La máxima que dice “hay que dudar de todo” parece cobrar fuerza para el caso de Wikileaks. Llama la atención que los Diarios privados (medios de comunicación) más importantes y concurridos del mundo, perteneciente a los grandes poderes fácticos imperiales como: The New York Time (EE.UU.) , The Guardian (UK), El País (España), entre otros, se hallan prestado a la tarea de la difusión universal de las revelaciones “más sensacionalistas” y beneficiosas a los intereses y objetivos ocultos, al mismo que personeros del gobierno de los Estados Unidos y de Canadá solicitaran de manera publica la aprensión y muerte del Julian Assange, fundador y responsable de la página Web Wikileaks, acatando la otra máxima que expresa “si las noticias son mala maten al mensajero”, tal como lo expresó Tom Flanagan, asesor del Primer Ministro canadiense, en un programa de la CBS el día 01/12/2010: “Yo creo que Assange debería ser asesinado … Obama debería contratar un mercenario.”
Lo cierto es que el imperialismo norteamericano y sus aliados demuestran al mundo la arrogancia, la prepotencia y el crimen al que son capaces de recurrir cuando sus intereses se encuentran en peligro. Las revelaciones o filtraciones se suscitan en un contexto muy crítico para el imperialismo marcado por la crisis sistemática del capitalismo y el pantano de la guerra de Irak y Afganistán, también por las amenazas que se ciernen sobre Irán y Corea del Norte. La diplomacia de los cañones se revela y el objetivo de la intimidación está cumplido.
Una caja de pandora se ha abierto y podrían ser una trampa para los incautos. Pierre Charasse, diplomático francés, expresa en un artículo publicado por La Jornada, el día 5/12/2010, titulado: “Wikileaks: razón de Estado versus estado de derecho”, lo siguiente: “Con la creación de la ONU y del sistema multilateral en 1945 hubo la esperanza de construir un mundo mejor, más respetuoso de los pueblos y de sus derechos. Lo que nos revela Wikileaks es que muchas de las conquistas de 1945 fueron barridas y que el mundo está entrando en una era de regresión fenomenal, en la cual la ley del más fuerte prevalece. Si las opiniones públicas de todo el mundo no tienen la capacidad de indignarse y aceptan como inevitables las conductas vergonzosas de sus gobiernos, es una señal muy preocupa.
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