Libia, un solitario camello

Las cristalinas y dulces aguas de los pozos en el desierto arábigo, que por siglos ha mitigado la sed del beduino, hoy están a punto de secarse, no por culpa del calor natural que brota de las entrañas de esa caliente tierra, si no por culpa del abrasador fuego que arrojan al pueblo libio los misiles de la vergüenza, cuando éstos, rasgan el soberano espacio de Libia.

Nuestro inminente escritor Luis Britto García, le coloca a uno de sus artículos publicados el siguiente titulo: Libia es nuestro futuro. Tiene lógica esa apreciación del señor Britto.

En la coyuntura de estos caminos cruzados, si bien Libia es nuestro futuro, también lo es para Irán y Siria, y la suerte de cada una de estas naciones, depende de la suerte del otro.

Las naciones hostiles que hoy se arrebañan para agredir impunemente al hermano pueblo de Libia, han trazado estratégicamente el suelo libio, como punto de partida, para futuras agresiones físicas a tres pueblos, que por ahora gozan del libre albedrío.

La supremacía por la mayoría de los recursos para la supervivencia de muchas naciones de este planeta, hoy están a punto de caer en manos de un solo dueño, si sigue cobrando vigencia, aquellas palabras del Maestro, que antes de entrar al calvario, le dijo a uno de sus discípulos: “Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces”.

Frente a la tribulación del hermano pueblo de Libia, timoratos y a duras penas alzamos nuestras voces de protesta, no suficiente con eso, en este mismo instante en que se pretende guillotinar la vivencia de un pueblo libre, de antemano negamos, que hayamos visto a un camello herido y tambaleándose por el camino de un largo desierto.

¿En donde están esas hermanas naciones que hoy son potencias, y su voz de protesta sin duda alguna no pasaría por alto? Quizá resignados a no esperar nada de ellas, timoratos e impotentes, desde nuestro papel de tristes espectadores, veremos la lenta agonía del solitario camello en el desierto, tratando de sobrevivir para bien de los suyos.

Allí, en esa tierra habitada por hombres de milenaria existencia, los tahúres de la guerra apuestan a cara o sello por la suerte de cada uno de ellos; y, a su vez, por la de cada uno de nosotros.


julio.cesar.carrillo@hotmail.com


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Julio César Carrillo


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