1. No hay protagonismo popular sin descentralización
El protagonismo popular se transforma en una mera consigna si la gente no tiene la posibilidad de pronunciarse y tomar decisiones en los espacios donde participa (espacios territoriales, centros de trabajo, centro de estudio, grupos de interés). Si el Estado central es el que lo decide todo, no hay cabida para las iniciativas locales y ese Estado termina por ser un freno, es decir —como dice Marx—, entorpece el “libre movimiento” de la sociedad. [1]
Es interesante observar que Itsván Mészáros considera que fue un exceso de centralización en el Estado soviético lo que determinó que “tanto los gobiernos como los consejos de de fábrica quedaran desprovistos de todo poder efectivo [...]” [2] .
No es extraño entonces que el autor húngaro se plantee como uno de los objetivos a alcanzar en el periodo de transición el “ lograr una autonomía y descentralización genuina de los poderes de toma de decisiones”, al contrario de lo que ocurre actualmente donde la “concentración y centralización” necesariamente produce “burocracia” [3]
La relación entre descentralización y protagonismo popular es un punto central del socialismo del siglo XXI que debemos tener muy presente. Pero también hay otros aspectos que aquí quisiéramos abordar como es la relación entre centralización y burocratismo.
2. La descentralización: antídoto contra el burocratismo
Claramente este no era el planteamiento de Lenin quien relacionó siempre el fenómeno burocrático con el Estado heredado. El dirigente bolchevique murió preocupado por la “úlcera burocrática” que afectaba [4] al aparato estatal soviético. En uno de sus últimos textos sostiene que éste es “en máximo grado una supervivencia del pasado [y que ha] sufrido en mínimo grado transformaciones sustanciales”. [5] Días antes lo había descrito como “una mezcolanza burguesa y zarista”. [6]
En enero de 1922, en su último texto acerca del papel de los sindicatos, llega a plantear que no se puede “renunciar de ningún modo a la lucha huelguística” siempre que ésta esté dirigida contra las desviaciones burocráticas del Estado proletario, aclarando, sin embargo, que esta lucha era muy distinta a la que se realizaba bajo el régimen capitalista. En ese caso se luchaba por destruir el Estado burgués, y en este caso se lucharía por fortalecer el poder proletario al luchar contra las “deformaciones burocráticas” de este Estado, contra sus enormes debilidades, contra “todo género de resabios del viejo régimen capitalista y sus instituciones, etcétera.” [7]
Como podemos ver, Lenin consideraba que las deformaciones burocráticas que caracterizaban al Estado soviético eran una herencia del pasado. Yo pienso que ese diagnóstico era errado y que, al serlo, impedía aplicar una correcta terapia a esa enfermedad. A mi entender, la causa más profunda del burocratismo —y mucho más trascendental que las herencias del pasado— radicaba en la excesiva centralización del Estado soviético. Conocemos perfectamente lo que ocurre cuando no sólo las decisiones estratégicas sino que la mayor parte de las decisiones es adoptada centralmente: el papeleo hacia arriba; el interminable “peloteo”; la lentitud con que se adoptan las decisiones; la falta de control...
3. No se puede administrar todo centralmente . Sólo el control social puede evitar la corrupción
Una de las grandes lecciones que se obtuvo al no lograrse la meta propuesta por Fidel para la zafra azucarera de 1970 en Cuba fue justamente el comprender que era imposible que el Estado socialista pudiera administrar todo centralmente y mucho menos en un país subdesarrollado como Cuba y que para lograr un funcionamiento más efectivo del Estado era necesario crear espacios para que el pueblo pudiese controlar dicho funcionamiento. [8] Así lo reconoció el dirigente de la revolución en su discurso el 26 de julio de 1970.
“El propio proceso revolucionario ha ido demostrando — afirmó dos meses más tarde—los inconvenientes de los métodos burocráticos y a la vez también de los métodos administrativistas.” [9]
Después de señalar los errores que se habían cometido al identificar al Partido con la administración del Estado, y al permitir el debilitamiento de las organizaciones de masas, insistió en el papel que debía desempeñar el pueblo en la toma de decisiones y en las soluciones de los problemas.
