...Y háganle como quieran

                                                                       “Que el fraude electoral jamás se olvide.

                                                                       Ni tampoco los miles de muertos inocentes”

       Finalmente dialogaron Calderón y los dirigentes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezados por Javier Sicilia. En mi opinión,  se cumplió una etapa necesaria en el método de identificar las posturas; no por lo predecible de su resultado pudiera haberse obviado, era indispensable que se diera la oportunidad a la exposición pública del clamor social por la paz y la justicia, con toda la crudeza que exhibió al régimen en su incapacidad para proveerlas pero, además, como actor de serios atropellos contra las personas, sea como responsable de desapariciones y viles asesinatos, o en la irreverente omisión en la averiguación de los delitos y el castigo a los delincuentes. En los mismos términos era importante que el régimen recibiera la oportunidad de manifestarse en su obcecada decisión de no cambiar ni un ápice de su estrategia y… háganle como quieran. Ciertamente, hubo diálogo: los ofendidos hablaron y fueron escuchados; el ofensor habló y también fue escuchado, aunque las palabras no hayan tenido mayor consecuencia en el cambio de posturas, desde luego que no hay cambio en la gubernamental y, espero, tampoco en la ciudadana. Lo importante, repito, fue su publicación.

       Para los comentaristas a sueldo del régimen, Calderón se vistió de gloria al exhibir “su talante democrático y la heroicidad de su decisión beligerante”. Reconozco que manejó bien el discurso y supo actuar para las cámaras, lo que sólo enriquece su índole demagógica y embustera. No cabía esperar otra cosa del evento.  El cuestionado se justificó y metió su gol, en tanto que el cuestionador quedó como un buen cristiano que se compadece del dolor de las víctimas.

       Para las plumas libres el asunto es más complejo. Los hay que opinan que tal evento nunca debió de realizarse, visto su resultado predecible y por servir de legitimación para el régimen espurio. Otros reclaman el ánimo cristiano de Sicilia que lo hace proclive al perdón, incluyendo al mismo primer criminal del país. Otros dan por hecha la extinción de la flama que originó el movimiento, dejándolo como otra frustración en el haber ciudadano. 

       Ya en el primer párrafo adelanté mi opinión. Creo que el acto fue pertinente al hacer públicas dos posturas opuestas y, no obstante los manejos mediáticos, colocarlas en niveles relativamente parejos. El discurso de las víctimas, Sicilia entre ellas, se decantó y tomó  su propio espacio de reclamo, sin caer en la tentación de las propuestas ni en los exabruptos de la improvisación. Esto podrá convertirse o, más bien, consolidarse como un ariete eficaz contra la corrupción y la impunidad; nadie que aspire a ocupar una responsabilidad pública podrá ignorarlo; todos tendrán que ofrecer alternativas válidas y convencer de su capacidad de ejecutarlas. Es un  muy valioso resultado.

       Muchos quisiéramos, en la desesperación que la situación provoca, que estas oportunidades se convirtieran en movilizaciones de protesta al estilo griego o del norte de África. Lamentablemente no es fácil lograrlo, no porque no existan los motivos para ello, sino porque aún prevalece el estigma de la enajenación y el individualismo; todavía no se logra que se sumen los agravios particulares para hacerlos colectivos. El régimen, no obstante su tozudez, mantiene las zanahorias al frente de la nariz de mucha gente, siguiendo el diseño históricamente de la llamada “dictablanda mexicana” que supo dosificar el castigo sin ahogar al toro. Vale la pena recordarlo: mientras en Caracas Carlos Andrés Pérez anunciaba las medidas de shock que provocaron la revuelta conocida como el “caracazo”, en México Salinas anunció lo mismo, pero, con la más criminal de las hipocresías, dijo que se había logrado renegociar la deuda externa; lo reivindicó como un gran éxito y jamás explicó su costo; poco a poco fuimos cayendo en cuenta de lo que significó en sacrificios para la gente. Todavía hay quienes siguen comulgando con esa rueda de molino.

       Me viene a la memoria el experimento de la rana metida en un cubo de agua al que se le va subiendo paulatinamente la temperatura, hasta que la rana se adormece y muere cocida; en tanto que otra rana es colocada en otro cubo con agua hirviendo, en cuyo caso la rana reacciona de inmediato y salta del cubo para salvarse. También me recuerda la historia de cantina, aquella que relata cómo con  paciencia y salivita el elefante logró violar a la hormiguita. Cualquier parecido con nuestra realidad es mera intencionalidad.

       Los resultados de la elección del próximo domingo en el Estado de México podrán indicarnos si el estado de adormecimiento de la gente es todavía rescatable o si, a contrapelo de la lógica, la manipulación mediática sigue aumentando la temperatura. El fraude ya es obvio, incluidas inserciones subliminales en las transmisiones futboleras con la imagen del candidato del PRI, además del escandaloso derroche de recursos y contubernios informativos; la vergonzosa compra de votos y tantas otras de las acostumbradas marrullerías. No obstante, Encinas va a ganar.

       Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx

 



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Gerardo Fernández Casanova


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