La honda cíclica vivida por el capitalismo industrializado en la década de los años setenta del siglo pasado, no sólo originó modificaciones en el sistema monetario al agotarse el modelo oro-dólar, también, y como consecuencia del surgimiento de la estanflación, el pensamiento económico Keynesiano, por ineficaz para atender aquel hecho, es desechado por la política económica. La casi totalidad de los países desarrollados, encabezados por los EEUU e Inglaterra, y otros de menor desarrollo, Chile, Argentina, Israel, asumen la política monetarista para enfrentar la crisis económica con inflación, los primeros, y la estabilización macroeconómica para cancelar deuda externa, los segundos.
Comenzaba a reinar por un largo tiempo la solución neoliberal que desborda los órganos multinacionales como el Fondo Monetario Internacional, FMI, y la Organización Mundial del Comercio, OMC, para hacerla¨la ideología¨dominante y obligante en la formulación de la política económica de los gobiernos del planeta.
América Latina se convierte en el principal laboratorio social y económico del neoliberalismo durante las décadas ochenta y noventa del siglo XX. Un continente cuyas principales economías, México, Brasil, Argentina y Venezuela, se caracterizaban por un altísimo nivel de deuda externa que acumulo, al final del siglo, una cifra superior a los 800 mil millones de dólares, fue tierra virgen para que el FMI impusiera sus programas de ajuste macroeconómico cuyo sustento básico era el libre accionar de las fuerzas del mercado, obligando a un retiro forzoso del Estado en su tarea de regular o controlar la vida económica. Se derivaba la idea de la apertura comercial de las naciones como requisito de la globalización para acceder a las supuestas bondades del mercado mundial. La política fiscal de austeridad y recorte del gasto social, la política monetaria y cambiaria de libre accionar de las tasas de interés y los tipos de cambio, la política de desregulación del mercado laboral para afectar conquistas de los trabajadores, entre otras, marcan el desenvolvimiento de las dos décadas perdidas de América Latina al reforzarse sus niveles de endeudamiento externo, reducción de su capacidad industrial nacional y alcanzar cota de pobreza y miseria en más del 40% de sus familias.
Aquella experiencia nefasta socialmente, que hecho raíces en el pensamiento ilustrado y en instituciones de nuestra América, con la entrada del siglo XXI, fue progresivamente superada.
Gobiernos progresistas, de izquierda, socialistas, logran detener la escalada del FMI, e instalan en países como Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, políticas gubernamentales de equilibrios económicos-sociales y de reducción de la deuda externa que han dado resultados desde la perspectiva de reducción de la pobreza, y las desigualdades, en lo relativo al acceso a la salud y la educación.
Superado el neoliberalismo, en su esencia dominadora y por su bancarrota con la reciente crisis capitalista mundial, se hace imperioso el debate sobre el devenir. ¿Sera acaso reformas tímidas o formales del orden capitalista?, o ¿proponer la sociedad socialista como proyecto humano sustentado en la igualdad?, o ¿quizá se trata del desafío de la integración superadora de asimetrías, ensanchadoras del mercado y de complementación en la oferta productiva? Respuestas que deben dar los pueblos de América Latina, sus líderes, sus científicos sociales. Respuestas para enterrar el neoliberalismo sin retorno y fajarnos con el futuro ahora.
rodrigo1cabeza@yahoo.com