“Imagínense —dijo entonces— una panadería en una cuadra, que es la que sirve pan a todos los vecinos, y un aparato administrativo que la controle desde arriba. ¿Cómo la controla? ¿Cómo puede desinteresarse el pueblo de cómo funciona aquella panadería? ¿Cómo puede desinteresarse de si un administrador es malo o no? ¿Cómo puede desinteresarse de si hay allí un privilegio o no, negligencia o no, insensibilidad o no? ¿Cómo puede desinteresarse de cómo brinda los servicios? ¿Cómo puede desinteresarse de los problemas de higiene de aquel sitio? ¿Y cómo puede desinteresarse de los problemas de la producción, del ausentismo, de la cantidad y de la calidad del producto? ¡De ninguna forma!
“¿Puede suponerse acaso que pueda haber ningún medio más efectivo para controlar esa actividad que las propias masas? ¿Acaso puede haber otro método de inspección? ¡No! Se puede echar a perder aquel hombre que dirige aquella microunidad productiva, se puede echar a perder el que inspeccione, se puede echar a perder todo el mundo. Los únicos que no se van a echar a perder son los afectados, ¡los afectados!”
Estas ideas fueron incorporadas en la nueva Constitución de la República de Cuba en 1976.
El nuevo modelo político se propuso descentralizar hasta el nivel municipal la mayor cantidad posible de funciones estatales. Aunque estas instancias debían estar subordinadas a las superiores, podían actuar con autonomía dentro de los marcos legales y normativos establecidos y “no debían estar sometidas al tutelaje constante y limitante de las instancias superiores.
Este mecanismo, “además de hacer más ágiles, operativas y acordes con las exigencias del momento y del lugar las decisiones a tomar — según Raúl Castro—, libera a las instancias superiores, y sobre todo a los organismos nacionales, de una pesada y voluminosa carga de tareas administrativas y corrientes que en la práctica no pueden cumplir debidamente [...] y que, por otro lado, les impiden desarrollar las tareas de responsabilidad de su verdadera competencia en lo relativo a normación, control e inspección de las actividades que atienden.” [10]
Con el transcurrir de los años la experiencia fue demostrando que era necesario descentralizar aún más la gestión y para ello se crea en 1990 en Ciudad de la Habana la figura del Consejo Popular, un órgano de gobierno menor al municipal que buscaba mejorar el control y la fiscalización sobre todas las entidades administrativas y encontrar fórmulas que permitiesen incorporar a todos los elementos de la comunidad a la solución de sus propios problemas. La idea, como dice Jesús García, era tener “una figura de gobierno fuerte, a nivel de barrio que pudiera organizar las fuerzas de la comunidad para la solución de los problemas de la base.” [11]
Infelizmente las grandes dificultades económicas que ha sufrido Cuba en las últimas dos décadas redujeron enormemente los recursos disponibles para atender las aspiraciones de la gente, los cuadros del Poder Popular comenzaron a desgastarse y cansarse, la gente perdió confianza y participación popular comenzó a debilitarse transformándose muchas veces en algo muy formal, y eso —junto a otras razones que aquí no podemos analizar— condujo a que el Poder Popular, que había comenzado con mucho brío y creatividad, empezara a desacreditarse.
4. Marx plantea que hay que descentralizar todo lo que se pueda descentralizar
Las experiencias históricas me han convencido cada vez más que la descentralización es la mejor arma para luchar contra el burocratismo, ya que aproxima la gestión de gobierno al pueblo y permite ejercer un control social sobre el aparato de Estado. Por ello comparto el criterio de Marx de que es necesario descentralizar todo lo que se pueda descentralizar, guardando como competencias del Estado central sólo aquellas tareas que no puedan ser realizadas a nivel local 19. En su libro La guerra civil en Francia Marx sostenía: “Una vez establecido el régime comunal, el antiguo gobierno centralizado tendría que dejar paso también en las provincias a la auto administración de los productores. [...]” [12]
5. El estado central no se debilita, se fortalece
“Las pocas, pero importantes funciones que aún quedarían para un gobierno central, no se suprimirían, como se ha dicho, falseando intencionadamente la verdad, [...] No se trataba de destruir la unidad de la nación, sino por el contrario, de organizarla mediante un régimen comunal, convirtiéndola en una realidad al destruir el Poder del Estado, que pretendía ser la encarnación de aquella unidad, independiente y situado por encima de la nación misma, de la cual no era más que una excrescencia parasitaria. [13]
Por supuesto que no se trata de una descentralización anárquica. Debe existir un plan estratégico nacional articulador de los planes locales y c ada uno de los espacios descentralizados debe sentirse parte del todo nacional y estar dispuesto a colaborar con recursos propios para fortalecer el desarrollo de los espacios con mayores carencias. Se trata de una descentralización que debe estar impregnada de espíritu solidario. Uno de los papeles importantes del Estado central es, justamente, realizar este proceso de redistribución de los recursos a nivel nacional para proteger a los más débiles y ayudarlos a desarrollarse.
