Rusia y China: enemigas acérrimas del socialismo

 El mundo, terrible pero cierto, anda mucho más al revés o patas arriba en los primeros años del siglo XXI que en las últimas décadas del siglo XX. La tecnología de la comunicación ha reducido casi a cero la necesidad de que los jerarcas del mundo, especialmente los de las naciones imperialistas, se reúnan frente a frente para determinar cursos de acontecimientos, los cuales ya vienen decididos por factores de la economía capitalista encontrándose bien vestidos de pies a cabeza y con lujo de detalles en el mercado mundial. ¿Quiénes podían imaginarse a ciencia cierta, antes de la década de los años noventa del siglo XX, que los gobiernos de Rusia y China serían, en el siglo XXI, los más fieles defensores del capitalismo y enemigos acérrimos del socialismo? Decir eso no es calumnia, es la verdad verdadera, demostrable por donde sea.

 Cuando el campo imperialista entra en crisis lanzando patadas para no entrar en situación de ahogamiento en un remolino pidiendo salvavidas, cuando necesita de un poderoso antibiótico que le sane la infección que amenaza con gangrenarlo, cuando requiere de una mano solidaria que le ayude a sacar las patas del barro, cuando clama por oídos receptivos que escuchen y se hagan eco de sus mensajes para auxiliarlo, inmediatamente salen los gobernantes de China y de Rusia lanzándole el salvavidas, le inyectan el antibiótico, le tienden las manos y lo auxilian. Luego, vuelven a darse cuenta que han salvado al imperialismo más poderoso e influyente sobre la Tierra: el estadounidense. En el caso de China, supuestamente, lo hace por humanismo socialista. ¿Quiénes creen en semejante güevonadas, cuando para el gobierno chino no es más que un cuento chino? ¿Qué justifique ante el proletariado mundial, por lo menos, el por qué le compra la deuda a Estas Unidos en vez de dejarlo que se hunda en un abismo sin salida? Eso sí sería una política socialista.

 El caso Libia vuelve a poner en el tapete mundial la discusión de si China es no es socialista y si Rusia es o no es un baluarte poderoso en Europa y Asia del imperialismo en contra de los pueblos que claman por la creación de un nuevo mundo. China y Rusia pertenecen al selectísimo grupo de los cinco que en la ONU tienen la potestad de voz y veto. El reglamento sostiene que para la ONU ordenar invadir una nación en conflicto bélico requiere el voto de los cinco sin ninguno que se oponga. En el caso de Libia los representantes de los gobiernos de China y Rusia se abstuvieron, que es la posición salomónica buscando quedar bien con Dios y con el Diablo. Si invaden y derrocan a Gadhafi, los gobiernos chino y ruso quedan con las puertas abiertas para todos los negocios que lleven a cabo los invasores triunfantes. Si Gadhafi sigue en el poder y se resuelve la situación de conflicto, creen, que quedarán bien para continuar haciendo negocios lucrativos con el gobierno libio. Tiran la piedra y encojen la mano. La ONU, pueblos del mundo, está demostrado incluyendo a los gobiernos de China y Rusia, es un brazo político muy pequeño para dejar que el imperialismo estadounidense haga y deshaga lo que le venga en gana en este mundo capitalista. Se puede admirar, a medias, a los gobiernos de Brasil, India y, especialmente, el de Alemania no sólo por abstenerse siendo un país imperialista sino por haber dicho que no colaborará en nada para la invasión, palabras que no salieron de las bocas de los representantes de China y de Rusia.

 Un poco de Historia para que nadie nos acuse de que estamos levantando falsos testimonios, fundamentalmente, contra el gobierno chino tenido en el mundo como el único comunista en este planeta. Si eso es comunismo, el marxismo no sirve ni siquiera para hacer papel higiénico con los numerosos tomos escritos por Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramci, Lukács, Lunacharvski, Kautsky, Plejanov, Mariátegui y demás hombres y mujeres que, hasta ahora y de una u otra manera, han enriquecido el marxismo como Fidel (vivo aún), por ejemplo. Por algo, no olviden esto: el camarada Che Guevara, revolucionario incuestionable de la segunda mitad del siglo XX y latinoamericano, denunció las tropelías que cometían los gobiernos de la Unión Soviética y de China (disputándose supremacía del llamado campo socialista) cuando el imperialismo estadounidense y sus consortes masacraban a comunidades enteras de vietnamitas en la década de los sesenta del siglo pasado.

