Toda revolución
requiere de una organización lo más poderosa y sólida
posible, que al menos cumpla con los siguientes principios,
condiciones y atributos:
- Existencia de una exposición de motivos que justifique su razón de ser, así como una declaración de principios, claramente definida que oriente el rumbo ideológico y político que deben seguir los diversos colectivos de militantes que integran la organización. En algún sitio debe quedar establecido que el partido tiene su razón de ser en la voluntad de los revolucionarios para cambiar radicalmente la sociedad, motivo por el cual, aquellos que sostienen su existencia, fundamentalmente como aparato electoral, deberían cambiar de parecer o abandonar las filas del partido. El síndrome dejado por los partidos socialdemócratas y socialcristianos, no debe ser justificación para evadir la responsabilidad de construir una organización radical al servicio de la revolución socialista.
- El establecimiento de un conjunto de normas, estatutos y reglamentos, debidamente discutidos por los colectivos que integran al partido, en función de regular la conducta ideológica y política de esos colectivos y de sus militantes. Es necesario y obligatorio que existan normas generadas mediante el debate y su aprobación democrática, para garantizar confianza y aceptación a la hora de que haya que establecer premiaciones o sanciones. Lo contrario, se presta a que pequeños grupos “iluminados” manipulen de buena o mala fe y tomen decisiones que pudiesen afectar los principios y valores de la organización.
- La toma de decisiones debe ser un proceso eminentemente democrático, donde participe al menos la mayoría del colectivo local, regional o nacional. En consecuencia, las decisiones deben ser el producto de amplias consultas con la militancia, evitando de esta manera que pequeñas cúpulas se arroguen el conocimiento de soluciones para resolver problemas y generar estrategias. Lo contrario sería desconfiar del poder popular. Sólo en circunstancias excepcionales, pudiese ser omitida esta premisa.
- El partido debe estar constituido orgánicamente como un ente capaz de articular su estructura organizativa con sus estrategias funcionales, lo cual debe conducir a lograr el cumplimiento de sus principios, objetivos y metas “De la forma del sistema organizado depende la función, o dicho en otras palabras: la función y la organización se entrelazan, se dependen. Por otra parte el nivel de organización, de orden, de complejidad, nos dará la calidad de la función” (Antonio Aponte. Diario Vea, 02.08-2008).
- Las estructuras organizativas deben estar supeditadas a los principios y a lo funcional, todo lo cual deberá conducir a lograr resultados óptimos. Los cambios estructurales o de nombres, de nada valdrán, si no van acompañados de directrices y mecanismos eficientes y efectivos para que haya un funcionamiento dinámico, creativo e innovador. Parafraseando la célebre cita del escritor italiano Lampeduza: “Cambiar todo, absolutamente todo, para todo continúe igual” no parece ser una actitud de revolucionarios.
- El Partido debe estar estructurado, de tal manera que haya la posibilidad real, que cualquiera sean las unidades organizativas que tomen alguna o más decisiones relacionadas con aspectos regionales, nacionales o internacionales, sean consideradas seriamente en los niveles medios y altos del movimiento. Las propuestas deben fluir de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, en constante proceso iterativo bidireccional, que permita un proceso de discusión amplio y transparente para la toma de decisiones y ejecución de las mismas, sin menoscabo que se respeten los niveles jerárquicos de la organización. Todos los militantes tienen derecho a opinar y decidir en colectivo de acuerdo a las circunstancias, sobre cualquier tema, evitando que sólo los problemas parroquiales sean donde la base participe y decida. Recordemos la brillante conducción ideológica, política, organizativa y militar del gran líder Mao Tse Tung, donde con gran humildad y coraje el pueblo chino, después de más de 30 años de lucha, logró la gran victoria revolucionaria en el año 1949.
- La organización requiere de un líder o gran vocero nacional e internacional, que en este momento lo posee, pero también debe ser estimulado el desarrollo de múltiples cuadros de dirección, que permanentemente cooperen y complementen el trabajo del líder o los líderes nacionales. La consulta y discusión sostenida entre amplios colectivos del partido, sería una respuesta contundente a los contrarrevolucionarios que consideran imposible que en el socialismo haya democracia interna y externa plena.
- Es necesario que todos los militantes entendamos que estamos constituidos de carne, huesos y materia pensante, razón por la cual estamos sujetos a equivocaciones, errores y arbitrariedades, tanto en nuestras apreciaciones como en nuestras decisiones individuales, motivo que debe mantener alerta a la militancia para prevenir y evitar cualquier decisión o acción errada de nuestros dirigentes. La idea central, es ayudarles a lograr una excelente conducción del partido, de las organizaciones sociales y del gobierno. No estamos en la época del Imperio Romano, donde los líderes eran ungidos por los dioses del Olimpo y donde la fe ciega guiaba los pasos de la mayoría la gente.
- El partido requiere de una dirección colectiva compuesta tanto por servidores públicos, como por militantes que no trabajan en el sector gubernamental, y en órganos de elección popular. El partido debe ir de la mano con todas las ejecutorias del gobierno que agreguen valor socialista, pero, no debe ser una organización supeditada a ningún poder oficial, más bien los poderes oficiales deberían estar supeditados a los lineamientos y directrices del partido democráticamente conducido por sus líderes (Hoy se está en el gobierno, pero, ¿Quién garantiza que en algún momento no volvamos a la resistencia?. En general, todo militante revolucionario, debe cumplir un papel de vanguardia en la transformación nacional e internacional. Cada militante vale igual que otro, no importa el sitio de trabajo y de lucha donde esté ubicado.