Luego de lo expuesto debe quedar claro que aquí no estoy hablando de la descentralización impulsada por el neoliberalismo. Comparto plenamente con el Presidente Chávez que se trata de una estrategia mundial para debilitar la unidad nacional y el Estado nacional. Lo que aquí defiendo es otra concepción de descentralización : una concepción socialista de la descentralización —aquella que está plasmada en numerosos artículos de la Constitución Bolivariana— [14] , que, por el contrario, al fortalecer a las comunidades, a las comunas, que son los cimientos del Estado nacional, contribuye de hecho a la profundización de la democracia y al fortalecimiento del Estado central, instrumento fundamental para defender nuestra soberanía y conducir el país hacia la nueva sociedad que queremos construir. [15] ◄
[1] . Marx, La guerra civil en Francia.
[2] . István Meszáros, Más allá del capital, Vadell hnos, Caracas, 1995, p.1046. Original en inglés: Beyond Capital, Monthly Review Press, New York, 1995, Según István Meszáros, las referencias positivas que Lenin hizo en El Estado y la Revolución “a la Comuna de París (como la participación directa de todos los sectores empobrecidos y explotados de la población en el ejercicio del poder) desaparecieron de sus discursos y sus escritos y se puso el acento sobre ‘la necesidad de una autoridad central [...]’ [2] Y agrega más adelante: “El ideal de la acción autónoma de la clase trabajadora había sido reemplazado por la defensa de la ‘mayor centralización posible’”. p.1044.
[3] . Op.cit p.809. inglés p.703. Yo emplearía la palabra burocratismo en lugar de burocracia. Textualmente dice “al contrario de su concentración y centralización existente cuyo funcionamiento sin ‘burocracia’. resulta imposible.”.
[4] . Lenin, “X Congreso del PC (b) R (16 de marzo de 1921), en Obras completas, t. 35, p.35.
[5] . Lenin, ¿Qué debemos hacer con la inspección obrera y campesina? (9 de enero de 1923), Obras completas, t.36, pp.510‑511.
[6] . Lenin, El problema de las nacionalidades de la “autonomización” (30 de diciembre de 1922), Obras completas, t.36, p.485.
[7] . Lenin, Sobre el papel y las funciones de los sindicatos” (30 de diciembre de 1921-4 de enero de 1921), Obras completas, t, 36, pp. 109-110.
[8] . Lo que a continuación se expone sobre el tema ha sido extraído en gran medida de la introducción de Marta Harnecker a su libro: Cuba ¿Dictadura o Democracia, Siglo XXI, México, 8ava Ed. ampliada en 1979.
[9] . Discurso del 28 de septiembre, en el X Aniversario de la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución.
[10] . Seminario que se da a los delegados al Poder Popular de Matanzas el 22 de agosto de 1974
[11] . Jesús García, Cinco tesis sobre los consejos populares, Revista Cubana de Ciencias Sociales, La Habana, año 2000.
[12] . Marx , La guerra civil en Francia .
[13] . Marx, Op.cit.
[14] . Artículos 16, 157, 158, 185, 269.
[15] . Sobre este tema ver: Marta Harnecker (coordinadora), La descentralización ¿fortalece o debilita el estado nacional?, libro que recoge las intervenciones de los participantes en el taller del 23 y 24 septiembre 2008, organizado en el Centro Internacional Miranda. Publicado en www.rebelion.org .