Iraq,
89
El Salvador, 55.3
Sierra Leone, 50
Honduras, 49.9
Jamaica, 49
Venezuela, 48
Guatemala, 45.2
Angola, 40
South África, 38.6
Colombia, 37
Somalia, 33
Liberia, 33
Belice, 30.8
Trinidad y Tobago, 30.38
Brasil, 25.7
República Dominicana, 23.56
Puerto Rico, 18.8
Ecuador, 16.9
Rusia, 16.5
Swaziland, 13.63
Mongolia, 12.81
Paraguay, 12.05
Nicaragua, 12
Haití, 11.5
Panamá, 11.3
México, 10.8
Surinam, 10.30
Lituania, 9.38
Papua Nueva Guinea, 9.06
Latvia, 8.58
Venezuela ocupa el quinto lugar en esta lista. Lo cual es lamentable. Aunque no es de la magnitud que el Observatorio Venezolano de la Violencia, ONG de la oposición, señala; estamos ante una situación que no podemos ignorar.
Sabemos que el problema de la violencia no tiene una solución fácil. Este problema tiene que ser resuelto y pronto. Me tomo la libertad de sugerir algunas medidas que deben tomarse con urgencia, aunque no me considero experto en la materia.
Primero, el patrullaje es mucho más eficiente y efectivo que las alcabalas y los puestos fijos. Dos guardias nacionales armados con fusiles automáticos parados en una esquina de cualquier ciudad o en una autopista hacen muy poco para detener el delito. Dos policías en patrullaje; bien sea motorizada, a píe o en bicicleta, recorriendo sectores determinados de la ciudad harán mucho más por detener el crimen. Desde el punto de vista psicológico es muy importante que las personas se sientan cuidadas, seguras.
Segundo, usar la inteligencia policial. La inteligencia debe apoyar al patrullaje y el patrullaje debe alimentar la inteligencia. Los patrulleros tienen que elaborar un “mapa” de su sector. Esa información es útil para saber cuáles son las partes de sus sector más vulnerables y actuar para asegurarlas.
Tercero, mejorar la relación del policía con el ciudadano. En algunas ciudades del país el policía es visto por amplios sectores de la población como agentes de la corrupción en diversos sentidos. Eso es lamentable. Es necesario que las personas vean al policía como agente del orden.
Cuarto, hay que mejorar la presencia del policía. Un policía con un uniforme sucio, roto o desteñido no impone respeto. Un policía en una moto baratona y en mal estado no es respetable. El policía debe tener un uniforme impecable, un vehículo respetable y en buen estado, limpio. La autoridad policial tiene que inspirar respeto.
Quinto, es necesario desarmar a la población. En este tema hemos sido sumamente ineficientes. No hemos sido capaces de desarmar completamente a los privados de la libertad en una cárcel determinada. Se requiere de mucha autoridad y eficiencia para lograr este objetivo. Pero no es imposible. Tenemos que ponernos metas que nos permitan disminuir considerablemente el número de armas de fuego en manos de civiles.
El problema de los homicidios es un problema de la región. Eso no nos debe servir de consuelo. Más ben nos debe mover con mayor ímpetu a buscar una solución. Negar el problema no es lo más sensato. Enfrentarlo con decisión es la púnica alternativa. Mostrar resultados es una obligación.
Twitter: @mosqueraj