- Es deber de todos los integrantes del partido, organizarlo de tal manera que la formación ideológica, política, económica, histórica y militar, irradie la mente y la acción de la mayoría de sus militantes. Las escuelas de formación en los campos citados, deben florecer por todo el territorio nacional.
- Es compromiso insoslayable de todos los integrantes del partido, fortalecer la organización integral en las bases. “La organización de base funciona como un pequeño Estado Mayor en el área donde le corresponde actuar. No cumple directivas en forma mecánica, su misión va más allá. Es un centro revolucionario dirigente y organizador. Lleva a las masas la línea política, las une y organiza en múltiples formas de actividad y combate, da respuesta a sus expectativas y vela por sus intereses (..) Lleva a cabo una intensa actividad en su propio seno. Educa ideológicamente a sus miembros a través de las lecturas colectivas, los cursillos, las conferencias. Se esfuerza para que cada uno de sus miembros domine los elementos fundamentales de la estrategia del Proyecto Nacional Simón Bolívar; comenta y divulga los discursos del Presidente Chávez” (Editorial del Diario VEA, 04.08.2009). ¿Se puede entender que de manera implícita, la toma amplia de decisiones por parte del colectivo a lo largo y ancho del país ha sido considerada en el texto citado?.
- Todas las decisiones y ejecutorias dentro del partido, deben estar signadas por la prédica y acción de la verdad y la honestidad revolucionaria. En la etapa de transición, es admisible que exista la pluralidad de clases sociales, pero son los trabajadores manuales, intelectuales o mixtos, los que deben ser los que marquen el rumbo del proceso de cambio. En otras palabras, la hegemonía en la conducción del proceso debe estar a cargo del factor trabajo y no del factor capital. Lo contrario, sería fatal y pudiese conducir a un colapso más temprano que tarde.
- La selección y elección rigurosa de los cuadros dirigentes del partido y del gobierno, debe estar basada en su compromiso revolucionario, su capacidad profesional, de trabajo y su indoblegable ética revolucionaria, donde permanentemente es obligatorio considerar la evaluación de cada tarea, actividad, proyecto o plan encomendado, todo lo cual permitirá conducir a una permanente crítica constructiva y autocrítica, que valore lo más objetivamente posible, a cada uno de los militantes, no importa el cargo que tengan en el partido o en el gobierno. El omitir la evaluación masiva de los resultados electorales , no es una buena señal a seguir.
- En todos sus niveles el partido se debe velar porque a los ciudadanos se les atienda oportunamente desde cualquier instancia del gobierno bolivariano. La organizaciones sociales productivas, deben ser organizadas y dotadas de personal comprometido y preparado para generar el cambio hacia el socialismo en el menor tiempo posible. Tanto la atención eficiente y oportuna al pueblo, como la organización para el trabajo, la creación e innovación debe ser una actividad prioritaria para la dirigencia de la organización política y gubernamental. Las jornadas y actividades políticas, sociales, de producción económica y social, deben ser evaluadas integralmente, es decir, tanto cuantitativa como cualitativamente. Cuando los organizadores y/o ejecutores de algunos de estos eventos, manipulan a la población presentándoles sólo resultados estadísticos, con omisión de sus aspectos cualitativos críticos y auto críticos, se pudiese estar transitando el camino de la demagogia y esto le hace un gran daño al proceso revolucionario.
- La vigilancia permanente sobre la base de lo que se hace en el partido y el gobierno, buscando garantizar la eficiencia, la economía, la eficacia y la calidad, es una insoslayable obligación de los militantes cualquiera que sea su rango dentro del partido o del gobierno. Cuando se observe que la comodidad, el liberalismo, la negligencia, la corrupción, el recargo de trabajo o los efectos del “Principio de Peter” en los cuadros responsables de tareas, actividades, proyectos y planes, es hora entonces, de buscar soluciones efectivas que permitan salvar omisiones, corregir errores o fallas detectadas. Cuando los cuadros dirigentes y de base del partido y del gobierno no se percatan a tiempo de la marcha lenta o distorsionada de la organización partidista o gubernamental, con toda seguridad alguien está fallando o saboteando, por lo que es necesario ayudarlo o sancionarlo, para que no continúen las cosas por mal camino. El dejar hacer y dejar pasar, pudiese más adelante, traer consecuencias fatales para la vida del partido y del cambio revolucionario que estamos empeñados en lograr.
- La solidaridad internacional debe ser el faro de luz que guíe a todos los militantes en las luchas por la cooperación y la liberación de otros pueblos del continente y del planeta. La Alianza Bolivariana de los pueblos de América (ALBA) debe ser el norte. Tanto Cristo como Marx, pregonaron el amor entre los pueblos de la tierra en función de conseguir la redención, la justicia, la igualdad y la paz mundial.
En síntesis,
se ha esquematizado la esencia de lo que se considera debería ser el
partido de la revolución venezolana. Es posible que hayamos omitido
algunos principios, condiciones o atributos, sin embargo, lo esencial
ha sido señalado. Lo exigente del escenario descrito, nos induce
a formular las siguientes interrogantes: ¿Es este el partido que la
mayoría de los dirigentes y militantes del PSUV estamos construyendo
para la Venezuela Revolucionaria a la que se quiere llegar? ¿Será
esta la organización política que nuestro Presidente quiere para Venezuela?
¿Estaremos todos los dirigentes y militantes dispuestos a mejorar la
formación ideológica-política, el control, la disciplina y la
combatividad revolucionaria para lograr un partido y un gobierno
realmente eficiente y eficaz, capaz de lograr con éxito,
los objetivos y metas establecidos en el Proyecto Político Nacional
“Simón Bolívar” y más allá?