“La dictadura de los mandos medios” fue una frase acuñada en Colombia por el presidente Alfonso López Michelsen (1974-78), a la que atribuyó buena parte de su fracaso revolucionario liberal en el gobierno.
Evidentemente, la estructura burocrática del Estado hace que los programas gubernamentales sean más o menos viables, especialmente menos viables, cuando tales programas confrontan un choque con el statu quo.
Por eso, generalmente, toda revolución hay que llevarla a cabo dos veces: una, derrocando el régimen y otra, cambiando la burocracia. Dicen que la revolución cubana lleva 50 años. Pero no aclaran que esos 50 años cuentan a partir de que Castro asumiera el poder. Es decir, son 50 años de luchar contra la burocracia antisocialista interna, y particularmente externa, que todavía, después de medio siglo, se resiste a creer que el socialismo en Cuba llegó para quedarse. Todavía muchos creen, como Montaner, que la revolución llegará a su fin cuando muera Castro; y esto (la muerte de Castro), la está pronosticando año tras año desde hace 50.
Menospreciamos con frecuencia el poder de los mandos medios porque en el fragor de esa lucha que representa el cambio, nos quedamos por las ramas, que es una forma de enfrentar sólo aquello que despunta en lo más alto de la confrontación: la ideología. Pero en los intestinos del establecimiento sobreviven parásitos que dificultan el cambio; inclusive, se enquistan muchos agentes del cambio que una vez instalados en sus puestos, por conveniencias personales (que todos y todas las tenemos), metemos palos a las ruedas de la revolución.
Toda revolución requiere de auditoria política; función que en parte corresponde a los medios de comunicación, con el fin de descubrir y erradicar del cuerpo revolucionario estos agentes que carcomen internamente y silentes el proceso, hasta que logran hacer metástasis, como fue lo que ocurrió, creo yo, en la URSS.
Como creo que en Latinoamérica la revolución social más visible (después de Castro), es la de Chávez, y como hay muchos conmigo cruzando los dedos porque tal revolución no se marchite, ni hacia adentro ni hacia fuera, es por lo que considero un deber dar acogida a un correo que me llega de los trabajadores de Rialca (productora de rines de aluminio) en donde 321 trabajadores llevan esperando hace más de un año a que la revolución les cumpla con la constitución de la nueva empresa.
Probablemente haya muchos rialcas en Venezuela; probablemente no, y es lo que espero.
No parece procedente en una nota como la presente entrar en detalles. A quien quiera precisarlos, puede dirigirse a junta.admin.especial.rualca@gmail.com
Yo sólo quiero ahora recordar que cuando estudiaba teatro, el profesor me descalificaba con frecuencia porque olvidaba los detalles, y eso resultaba mortal porque usted puede corregir el parlamento, hasta cambiarlo sustancialmente si quiere, pero el detalle no. Por ejemplo, si usted está interpretando un personaje cojo que debe decir “abajo la oligarquía”, podría en un caso dado variar el texto y la gente en su mayoría no lo notaría; pero que eche a andar de un momento a otro derecho, eso no tendría arreglo.
Tal vez por eso, y ahora caigo en cuenta, los ricos son tan avaros; porque se preocupan más por cuidar los centavos ya que los pesos se cuidan solos.