 El gobierno estadounidense, sin ninguna necesidad de aval de algunos de los miembros de los cuatro restantes de los cinco que tienen voz y veto en la ONU, ha invadido otros países y no ha pasado absolutamente nada de medidas diplomáticas contra Estados Unidos. En la ONU, casi todos los países menos los votos negativos de Estados Unidos y de Israel, han decidido aplicar sanciones contra la nación israelita por cometer su gobierno crímenes de lesa humanidad y, sin embargo, las medidas acordadas como sanción inmediatamente quedan en el olvido, incluso, para los gobiernos de China y de Rusia. Ahora en el caso de Libia, por ejemplo, el gobierno francés que se ha opuesto a invasiones estadounidenses a otros países, está solicitó (consiguiéndolo) a gritos que se apliquen las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU lo más inmediatamente posible, pero jamás se le ha visto abrir la boca al presidente Sarkozy pidiendo que se apliquen las medidas contra Israel por sus crímenes de lesa humanidad contra los palestinos y palestinas. Es fácil entender las realidades y las contradicciones de este mundo: cuando se trata de intereses imperialistas afectados: se unen en una sola cofradía las grandes potencias sin importar las voluntades mayoritarias de los pueblos que van a ser víctimas de sus tropelías.

 Nosotros entendemos que frente a conflictos armados en algunos países el resto de naciones del mundo no debe ser indiferente como si no le importara el destino de otros pueblos, de los seres humanos y, especialmente, de los que más sufren y padecen las consecuencias de políticas de explotación y de opresión sociales o de acciones indiscriminadas donde las principales víctimas terminan siendo los entes más pasivos de los conflictos armados. El imperialismo es el principal impulsor de conflictos armados internos en otros países para luego justificar su intervencionismo armado en los asuntos internos de otras naciones. Hemos dicho, en documentos anteriores y publicados, que son muchas las interrogantes que deben ser aclaradas fundamentalmente en relación con gobiernos que han levantado las banderas del socialismo para salvar el mundo de las crisis y hecatombes con que el capitalismo premia al género humano para sostener su dominación como modo de producción y reproducción económicosocial. Demás está decir que compartimos plenamente el ideal socialista y en no pocas oportunidades hemos expuesto criterios sobre la materia. Sin embargo, jamás avalaremos la intervención armada o bélica imperialista para que traten de resolver las contradicciones y luchas internas en otras naciones, porque no contribuyen en las soluciones sino, por el contrario, las agravan por los terribles daños materiales y humanos que causan con sus guerras de rapiña. No hay que ver muy lejos, porque allí están los ejemplos de Irak y Afghanistán. Nosotros hemos dicho que jamás llegamos a compartir ni el gobierno de Saddan Hussein en Irak ni el talibán en Afghanistán, pero tampoco nunca nos pondríamos del lado de los imperialistas para justificarles sus intervenciones militares en los asuntos internos de otros países o pueblos. El camarada Robespierre, el político más influyente en la Revolución Burguesa de 1789 llegó a decir, son sobrada razón, que a los pueblos no le agradan los misioneros con bayonetas. El imperialismo no le para ni un milímetro de bola a esa verdad, por lo cual ya han atacado bombardeando a espacios de Libia, dando inicio a la hipócrita y perversa operación “Odisea del amanecer”. La única, para nosotros “Odisea de amanecer” que vale la pena en este planeta será la de los pueblos cuando se decida hacer brillar una aurora de luz para toda la humanidad derrocando el capitalismo para que se construya el socialismo.

Queremos que mañana, luego de ver los ojos del mundo los muertos y las destrucciones o terribles daños causados en Libia, producto de la intervención bélica imperialista para derrocar a Gadhafi, los gobiernos de China y de Rusia le aclaren al mundo sobre sus responsabilidades en esas tropelías por haber votado absteniéndose y no en contra de la intervención armada, aunque sabemos que el imperialismo estadounidense no le hace caso a nada que sea aprobado en el Consejo de Seguridad si ya tiene decidida su acción de guerra contra otra nación. Nada ha hecho el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar que otros gobiernos árabes, por ejemplo, no repriman y maten personas que protestan buscando justicia social y renuncia de sus autoridades, pero en Libia sí intervienen militarmente, porque se trata de un gobierno que habla, por lo menos, de socialismo económico y es, además, inmensamente rico en petróleo y en agua en una región casi completamente desierta.

Creemos, hoy más que nunca, que es necesario que los partidos políticos revolucionarios, los gobiernos revolucionarios, las organizaciones revolucionarias, los gremios antiimperialistas, por lo menos, conformen con urgencia una Internacional Revolucionaria que elabore y adelante políticas revolucionarias contra el capitalismo y, especialmente, contra el imperialismo como contribución de solidaridad revolucionaria en la búsqueda de construir un mundo nuevo, redimido de las tropelías y perversiones del capitalismo. Si esto es una utopía, entonces, ¿cuál será la salida ante un capitalismo salvaje que no se detiene en nada para acometer atrocidades contra el mundo casi entero?



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El Pueblo Avanza - EPA


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