos los trabajadores, hombres y mujeres, mayores de 18 años; no lo serían los comerciantes, sacerdotes, antiguos agentes de la policía, locos y criminales. Estos electores designaban un representante del soviet por cada 1000 habitantes en los distritos rurales, y por cada 400 en los urbanos. Los así elegidos nombraban a su vez representantes para el Congreso de los Soviets y para el Soviet de las Nacionalidades. Del primero surgía el Comité Central Ejecutivo y el Consejo de Comisarios del Pueblo.
Toda esta Constitución,
sin embargo, quedó en pura teoría. En realidad la Unión Soviética
estaba dirigida por el Partido Comunista, formado por los diferentes
partidos de cada una de las Repúblicas y demás territorios del país.
Este Partido se reunía en Congresos periódicos que elegían un Comité
Central, el cual, a su vez, seleccionaba el Politburó, organismo restringido,
como ya se vio, y que poseía, de hecho, todo el poder en manos del
secretario del Partido.
MUERTE DE
LENIN 21 DE ENERO DE 1924.
Muerte del
tenaz y consecuente revolucionario Vladimir Ilitch Ulianov puede decirse
ciertamente que quemó la vida en aras de sus ideales. El atentado que
sufrió le había dejado malherido, a pesar de lo cual continuó entregado
a su trabajo. (Ay informes de que fue asesinado lentamente por el clan
judío encabezado por Trotski, a través de medios bacteriológicos
que le inyectaba el médico judío que lo atendía, de nombre Dr. Levin)
El atentado que sufrió el 30 de agosto de 1919, por medio de Fanya
Kaplan (judía) que disparó sobre Lenin al salir este de una fábrica,
causándole dos graves heridas, que mermó sus facultades. En 1922 su
estado le hizo delegar parte de sus funciones en Stalin. El 23 de mayo
de 1923 sufrió su primer ataque de parálisis que le privó de movimiento
la parte derecha del cuerpo. A principios de octubre del mismo año
mejoró notablemente, pero en diciembre sufrió un segundo ataque mucho
más fuerte que le dejó totalmente paralítico.
El 21 de enero
de 1924 la enfermara que lo atendía advirtió una total falta de vida.
Y avisados los médicos comprobaron su muerte. El parte oficial con
que el gobierno comunicó la muerte de Lenin estaba redactado en los
siguientes términos: “El 21 de enero el estado de Vladimir Ilitch
se agravó repentinamente. A las 5,30 de la tarde hubo una interrupción
en su respiración y perdió el conocimiento”. Siguieron las convulsiones.
A las 6,50, Vladimir Ilitch murió de parálisis de los órganos respiratorios.
La autopsia,
realizada a las 2 de la tarde del día 22 de enero, reveló grandes
alteraciones en los vasos sanguíneos del cerebro y una reciente hemorragia
en la pía madre aracnoide, en el área de las corpora cuadragésima.
(Informe presentado por el médico judío Dr. Levin).
El entierro
del fundador del socialismo en Rusia revistió caracteres de apoteosis.
Bajo una temperatura de 20 grados bajo cero, centenares de miles de
rusos desfilaron delante de su cadáver, sepultado el día 27 en una
cripta excavada junto a los muros del Kremlin, en la Plaza Roja, que
ya así llamaban antes de la Revolución. Desde entonces hasta el momento
actual, millones de rusos y de extranjeros han desfilado delante de
su cadáver momificado, como una especie de peregrinación
Salud Camaradas Revolucionarios.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria. Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!